Es común escuchar que en tiempos de crisis sale lo mejor y lo peor de los seres humanos. Es una máxima que se repite, sin importar de qué país estemos hablando. Los seres humanos cargamos con las mismas virtudes y defectos, independientemente del color o la raza de que se trate.

En las últimas semanas hemos visto lo mejor y lo peor de los seres humanos en todos los países donde azota con más fuerza la pandemia del coronavirus. México no puede ser la excepción.

Vemos el desempeño heroico de médicos y demás personal de salud, hasta acciones viles y reprobables como las agresiones a enfermeras en Guadalajara, Culiacán y Estado de México, por parte de personas que en su ignorancia creen que éstas son portadoras del Covid-19.

Agredir a quienes están en la primera línea del combate a esta pandemia, cuando deberíamos cuidarlos y apoyarlos, nos habla del grado de maldad que cargan consigo algunas personas.

Vemos el comportamiento responsable de los agentes de seguridad pública, Protección Civil y de los militares conminando a la población a resguardarse en sus casas.

Vemos la seria preocupación del Gobernador Quirino Ordaz y su secretario de Salud, Doctor Efrén Encinas, en guardia permanente para dar seguimiento a esta crisis que en Sinaloa hasta el día de ayer había cobrado la vida de 14 personas.

Mención aparte merecen todos aquellos ciudadanos de todas las edades que empiezan a aportar dinero o equipo de protección para quienes trabajan en los hospitales. Es también de reconocerse la iniciativa de los propietarios de las cadenas de tiendas Coppel que rentaron dos hoteles en Culiacán, uno para que el personal médico acuda ahí a descansar y otro para que sea habilitado como centro de aislamiento de enfermos sospechosos de coronavirus.

Del otro lado vemos a sinaloenses que demuestran un alto grado de irresponsabilidad e importamadrismo, haciendo caso omiso de las indicaciones de las autoridades. Nos encontramos ciudadanos que siguen preguntando dónde están los muertos para poder creer. Otros aseguran que nada pasará y si pasa, pues de algo nos habremos de morir.

Esta crisis de salud ya se encuentra en fase 2, con decenas de personas contagiadas sólo en Sinaloa, pero hay quienes todavía organizan fiestas en la calle y jalan la banda o el grupo norteño, sin importarles contagiarse o contagiar a otros. Obviamente, tampoco les importa la tranquilidad de sus vecinos.

Nos encontramos todavía gente en las playas, en los parques y otros centros recreativos, sin guardar distancia y sin ninguna medida de protección sanitaria. De nuevo el “me vale”. Una vez más aflora el sinaloense picudo que se la da de valentón y reta no sólo a la autoridad, sino a la suerte y arriesga no sólo su salud sino la de los demás.

Es aquí donde las autoridades estatales, federales y municipales, deben aplicar sanciones más severas para lanzar un mensaje de fuerza y de que las cosas van en serio. No hay de otra.

No basta con los llamados que hace el Gobernador desde los medios de comunicación tradicionales o desde las redes sociales. Ante una situación crítica como la que se presenta, que amenaza con agravarse en las próximas semanas, es urgente que el estado haga valer su autoridad.

De no ser así, seguiremos viendo cómo muchos sinaloenses sacan su peor comportamiento, justo en estos momentos en que se requiere sacar lo mejor de nosotros y apoyar a las autoridades para que esta crisis nos pegue lo menos posible.

LIBRETA DE APUNTES

DEL 13 de marzo al 6 de abril se han perdido 346 mil empleos en todo el país a causa del cierre de empresas de todos los ramos. ¿Cómo le piensa hacer el Gobierno federal para cumplir con el compromiso que hizo AMLO el domingo, de crear 2 millones de empleos en 9 meses?

EL PAS y el PRI le tomaron la palabra al Gobernador y donarán sus prerrogativas en apoyo al sector salud en esta crisis sanitaria. El PAN ya calificó esto de ilegal y no se le ven ganas de solar ni un peso. Los otros partidos no han levantado la mano. ¿Le entrarán o se arriesgarán al escarnio público por su tacañería y su escasa solidaridad?

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