La promesa milagrosa del Nearshoring
Si no se invierte en infraestructura logística, difícilmente veremos a Sinaloa trascender su economía de base primaria y de servicios poco especializados
Al parecer, en México el progreso económico se percibe como un acontecimiento milagroso, más vinculado al misticismo y a la suerte, que a una verdadera vocación productiva. No es coincidencia que a la época del Desarrollo Estabilizador también se le hubiera conocido como “El Milagro Mexicano”. Diversos acontecimientos refuerzan está idea de la providencia económica en la mentalidad nacional.
En 1958 un pescador de Campeche, llamado Rudecindo Cantarell, descubrió por casualidad una mancha de aceite sobre el océano. Se trataba, sin saberlo todavía, del yacimiento petrolero más grande en la historia del país, y que en las próximas décadas le daría al México la ilusión de un futuro lleno de prosperidad.
Fue tanta la expectativa que generó el hallazgo, que hasta el Presidente José Lopez Portillo animaba a la población, para que aprendieran a administrar la abundancia, porque ahora sí, luego de tanta tragedia, los mexicanos seríamos ricos.
Tristemente esta etapa llegó a su fin como si se tratara de una película de tragicomedia. En 1982 el país cayó en crisis. El tipo de cambio se depreció 646 por ciento, la inflación durante el sexenio fue de 458 por ciento. Además, la pérdida en el poder adquisitivo de los salarios y la destrucción de los ahorros terminaron por barrer a una buena parte del aparato productivo nacional. ¡A dónde habían ido a parar tantos anhelos irrealizables!.
Pero a finales del siglo XX apareció de nuevo la esperanza. La firma del Tratado de Libre Comercio prometió sacar a México de la pobreza y convertirlo en un país a la par de sus socios comerciales. Esta, sin embargo, fue una oportunidad que tuvo resultados limitados e inequitativos, pues, lo que para unos significó la modernización, para otros, especialmente para los campesinos y ejidatarios, representó la destrucción de sus modos de vida tradicional.
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Aun con todo, la globalización nunca fue tan exitosa como se quiso suponer. En poco tiempo China desplazó a México como principal socio comercial de Estados Unidos. Además, en realidad fueron pocas las regiones que supieron aprovechar las condiciones para anclar industrias de manufactura enlazadas a las cadenas globales de producción.
Más allá de algunas ciudades de la zona fronteriza, el occidente y el Bajío, el resto de la República no ha sabido cómo interactuar en un mundo que exige altos niveles de competitividad. En este escenario, la suerte de estar en un país con increíbles recursos naturales y culturales, ha representado el camino más viable para que las regiones más atrasadas desarrollen un tipo de economía ligada al turismo.Aunque, a decir verdad, la dependencia en el turismo también ha traído muchos inconvenientes, sobre todo por que es un sector que se finca en la precariedad laboral y la sobrecarga de los recursos ambientales.
Pero el destino le ha traído a México una nueva oportunidad para la industrialización del país. El bloqueo en las cadenas de suministros a escala mundial, debido al Covid, la guerra comercial entre China y Estados Unidos, y el conflicto armado en Ucrania, han ocasionado un fenómeno que se le conoce como Nearshoring.
El nearshoring es una estrategia de relocalización industrial, en la que las empresas deciden trasladar parte de su proceso productivo hacia lugares más próximos a sus mercados de consumo, con la intención de hacer más estables las cadenas de suministros. En este sentido, el nearshoring representa una excelente oportunidad para atraer inversión extranjera. Se dice que muchas empresas estarían interesadas en localizar sus plantas productivas en México. Debido a esto, se estima que en este 2023 el país recibirá 2 mil quinientos millones de dólares de inversión, vía nearshoring.
La cercanía con Estados Unidos, que es el principal mercado de consumo en el mundo; la habilitación de diversos tratados comerciales, entre ellos el TMEC; la experiencia de ciertas regiones en la maquila y la manufactura; la disposición de infraestructura carretera y marítima; el bajo costo de mano de obra; así como una relativa cualificación de los trabajadores, hacen de México un país con una ventaja comparativa formidable para establecer plantas de producción intermedia.
Sin embargo, se deben tomar precauciones para que el nearshoring no se convierta en una nueva versión fallida del Milagro Mexicano. Y es que todo parece indicar que estamos frente a la nueva narrativa de desarrollo que hoy acapara el lugar que antes ocupó el petróleo, el bono poblacional, las remesas y el turismo.
Para empezar, hay que tomar en consideración que no todas las regiones se verán beneficiadas, y que el nearshoring creará nuevos desequilibrios socioeconómicos. De manera inmediata, los estados que ya se posesionan en la delantera son: San Luis Potosí, Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas, Chihuahua, Estado de México, Querétaro, Sonora, y Aguascalientes. Todas estas entidades ya se venían perfilando como regiones industriales, por lo que el nearshoring representa simplemente una acentuación de la vocación productiva que construyeron a partir de estrategias a largo plazo.
Llama la atención que Sinaloa todavía no tenga un plan para aprovechar esta nueva coyuntura económica.
El proyecto aeroespacial que supuestamente se construye en Mazatlán, pareciera ser más un pretexto para continuar la explotación de reservas territoriales en provecho de la industria inmobiliaria. Todavía no hay nada claro en cuanto a políticas públicas. Lo único cierto es que el sur de Sinaloa realmente tiene el potencial de aprovechar la dinámica del nearshoring, sobre todo por su ubicación geográfica. No obstante, esta ventaja no tiene sentido si antes no se mejora la conectividad, la infraestructura carretera y sobre todo la capacidad de carga portuaria.
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Si no se invierte en infraestructura logística, difícilmente veremos a Sinaloa trascender su economía de base primaria y de servicios poco especializados. En Mazatlán nos aferraremos al turismo, y en Culiacán el narcotráfico seguirá financiando el consumo, hasta que todo esto se haga insostenible por el desbordamiento de la violencia y el agotamiento exhaustivo de los recursos naturales. Cuando eso pase, nos lamentaremos por nuestra mala suerte, en espera de una nueva oportunidad para despuntar en el desarrollo.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO.
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