La democratización del SNTE fue una promesa que el presidente Andrés Manuel López Obrador no pudo cumplir. La gran reforma laboral del 2019 fue sólo para los sindicatos de trabajadores clasificados en el apartado A del artículo 123 constitucional. No alcanzó a los clasificados en el apartado B, correspondiente a los trabajadores federales. Y aunque el presidente insistía en que se usaran, para la democratización del SNTE, las disposiciones contenidas en la Ley Federal del Trabajo, el SNTE se rige por la Ley Federal de Trabajadores al Servicio del Estado que sólo tuvo una reforma para establecer la libertad sindical y el voto personal, pero nada de la organización ni calificación del proceso. 

La democratización del SNTE nació muerta.

El primero de mayo del 2019 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la gran reforma laboral que constaba de 535 adiciones y modificaciones a la Ley Federal del Trabajo, a la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, a la ley del IMSS y a la ley del INFONAVIT, contenida en 94 páginas del DOF, que había sido aprobada por el Congreso de la Unión el 29 de abril, pero el mismo día (el primero de mayo) se publicó en el Diario Oficial otro decreto, de sólo una página, con reformas y adiciones a siete artículos de la Ley Federal para Trabajadores al Servicio del Estado, que se resumía a sólo artículo: el 69, que establece la libertad sindical y el voto personal, que había sido aprobado, por separado, por el Congreso de la Unión el 30 de abril.

No sabemos si los diputados le metieron gol al presidente con acuerdos inconfesables con los representantes del neoliberalismo o fue una decisión presidencial, pero las elecciones sindicales, con excepción del voto personal, fueron igualmente fraudulentas y amañadas que en el pasado, donde la dirigencia del SNTE fue juez y parte en la organización y calificación de los procesos electorales.

La democratización sindical sólo era obligatoria para los sindicatos de las empresas, pero no para los sindicatos del gobierno.

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Así, por más llamados que hicieron las cámaras de diputados y de senadores, la secretaria del trabajo y el propio presidente de la república, para que el SNTE se democratizara, éste sólo se atuvo a la única reforma que habían hecho los diputados al artículo 69 de la LFTSE –con el aval y asesoría del presidente del Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje—, Plácido Morales, que garantizaba, a los trabajadores federales, la libertad de afiliarse a otros sindicatos pero nada de democratizar a sindicatos federales.

En el fondo, la negativa de Cepeda a democratizar el SNTE no es más que el reflejo de su inseguridad y el temor a perder el control de la estructura nacional del aparato sindical –y el manejo de los recursos—, y de su incapacidad para liderar a un sindicato plural y dinámico, como el que requiere el magisterio nacional y como el que demandan los nuevos tiempos.

CEPEDA YA SE SUBIÓ AL CARRO DE LA 4T

Luego de las elecciones del 2020 en que el SNTE apoyó al PRI en Hidalgo y Coahuila, Morena pactó con el SNTE para las elecciones federales del 2021, y aunque el SNTE siguió apoyando a los candidatos del PRI en las entidades, ya no lo pudo hacer abiertamente. Fue neutralizado, pero su dirigente nacional, Alfonso Cepeda, había comprado tiempo de permanencia en la dirigencia sindical hasta el 2024 con el compromiso de “no hacer olas” y lo ha hecho tan bien hasta ahora que logró colocarse en el corazón de las fuerzas morenistas de apoyo a Claudia Sheinbaum en busca de permanecer al menos otros seis años en el control de la dirigencia del SNTE.

¿Se retrasará otros seis años la democratización del SNTE en una alianza con las fuerzas que han prometido la transformación del país y el combate a la corrupción y la antidemocracia, que han caracterizado a las cúpulas sindicales consolidadas a la sombra de los gobiernos del neoliberalismo?  ¿Se fortalecerá la democratización sindical del magisterio sin la democratización del SNTE? 

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LIBERTAD SINDICAL A MEDIAS

Aunque la democratización del SNTE nació muerta por el aborto de la reforma laboral del 2019, la reforma al artículo 69 de la LFTSE ya dejaba entrever que no se democratizaría el SNTE, por lo que se establecía, al menos, la libertad para la formación de otros sindicatos, respetando la parcela de la élite que representa Alfonso Cepeda.

Sin embargo, en la libertad sindical ha sido a medias, pues aunque se establece en la ley (LFTSE), en la práctica, con base en acuerdos políticos, las autoridades locales siguen sosteniendo privilegios para el SNTE que no están en ninguna ley, como la afiliación automática de los nuevos trabajadores al SNTE, o el establecimiento de minutas otorgando privilegios al margen de la ley y la normatividad institucional, como el uso de recursos gubernamentales para el control sindical o el derecho de asignar apoyos económicos a discreción a sindicalistas con recursos institucionales, violando los derechos de los trabajadores o, incluso, la desviación de apoyos que les corresponden a los trabajadores en servicio, la disposición directa de plazas de apoyo (¿vendidas?) y de plazas docentes que no van a concurso, como las de misiones culturales, que se han convertido en el botín de los líderes sindicales. 

Es comprensible que el gobierno haya tolerado estas prácticas a las dirigencias sindicales en coyunturas político electorales, sin embargo, estos acuerdos coyunturales tienden a convertirse en permanentes, regresando a las mismas prácticas criticadas a los gobiernos priístas y panistas y contra las que los maestros votaron en las elecciones constitucionales en el 2018 y 2021 con la esperanza de un cambio.

¿Seguirá permitiendo estas prácticas de corrupción y privilegios a dirigentes sindicales quien llegue al poder en el 2024? ¿O mantener o no estos privilegios dependerá de la visión y decisión de quién llegue a la presidencia?

CORCHOLATAS Y EXPRESIONES SINDICALES NACIONALES

Alfonso Cepeda le juró lealtad a Claudia Sheinbaum, a que veía como la favorita del presidente y logró colocarse en el corazón de las fuerzas impulsoras de Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, ofreciendo la estructura nacional del SNTE a su servicio.

Así, si Claudia resulta ungida candidata de Morena, Alfonso Cepeda será el primero en la fila en reclamar posiciones en el gobierno además de asegurarse el control sindical por, al menos, otros seis años. ¿Le respetará Claudia sus privilegios a la élite dirigente del SNTE? Sin embargo, si Claudia no es la candidata, Cepeda y su dirigencia tendrán que ponerse en la fila detrás de los que se hayan definido con el aspirante que obtenga la candidatura. 

Con Adán Augusto López Hernández, Cepeda podría lograr su permanencia plena en la dirección del SNTE pero en las posiciones aparecería primero el dirigente del Sindicato Independiente de Trabajadores de la Educación de México –SITEM-, Diego Ánimas, hijo adoptivo de Tabasco, que se la jugó desde hace tiempo con su paisano el secretario de gobernación.

Con quien difícilmente Cepeda podría asegurar permanecer en el control del SNTE, aunque participe con Morena en la campaña presidencial, sería con Marcelo Ebrard, a quien lo apoya la disidencia interna más importante del SNTE, integrada en los pasados procesos electorales en Maestros por México y Redes Sociales Progresistas, vinculadas a Elba Esther Gordillo. En este caso, a lo que podría aspirar sería a negociar una transición decorosa.

Con Ricardo Monreal y Gerardo Fernández Noroña también se ve difícil un acuerdo de permanencia de Cepeda en control del SNTE dado la dureza de sus expresiones en torno a la negativa de la dirigencia del SNTE a democratizarse, desde las cámaras de diputados y de senadores. 

El futuro del SNTE podría depender de quién releve a López Obrador, y no por un acto de autoridad, sino por una exigencia social del magisterio en el proceso de consolidación de la 4T.

Establecer, para los sindicatos federales, las mismas reglas que se establecieron para los sindicatos de las empresas, podría ser el primer paso. 

¿A QUIEN APOYAN LOS MAESTROS EN SINALOA?

En Sinaloa, las dirigencias de las secciones 27 y 53, comandadas por Daniel Amador, están alineadas con el proyecto nacional que encabeza Alfonso Cepeda, por lo que promoverán activamente la candidatura de Claudia, especialmente, la sección 53. 

En el caso de la sección 27, donde hay mucha apatía política, la estructura oficial y una fracción de la oposición tinta estará con Claudia, aunque sus bases naranjas podrían mantenerse leales al PRI, mientras que otra parte de esa misma fracción opositora, cercana históricamente a la CNTE, ha definido posición por Adán Augusto, al igual que la primera escisión del SNTE convertida en la sección 13 del SITEM, que dirige Danisa Flores.

Una cuarta expresión que se mantiene como oposición a la dirigencia oficial del SNTE es la que encabeza el ex dirigente de la sección 27 del SNTE, Jaime Quiñones, representante de Maestros Por México, que participa en los equipos que promueven la candidatura de Marcelo Ebrard. Jaime forma parte del equipo de las redes progresistas que dirige Tomás Vázquez Vigil y fue dirigente seccional en los tiempos en que Elba Esther presidía el SNTE nacional. Y no hay duda de que si Ebrard fuera el candidato, sus huestes magisteriales irían por el relevo en la dirigencia nacional del SNTE.

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Sin embargo, en el contexto local, tanto los grupos oficiales que dirigen el SNTE en Sinaloa como los opositores han vivido un marcado proceso de desvinculación de sus bases, por lo que ahora la mayoría de los maestros estarán sueltos para tomar su decisión rumbo a la definición de candidato y a las elecciones del 2024, a menos que surgieran nuevos liderazgos que los agruparan en el proceso, lo cual se ve difícil en estas elecciones –los liderazgos sindicales surgen en procesos sindicales—, por lo que la definición del magisterio y el futuro del SNTE dependerá, en buena medida, de quien resulte ungido como candidato presidencial de Morena.

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