México y Sinaloa son reconocidos en el plano internacional por su riqueza biológica. Para el caso particular de Sinaloa esta importancia se debe a su estratégica ubicación geográfica al situarse en la zona de transición de las regiones biogeográficas Neártica y Neotropical, además de permanecer “biológicamente aislado”, al Norte por el desierto sonorense, al Sur por Marismas Nacionales, al Este por la Sierra Madre y al Oeste por el Océano Pacífico. Por estas “barreras naturales” tiene un reservorio biológico importante de especies de flora y fauna, algunas consideradas como endémicas o cuasiendémicas. Significa que son especies sinaloenses, especies que han encontrado un nicho adecuado para su evolución genética y por tanto deben de ser conservadas.

Tan solo la flora sinaloense es rica en endemismos. Vega y colaboradores (2000), mencionan “383 especies y taxa subespecíficos endémicos de la región oeste y noroeste de México. De ellos, 107 son endémicos estrictos al estado y 21 están presentes en el municipio (de Culiacán), lo que representa 20% del endemismo estricto estatal”, aclarando que el registro de plantas vasculares supera las 3,500 especies. Los mismos autores indican la falta de recursos económicos para la investigación por lo que existe un vacío de información que limita su conservación y manejo. No se puede conservar lo que no se conoce.

Hay que reconocer que este acervo biológico sustenta y mueve indirectamente el tejido social y económico en cualquier comunidad a través de los “servicios ambientales” que nos proveen. Este concepto ha llamado la atención en diversos países, México no es la excepción. CONAFOR instauró hace algunos años el Programa de Pagos por Servicios Ambientales y Servicios Hidrológicos con el objetivo de mantener la biodiversidad y la cobertura forestal en los bosques, desafortunadamente los recursos económicos han ido a la baja.

Aún y cuando este concepto de Servicios Ambientales es relativamente nuevo y ha tenido buena aceptación entre los tomadores de decisiones, quienes lo visualizan como una opción viable para mantener la paz con el planeta en términos de su constante y paulatino deterioro. Este concepto ya había sido visualizado desde los tiempos de Platón, quien observó un vínculo entre la deforestación y la ausencia de lluvias. Sin embargo, el concepto de servicios ambientales se acuñó como tal en el año de 1864, pero quedó en el cajón de los recuerdos como una herramienta más en la conservación de los recursos naturales.

Uno de los servicios ambientales que diferencian a Sinaloa del resto de las entidades del país son los once ríos que cruzan por su territorio, con nueve presas para irrigar poco más de un millón 117 mil hectáreas, que económicamente superaron los 54,765 millones de pesos producto de las más de 12´157,641 toneladas de alimentos (Sinaloa en Números de Agricultura en Sinaloa 2018.).

De acuerdo a datos de CONAGUA a nivel nacional los volúmenes de agua se concesionaron de la siguiente manera: Agrícola 76.7%; Energía eléctrica excluyendo hidroelectricidad 5.1%; Industria autoabastecida 4.1%; y Abastecimiento público 14.1%. Por tanto, más del 85% del agua se utiliza para mover la economía a nivel nacional. Con una aportación tan significativa de estos servicios ambientales en los diversos sectores, se requieren de programas que nos permitan tener un abasto seguro de agua.

Agua que se genera en los mares y la sierra, por tanto su protección debe de ser considerada desde esa perspectiva. Apuntalar actividades que permitan la conservación de estos dos grandes ecosistemas que proveen del vital servicio ambiental hidrológico en la entidad es, sin duda alguna, una política que debe de ser incluida y ejecutada en las propuestas de los candidatos.

Se requieren de espacios protegidos en estas zonas que favorezcan una conservación basada en dividendos ecológicos y económicos para sus propietarios y que los usuarios puedan tener un abasto permanente de los mismos. Trabajar en favor de aquellos que poseen estos recursos naturales, que curiosamente se encuentran en condiciones de pobreza. Planificar a nivel de cuencas hidrológicas con programas específicos de conservación del agua. Día a día nos estamos alejando del cuidado de los recursos naturales, día a día los servicios ambientales que nos proveen se harán más escasos de no cambiar el rumbo.  

Continuar con un “amor platónico” con los servicios ambientales nos llevará a una inminente ruptura en la provisión de los servicios ambientales, trastocando con ello el tejido social y económico.

Es tiempo de mirar a la sierra y el mar, tratarlos como socios generadores de riqueza y bienestar.

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