Tengo frente a mí un material plástico reciclado (pellet) que no cumplió con las especificaciones técnicas, ni de calidad, que la empresa Netafim Manufacturing México S. de R. L. de C. V. implementa en su planta para la recuperación y reciclado de cintillas de fertiriego en el Noroeste de México, ubicada en Culiacán, Sinaloa, como eje de su Programa de Circularidad ReGenTM. Este ambicioso programa “busca facilitar la adopción de la agricultura sustentable a productores, regenerando los residuos plásticos que quedan en el campo tengan un ciclo de vida más largo, re-incorporándolos a la producción de líneas de goteo bajo un modelo circular”. Es la planta más grande en su tipo de Latín América.

En el universo agrario nacional, los sinaloenses debemos de estar orgullosos de nuestros agricultores, pues en nuestra entidad se producen tres de las 10 tortillas que los mexicanos nos comemos, gracias a las poco más de 489 mil hectáreas que se siembran anualmente de esta gramínea. Se dice que la tarea es fácil pues las tierras son de riego. Eso podría ser de “tiempo atrás”, pues existe una miríada de problemas que se tienen que sortear para ello, sequías prolongadas, lluvias cicateras y a destiempo, súmele heladas, ciclones, tornados y todo lo extraño y atribuible al mal querido “cambio climático”, ¿quién no recuerda la helada del 2015 que “quemó de frío” todos los maizales? Además súmele los altos costos de los fertilizantes y sus escases, que pasará a la historia en un futuro próximo con la planta de fertilizantes de GPO en Topolobampo.

Centrémonos en la falta de de agua, ausente ya por varios años y protagonista de la presente entrega, y en la demanda de alimentos que requiere una población en constante crecimiento, pero también consiente de la necesidad de conservar los ecosistemas y sus recursos naturales, limitando el crecimiento de la frontera agrícola para producir más alimentos, y sin apoyos gubernamentales y/o limitados.

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Reparar la infraestructura hidráulica, conformada por once presas, más de 18 mil 650 kilómetros de canales y drenes que distribuyen el vital líquido a las poco más de 1 millón 67 mil 526 hectáreas, de las cuales 800,000 son de riego y el resto de temporal es una labor titánica y costosa. Migrar de la siembra de maíz a otros cultivos más tolerantes a factores climáticos es factible y podría ser una solución a los sedientes campos sinaloenses. Sin embargo, esto nos pondría a dieta, al disminuir el número de hectáreas de esta gramínea. Una innovación tecnológica factible y disponible es el uso de agroplásticos, pero son derivados del petróleo, por tanto son precursores de gases de efecto invernadero, tienen una vida útil muy corta y cuando se desechan se convierten en un problema ambiental por la inadecuada disposición final, similar a sus parientes las botellas plásticas. Menudo berenjenal o problema el que enfrentamos.

Sin embargo, la opción tecnológica idónea y que solucionaría este grave problema es, sin duda alguna, el utilizar los sistemas de riego por goteo debido a que, en el corto plazo y de manera significativa, terminarían con el problema de la escases de agua, pues con el uso de las cintillas plásticas para el fertiriego, se aplican las cantidades de agua y fertilizantes que requieren las plantas. El gasto de agua y fertilizantes se reduce significativamente pues las mangueras para irrigar por goteo permiten, no solo ahorrar en los aportes de agua que requieren los cultivos, también facilita la correcta aplicación de los nutrientes, incrementando significativamente la producción. Por ejemplo, con las heladas del 2015 se implementó un programa de emergencia en la región del Évora, se resembró maíz y frijol utilizando cintillas para el fertiriego. Los resultados fueron importantes, con cosechas de 15 y 3.8 toneladas de maíz y frijol respectivamente, cuando en esas mismas tierras los promedios eran de 10 y 3.5 toneladas en esos mismos cultivos. Desafortunadamente, como muchos programas de gobierno, terminada la emergencia no se le dio seguimiento y quedó en el olvido.

El plástico tiene detractores y muchos, pero tenemos que entender que también ha sido importante en el desarrollo de la humanidad.

Se puede argumentar que pululan por todas partes, que tenemos más microplásticos que peces en los océanos, pero igual son utilizados en la alimentación y salud humana, entre otros. Las mismas cintillas para fertiriego han transformado yermos desiertos en fértiles valles, no es ficticio, esto sucedió en Israel. En ese país se aprovechó hasta la última gota de agua, inclusive de las plantas de tratamiento de aguas residuales y de donde hubiera para sembrar tierras otrora desérticas, alcanzando la autosuficiencia alimenticia. El uso de esa tecnología puede incrementar la superficie de siembra, al llevar agua a terrenos agrestes que no tienen posibilidades de acceder al riego rodado y esperan las lluvias para su aprovechamiento.

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El problema del plástico es su bajo costo y su fácil producción, estos dos factores los hacen altamente desechables, de un solo uso, y además la inmensa mayoría de estos no son dispuestos adecuadamente. Otro problema con los agroplásticos ha sido la ausencia de programas para su reaprovechamiento, similar a otros productos plásticos también tienen una vida útil relativamente corta, por lo que en los campos agrícolas aparecieron tiraderos a cielo abierto clandestinos con estos materiales y recipientes de agroquímicos con los consabidos problemas ambientales.

Hoy Netafim opera una planta de recuperación de cintillas plásticas en Culiacán en el marco de su Programa de Circularidad ReGenTM, con una capacidad de 350 toneladas al mes para ser transformadas de nuevo en cintillas. Aquí falta una alianza estratégica entre el sector agrícola, autoridades de los tres niveles de gobierno y esta empresa y porque no GPO para impulsar a otros derroteros al campo sinaloense y poner en la palestra estos programas que traen soluciones a problemas antiguos con innovaciones tecnológicas que generan dividendos en todos los aspectos: ambiental, económico y social.

El camino seguro a la sustentabilidad.

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