Dicen que no existen las coincidencias, yo digo que la vida está llena de ellas; las destinadas para ti siempre te encuentran. Algo así como lo que dijo Castaneda: “él no se busca, te encuentra…”, sabemos de su alucinógena experiencia. Así pasó con la mágica blancura del bien nombrado “Piel de agua”, un delicado y místico huipil que me envolvió la noche del 15 de diciembre. Todo ocurrió en una casona de la colonia Roma, un espacio que alberga el Salón de la Plástica Mexicana, en la Ciudad de México. Allí estaba ella, su creadora, con Ellas —exposición de las artistas que abrieron espacios de expresión para las nuevas generaciones de mujeres—, una serie de pinturas de maravillosas mujeres que marcaron una época.

El jueves 15 de diciembre, el “Piel de agua” vistió a la autora de La mujer que quiso hacer todo al revés y la magia se hizo. La fuerza de su destello envolvió el cuerpo vivo de la escritora de historias y la concurrencia vibró en la misma sinfonía; apenas un susurro, un suave soplido, un vuelo de luz que transformó la noche. Allí estaba ella, Aliria Morales, la pintora que con su pincel resucitó a los personajes de Juan Rulfo, la tallerista de los Bastones de mando que han sanado almas, la artista de la masarroca, la poeta de nostalgias, la mexicana que ha mostrado su obra a México y al mundo, la creadora de diseños textiles tan significativos y bellos… estaba allí esa noche portando un propio huipil y viendo como su “Piel de agua” se movilizaba como oleaje marino en un cuerpo distinto.

Listones satinados, tiras bordadas, materiales abrillantados… el blanco dominando en todas sus formas y texturas, mas el poder de este huipil, intuyo, está en la historia que encierra: un ajuar de novia que capturó sueños y anhelos, deseos y libertades, amor y prosperidad, labor y creatividad, ternura y cariño, independencia y labor de una apasionada artista. Una pieza que, esa noche, parecía escaparse de su galería para engalanar el lanzamiento de La mujer que quiso hacer todo al revés… Al día de hoy, un salto en el tiempo, cinco meses después, el “Piel de agua” se posa entre las piezas de la exposición Pedazos de tiempo para homenajear la trayectoria y el arduo trabajo, nada menos que 40 años de trayectoria, de la artista plástica, Aliria Morales. Más de 80 piezas expuestas al aprecio del público, en la unidad Zacatenco del IPN, en la ciudad de México.

El blanco purificador, inmaculado, parece que hizo lo suyo y ahora en coro la autora, Roberta, Ivana, Marina, Cecilia, mujeres protagónicas que se desdoblan dentro de la historia de La mujer… revés, felicitan a la artista por sus coloridos 40 años y agradecen también el arropamiento en ese mágico día; esa salida al mundo para mostrar una historia de personajes y lugares contrastados, de generaciones y tiempos distintos. Nada fue casualidad, apenas un día antes parecía que designios ajenos echarían todo abajo, pero no y el mágico blanco engalanó el jueves 15. Cada pedazo del “Piel de agua” descargó su buen augurio en ésta que escribe. Un halo de parabienes de mujeres ancestrales, ficticias y reales se hicieron presentes en ese huipil sanador, que sólo portarlo impregna su algarabía atemporal. Gracias Aliria Morales por tu arte, por tus primeras 40 décadas y por tu acompañamiento en el arranque bienaventurado que han tenido las mujeres que brotan cual cardumen de voces y desdoblamientos del cuerpo apalabrado de La mujer que quiso hacer todo al revés

Comentarios: [email protected]

Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO