Que la “L” con la “A” dice “LA” en la asignatura de lenguaje y que “2+2” es igual a “4” en matemáticas, es cierto, natural y lógico para los adultos que ya dominan su lenguaje y las operaciones matemáticas básicas, pero no es tan cierto para los niños que no tienen ese esquema de conocimientos y aún no dominan esos lenguajes.
No es lo mismo, por ejemplo, memorizar las reglas gramaticales del español para acreditar un examen, que aprender a comunicarse para satisfacer necesidades. Al igual que no es lo mismo sumar, restar, multiplicar o dividir, en abstracto, para obtener una calificación en la escuela, que enseñar a usar esas operaciones para resolver problemas concretos en la vida cotidiana en un contexto determinado.
Las teorías más recientes sobre la enseñanza de lenguaje plantean que los niños deben aprender a leer y escribir como aprendieron a hablar, de manera natural, funcional y que tenga sentido para ellos, de lo contrario, aprenderán a repetir lo que está escrito en un texto pero no a entender su significado. Eso explica por qué, incluso en educación superior, un muy alto porcentaje de estudiantes universitarios no comprenden lo que leen. Es decir, pueden pronunciar (técnicamente) las palabras y frases que ven escritas en un texto pero no comprenden su significado.
LEE MÁS: Ciclo escolar inicia con 95.6 millones de Libros de Texto entregados en 26 estados
Y esta desvinculación entre los contenidos de aprendizaje en la escuela (concretamente de lenguaje y matemáticas) y los problemas y necesidades reales de la vida cotidiana, donde tienen lugar las decisiones, las acciones y las emociones, genera un alto grado de angustia entre los alumnos que no encuentran asideros a ese conocimiento escolar y, en el largo plazo, estrés que, con frecuencia, les hace terminar odiando las matemáticas y el lenguaje.
SUPERAR 4 DÉCADAS DE ATRASO
Estos dos ejemplos que muestran la separación entre la enseñanza del conocimiento escolar y la vida cotidiana, social y cultural, no son nuevos. Se advierten con mayor intensidad especialmente a partir de finales de la década de los 80 y principios de los 90, en la época de “la modernización educativa”, de Carlos Salinas, cuando se propuso estandarizar la educación para competir en el comercio internacional, concretamente con Estados Unidos y Canadá, previo a la firma del Tratado de Libre Comercio.
La modificación de los planes y programas de estudio con criterios productivistas para competir el comercio internacional ponía el énfasis de la educación en la estandarización de habilidades y destrezas para el trabajo, orientadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico –OCDE-, organismo pro empresarial que promovía la sustitución de valores educativos como la identidad cultural, la honestidad, el nacionalismo y la solidaridad, por la eficiencia, la eficacia, la calidad y la competencia.
El crecimiento del neoliberalismo en el mundo occidental, principalmente en Europa y Estados Unidos y como efecto, en México y América Latina, dio paso a la generalización de los cambios en los sistemas educativos nacionales, colocando como propósito central de la educación (básica y superior) la formación por competencias, (concepto proveniente cien por ciento del mundo del trabajo y no de la educación) que invadió completamente los programas educativos de todos los niveles trastocando la enseñanza de los valores nacionales y desplazando las identidades culturales de los países por valores productivos.
Y aunque formar para la producción es pertinente y necesario, fundamentalmente en educación superior, el desarrollo tecnológico y la sobreexplotación de los recursos naturales que han provocado el calentamiento global, poniendo en grave riesgo el futuro del planeta, han obligado a muchos países, entre ellos México, repensar el papel de la educación y a transformar sus sistemas educativos hacia la construcción de un mundo más humanista, inclusivo, que respete los derechos humanos y la diversidad cultural, especialmente las culturas locales.
MEXICO, PROPUESTA EDUCATIVA DE VAGUARDIA
Esto es precisamente lo que está en el centro de la discusión sobre los nuevos planes y programas de educación básica y sobre los contenidos de los nuevos libros de texto gratuitos en México. No sólo los contenidos políticos y de educación sexual, sino, en esencia, una concepción distinta del mundo. Una concepción que reconoce los derechos de los grupos indígenas, su lengua, su cultura y sus derechos humanos, así como el respeto a la diversidad cultural y sexual, y una propuesta didáctica de aprendizaje dinámico, reflexivo, crítico, pero sobre todo, contextualizado. Una propuesta educativa que coloca en el centro del aprendizaje la vida y la realidad de las comunidades donde están insertadas las escuelas, de ahí que los aprendizajes no son únicos y genéricos para todo el país, sino que, sin descuidar contenidos nacionales, giran en torno a la realidad de contextos particulares.
No obstante, el proceso educativo se organiza en campos formativos fundamentales que cubren todas las dimensiones que requiere el desarrollo del alumno: Lenguajes, Saberes y pensamiento científico, Ética, naturaleza y sociedad y De lo humano y lo comunitario, los cuales son atravesados por siete ejes: La lectura y la Escritura en el Acercamiento a las Culturas; La inclusión; el Pensamiento Crítico; Artes y Experiencias Estéticas; Vida Saludable; Interculturalidad Crítica; e Igualdad de Género.
SÍ ESTÁN LAS MATEMÁTICAS EN LOS NUEVOS LIBROS
Y sí, las matemáticas sí están en los planes y programas y sí están en los libros de texto de la SEP, como lo explicaba hace unos días el doctor Santiago Inzunza Cázarez, doctor en matemáticas, quien precisa que la enseñanza de las matemáticas en México está muy atrasada y explica que éstas sí están en los libros de texto pero no aparecen como asignatura independiente, aislada del resto de los contenidos, como operaciones en abstracto, sino integradas a los saberes y el pensamiento científico.
Es decir, están incluidas de una manera distinta de la tradicional, más adecuada a las características y necesidades de las nuevas generaciones.
No obstante, para mucha gente cuesta trabajo comprenderlo porque, especialmente en las últimas cuatro décadas, la educación ha sido segmentada (“para facilitar su aprendizaje”), pero separada de su contexto; se ha reducido a la búsqueda pragmática de resultados inmediatos, en abstracto, con una visión productivista, sin reparar en los procesos que hay que desarrollar para obtenerlos y en cuyo tránsito está precisamente la formación de cualidades humanas.
LEE MÁS: PAN presenta queja por libros de texto gratuitos en Sinaloa
Un salto de la visión técnica, pragmática, orientada al “capitalismo salvaje”, impulsada por el neoliberalismo, hacia una visión humanista, inclusiva, que respeta la diversidad, la interculturalidad y la naturaleza, y propone un capitalismo humanista, es lo que está en juego.
Comentarios
Antes de dejar un comentario pregúntate si beneficia a alguien y debes estar consciente en que al hacer uso de esta función te adíeles a nuestros términos y condiciones de uso.