No hay nada más ofensivo para un mexicano, que un extranjero menosprecie su cultura. En sentido inverso, no hay nada que despierte más el orgullo de un mexicano, que cuando un extranjero resalta el valor de sus tradiciones. Mas si los comentarios positivos provienen de gente blanca.
Es por eso que en nuestro país son muy populares los videos en los que aparecen extranjeros exaltando la forma de vida, los colores, la comida y la música mexicana. El placer que genera este tipo de contenidos digitales ha sido estudiado desde la psicología social, y al parecer la satisfacción proviene de apaciguar una necesidad insatisfecha de validación.
El mexicano, escribió Samuel Ramos, tiende a acomplejarse ante el mundo por un sentimiento de inferioridad cultural, originado por una larga historia de conquistas, intervenciones, derrotas y pérdidas territoriales en los que no ha salido muy favorecido.
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El menosprecio que llegue a sentir el Mexicano por sí mismo, se potencia en las interacciones de la globalización, donde los valores de los países europeos occidentales se perciben como superiores. Es por eso que muchos mexicanos encuentran satisfacción al recibir cumplidos culturales de parte de personas que representan la llamada supremacía de la civilización moderna.
En años recientes México ha recibido un mayor número de turistas extranjeros; también se ha convertido en el hogar muchos migrantes originarios de países desarrollados, que por las posibilidades de el trabajo a distancia, y por un tipo de cambio de divisas favorable, han encontrado en nuestro país un lugar más accesible para hacer rendir sus recursos. Debido a esta situación, se ha generado en México una economía dirigida hacia este tipo de personas que cuentan con un poder adquisitivo superior al del mexicano promedio.
Lo interesante es que las preferencias de estos consumidores extranjeros se orientan hacia productos que no sólo satisfacen necesidades materiales, sino que demandan además una especie de experiencia cultural, folclórica, de lo que ellos imaginan es el México más auténtico. Es así que parte de la economía en nuestro país se ha abocado a producir espacios, mercancías, experiencias y gastronomías, que tienen el único propósito de materializar para su venta lo que el extranjero ha idealizado como lo mexicano.
Es un tipo de Disneyzación, como lo explica Alan Bryman, pero mucho más radical. En los parques temáticos la gente es consciente que la experiencia no es real. Sin embargo el extranjero que viene a México hace suya las vivencias con todos los sentidos, sin percatarse que lo que consume es en realidad un invento para saciar sus fantasías culturales. Es un modelo de negocios que tiene tanto éxito, que ha convertido a México en un país instagrameamable, sobre todo en algunos escenarios acartonados.
El resultado es una falsificación selectiva de los rasgos mexicanos que son más llamativos para comercializarse. Y esto se replica con el turismo en cada región.
¿Dónde se encuentra lo Mexicano? Esta semana fueron objeto de burla unos jóvenes músicos mexicoamericanos que visitaron por primera vez nuestro país. Es un grupo llamado Yahritza y su Escencia, conformado por tres hermanos oriundos de Yakima, Washington, en Estados Unidos. Y durante una entrevista hicieron notar que no la pasaron tan bien como lo esperaban en su visita a México, sobre todo con lo relacionado al ruido y la comida.
Entonces se les criticó por no elogiar al país como lo hacen los extranjeros blancos. Los integrantes de Yaharitza rápidamente fueron ofendidos ahora por su aspecto, color de piel, por no hablar bien español. “¡Qué derecho tienen de hablar mal de México unos Prietos nopaleros!”, les recriminaron supuestamente por creerse gringos y negar la cruz de su parroquia.
Habría que notar que la mexicanidad es un conjunto de identidades múltiples. Tampoco es algo se puede delimitar al interior de una frontera política. Éstos muchachos de Yaharitza, aunque no hablan un perfecto español, aunque quizá no les gustan los tacos, en realidad son una expresión muy auténtica de lo mexicano.
Hijos de migrantes, que comparten historias de cruces por el desierto. Asentados sobre comunidades apartadas por el racismo y la marginación. Que el trabajo duro de sus padres los separa de la convivencia familiar, donde pudieran haber adquirido un mejor manejo del lenguaje. Jóvenes que se les niega la educación y oportunidades, pero que encuentran en la música una manera de expresar su identidad y les permite reencontrarse con una tierra de antepasados que conocen solo por historias y rumores que se desvanecen.
@yahritza Aquí le dejamos este mensaje desde el fondo de nuestro corazones
♬ original sound – Yahritza
Los migrantes mexicanos en Estados Unidos viven muy diferente la mexicanidad. Para ellos México no es el folclor de la Rivera maya, San Miguel de Allende o La Condesa. Sus familias tampoco provienen de los barrios más adinerados, no vivieron en San Pedro, Las loma o Zapopan, ni viajan a Europa con una chamarra negra con una leyenda en la espalda que dice “Mexico is the Shit”.
El migrante mexicano vive una identidad muy dolorosa, ligada al racismo y a la discriminaciòn por su color de piel y por su idioma. Lo mexicano cierra puertas.
Los que nacieron en Estados Unidos, o los que se fueron desde pequeños, tienen muy pocas referencias del país de sus padres. No añoran esta tierra, simplemente porque no la vivieron. Entonces porqué habrían de amar un país que no han aprendido a querer.
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Encontrar el orgullo por las raíces es un proceso lento, una lucha. Lo mexicano debe florecer como una identidad diversa, fluida y transfronteriza. Para lograrlo hay que confrontar el sentimiento de inferioridad, deshacernos de los nacionalismos perniciosos y apartarnos de la mexicanidad como expresión de privilegio.
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