La apertura comercial iniciada desde la década de los ochenta del siglo pasado y materializada en el TLCAN y luego en el T-MEC, ha propiciado un crecimiento y un desarrollo desigual en las regiones de México. Las economías de Aguascalientes (3.5%), Querétaro (3.4%), Quintana Roo (3.3%), Baja California Sur (3.2%) y Nuevo León (3.1%), son las que han presentado las tasas medias de crecimiento anual más altas en los últimos 42 años. Se trata de entidades con vocación industrial manufacturera y turística. Sinaloa, con un crecimiento promedio de 1.8 por ciento, aparece debajo de la media nacional (2.1%), en el lugar 24. En términos de producto per cápita, Campeche, CDMX, Nuevo León, Tabasco y Sonora aparecen en las primeras posiciones. En el ranking 2022 del PIB per cápita, Sinaloa también se ubica por debajo de la media nacional y ocupa la posición 17.

Los motores que mueven la economía nacional y las regiones de México son las manufacturas, las exportaciones y la IED. En lo que se refiere a las exportaciones, cinco entidades (Chihuahua, Coahuila, Baja California, Nuevo León y Tamaulipas) concentran más del 54 por ciento de las exportaciones nacionales. En esta lista, Sinaloa se ubica en el puesto 19, pero si consideramos la participación de las exportaciones en el PIB estatal, Sinaloa se mueve hasta la posición 27. Datos como estos ponen en evidencia que, en la dinámica de las exportaciones impulsada por los acuerdos comerciales, solo algunas entidades han tenido una participación relevante y Sinaloa no forma parte de este grupo.

El mayor o menor aprovechamiento de las condiciones creadas por la apertura comercial mucho tiene que ver con el grado de industrialización de las economías regionales, medido, por ejemplo, por el peso que la industria manufacturera tiene en el conjunto de las actividades económicas estatales. Destacan los casos de Aguascalientes (4) y San Luis Potosí (5), ya que son las entidades que más posiciones han escalado en el top ten de los estados industrializados. También los casos de Chihuahua (3), Guanajuato (7) y Baja California (6), que antes del TLCAN no formaban parte de este grupo. Sinaloa, en este ranking, pasó de ocupar la posición 24 en 1993, la 23 en 2021. En industria manufacturera, estamos estancados y a la baja, porque tampoco hemos avanzado en la participación del estado en la actividad manufacturera nacional.

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Por lo que corresponde a la IED, también cinco entidades han recibido más de la mitad de los flujos que han llegado a nuestro país en los últimos 20 años. Son los casos de la CDMX, Nuevo León, México, Chihuahua y Jalisco. Sinaloa ha recibido apenas el 1 por ciento del acumulado nacional y se ubica en el puesto 22. Haciendo el cálculo de la IED regional por cada 100 mil habitantes, las entidades más favorecidas son Zacatecas, Baja California Sur y la CDMX. En esta lista, Sinaloa baja al lugar 26, pero si el ranking se hace considerando la participación de la IED en el PIB estatal, Sinaloa cae hasta el lugar 28.

Resulta evidente que a Sinaloa no le ha alcanzado para insertarse en esta dinámica manufacturera y exportadora, su condición de gran productor de alimentos, aunque mayormente sea eso lo que exporta. Las exportaciones agrícolas representan el 67% de las exportaciones totales de la entidad y aportan el 16% a las exportaciones agrícolas realizadas por el país. Seguimos presumiendo que tenemos la agricultura más tecnificada de México; que somos el número uno en la producción de tomate, chile morrón y pepino; que aquí se produce el 38 por ciento de las hortalizas del país; que ocupamos el primer lugar nacional en producción de granos y; que siete de cada diez tortillas que se consumen en México se elaboran con maíz producido en Sinaloa. Todo eso está muy bien. 

Pero ¿por qué no nos atrevemos a dar un paso adelante para aprovechar que México forma parte de una de las regiones más poderosas y exitosas en materia comercial y de flujo de capitales? ¿por qué no pensamos en el diseño de una política de desarrollo regional orientada al aprovechamiento de la producción primaria y el impulso de las actividades industriales manufactureras?

Una estrategia que oriente en la misma dirección la infraestructura productiva, la IED, los procesos de innovación, el capital humano calificado, la ciencia, la tecnología y el estado de derecho para consolidar una estrategia de industrialización manufacturera. Una estrategia que poco a poco y gradualmente nos acerque a una estructura productiva más diversificada y próxima a los sectores de mayor complejidad, de más rápido crecimiento, de mayor productividad e innovación.

En los años más recientes, Sinaloa cerró el 2021, en términos de crecimiento económico, en la parte baja de la tabla (lugar 24) y mostró una recuperación en el 2022, ubicándose en la posición 10, por encima del crecimiento promedio nacional, considerando todas las regiones del país. En este último año, Sinaloa creció impulsado fundamentalmente por las actividades terciarias, particularmente el comercio. Esto, entre otras cosas, es el reflejo de las posiciones en las que entidad aparece en el recientemente publicado Índice de Competitividad Estatal elaborado por el IMCO. En él, Sinaloa ocupa el puesto 16 en complejidad económica en sectores de innovación, el 15 en diversificación económica y el 21 en el PIB en sectores de alto crecimiento. 

Por eso y porque carecemos de la infraestructura (entre otras cosas, insuficientes parques industriales) y el capital humano requerido (pocos estudiantes formados en carreras STEM. Lugar 26 en el país), estoy convencido que desafortunadamente Sinaloa no forma parte de las entidades que se verán favorecidas con los nuevos escenarios en el ámbito nacional, ya que difícilmente estará en condiciones de aprovechar el proceso de relocalización de empresas extranjeras que se está dando en algunas regiones del país y las obras de infraestructura que se anuncian para la entidad requieren de la presencia de lo que se llama servicios de infraestructura para que puedan manifestar su potencial y eso no sucederá en el corto plazo. 

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En algunas regiones del país esperan que por efecto del T-MEC se genere una mayor Inversión Extranjera Directa, se impulsen las exportaciones y se dinamice la industria manufacturera, en otras, las esperanzas de recuperación están ligadas a las obras de infraestructura que se han puesto en marcha, pero acá en Sinaloa poco o nada de todo ello nos tocará, por lo que nos corresponde, como desde hace años, diseñar nuestro propio destino, recuperando las viejas aspiraciones de industrializar los productos primarios, convirtiendo a Mazatlán en un puerto que aproveche el potencial productivo y comercial del Corredor del Norte o, diseñando nuevas vocaciones productivas ligadas a la implementación de una estrategia de industrialización manufacturera. 

Debemos institucionalizar el crecimiento para promover el desarrollo, para lo que requerimos del diseño de normas e instituciones que tracen la obligatoriedad al seguimiento de directrices centrales con una visión de largo plazo, por lo que nos urge una nueva Ley de Planeación de Desarrollo. Solo así se conseguirá para Sinaloa un proceso de crecimiento y desarrollo sostenido, con una economía más diversificada y con actividades productivas de mayor complejidad y dinamismo, que permita escalar a mayores niveles de ingreso per cápita y de mayor bienestar social para la población sinaloense. 

La nueva Ley de Planeación para el Desarrollo del Estado de Sinaloa y sus municipios que se ha propuesto, tiene en la participación social y ciudadana uno de sus componentes fundamentales, por lo que alienta la convergencia estratégica de todos los actores sociales y agentes económicos y productivos, para abrir una nueva época en el desarrollo económico y social de la entidad.

En ella se precisan las bases para la integración y el funcionamiento del Sistema Estatal de Planeación para el Desarrollo de Sinaloa y sus municipios (formado por el Comité de Planeación para el Desarrollo del Estado (COPLADE), el Instituto Sinaloense de Planeación (INSPLAN), el Comité de Planeación para el Desarrollo del Municipio (COPLAM) y, el Instituto Municipal de Planeación (IMPLAN); del Sistema Estatal de Participación Incluyente; del Sistema Estatal de Información Estadística y Geográfica; del Sistema Estatal de Control y la Evaluación; y del Sistema Estatal de Inversión.

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Se trata de crear un gran acuerdo y una agenda compartida por todos los actores económicos, políticos, sociales y culturales, convencidos de que ella representa la única posibilidad real de organizar la transición de Sinaloa de territorio estancado o potencialmente perdedor, a territorio potencialmente ganador.

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