Las “olas de calor” son ya una realidad y no conoce fronteras. Es un problema silencioso, tan es así que lo hemos padecido en los últimos 20 años. El pasado mes de julio se rompieron récords de altas temperaturas a nivel global, no es poca cosa. Esto ya impacta extensas áreas o regiones con consecuencias desastrosas. Aquí en México, por ejemplo, en el norte el mercurio se elevó más que en la región sur.

Al ser un problema silencioso, sus posibles soluciones se tornan más difíciles y complicadas debido a que las olas de calor tienen la particularidad de favorecer la aparición de “islas de calor”. Otro nuevo término, entonces, ¿qué son las islas de calor? Se consideran fenómenos que se originan en algunas zonas urbanas en donde las temperaturas son más elevadas que en zonas aledañas dentro de la misma marcha urbana.

Estas discrepancias en los termómetros, se pueden atribuir a la misma distribución de la infraestructura urbana, por ejemplo, la presencia de edificios, casas, banquetas, calles, ausencia de arbolado, entre otras, todos ellas pueden o no absorber, acumular o disipar el calor resultando en la presencia o ausencia de las islas de calor.

Los crecimientos desordenados y sin planificación en ciudades abonan a la problemática ambiental, incluyendo a estas. Los periplos de personas de zonas rurales a ciudades, favorece inclinó la balanza poblacional a las urbes, tan es así que actualmente somos más los que vivimos en ciudades que en el campo. Esta situación se magnifica en los países en vías de desarrollo pues un número importante de estos se asientan en espacios no aptos para ello y la falta de recursos económicos de los gobiernos para proveer de los servicios públicos indispensables, mucho menos planificar adecuadamente estos centros urbanos.

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Este crecimiento no planificado tiene diversas aristas desde la perspectiva ambiental, como por ejemplo, el manejo de los residuos sólidos, cuando bien nos va, se traduce en la recolección, transporte y disposición final, todos estos de una manera deficiente. Muchas, por no decir la mayoría, de las administraciones municipales en la gran mayoría de estos países trabajan para resolver los problemas del día a día. Todo ello en el marco de la estrechez financiera.

Retomando el tema de las olas de calor y las islas de calor en las ciudades, podemos implementar algunas medidas que podrían paliarlas. El primero de ellos tiene que ver con las calles y banquetas, que ocupan una superficie del 40% aproximada de la mancha urbana, se sugiere que su construcción debe de ser con materiales claros que permitan el reflejo de las radiaciones solares.

Las viviendas ocupan otro porcentaje significativo de la mancha urbana, entonces las azoteas pueden ser aliadas en la solución del problema con la aplicación de impermeabilizantes que refracten la radiación solar o aprovechar esos espacios para sembrar plantas. Esto aplica también a edificios. Recordemos que las plantas también nos ayudan a absorber CO2 en sus procesos fotosintéticos.

Lo mismo podemos argumentar del arbolado. Árboles, árboles, y más árboles. Plantar especies nativas en cualquier espacio que se pueda la opción más apropiada y económica. No es que estemos peleados con las especies no nativas o introducidas, pero la realidad es que un número significativo de ellas no son aptas para las condiciones naturales de nuestra entidad. Un ejemplo de ellos es el olivo negro, que nadie niega que es frondoso, de rápido crecimiento, pero son muy susceptibles a vientos fuertes, arrojan mucha hoja y pueden ser hasta peligrosos, además de que requieren más agua que las especies nativas. Apostar por estas especies en el largo plazo pueden ser hasta contraproducente. El uso de especies nativas en la mejor alternativa.

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Techos, paredes, en espacios públicos o nuestros hogares son un buen punto de partida, pues no se visualiza que las olas y las islas de calor vayan a disminuir en el corto plazo si estos problemas ambientales son silenciosos y además vivimos en una región en la que históricamente las altas temperaturas son el pan de cada día, particularmente el noroeste de México, debemos de optar por opciones verdes que se traduzcan en mejoras ambientales y nos permita salir a disfrutar de otras bondades que nos puede proveer.

El trabajo colectivo es importante y más importante el visualizar y planificar ciudades compatibles con nuestra nueva realidad o las olas y golpes de calor van a ser nocauts de calor entre la población.

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