¿Porqué Tesla se instaló en Nuevo León y no en… Sinaloa?
Claves para entender la lógica de la localización industrial
Como uno de los hechos de mayor inocencia política pasara a la historia la carta que el Senador Mario Zamora envió a Elon Musk, para pedirle que instalará en Sinaloa la nueva planta automotriz de Tesla.
Ya imagino el contenido de carta, repleta de todos esos clichés que repiten los políticos sinaloenses cuando quieren resaltar las fortalezas del estado: tierra de gente trabajadora, once ríos que bañan su geografía, el granero de México. En una de esas, hasta los mariscos y las playas habrán sido mencionados con tal de señalar las ventajas de Sinaloa sobre otros estados de la República.
Y es que ahora que las corporaciones internacionales están buscando estabilizar las cadenas de suministros, relocalizando partes de su sistema de producción en regiones más próximas a sus mercados de consumo, pues ahora resulta que todo el país quiere atraer inversiones millonarias que detonen de manera repentina la creación de empleos.
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Se ha creado tal alboroto, que la escena económica nacional se asemeja ahora a aquellos castings o audiencias masivas que realizan las televisoras con la intención de cazar talentos, y a los que acuden todo tipo de personajes pintorescos y sin ninguna gracia, pensando que se van a hacerse famosos de la noche a la mañana, pero en cambio, lo único que consiguen es hacer el ridículo.
Volviendo al tema de Tesla, por algún momento se llegó a mencionar que Michoacán estaba entre los estados a donde podía dirigirse la inversión. Sin embargo, esta semana se dio a conocer que la empresa productora de automóviles eléctricos más importante del mundo decidió ubicar su planta en Nuevo León.
Obviamente para los Neolenses es una magnífica noticia, no solo por la inversión de entre 5 mil y 10 mil millones de dólares, y que representa entre el 4 y el 8 por ciento del PIB de México, sino también por todas las sinergias positivas que desencadenará la llegada de una de las empresas más innovadoras en la actualidad. Con esto, Monterrey se consolida como la ciudad industrial más importante del país.
La noticia, sin embargo, no debe desalentar al resto de las regiones en México, por el contrario, debe ser un caso que ponga en evidencia lo que se requiere para atraer más inversiones de calidad.
Tan necesario son ejemplos de buenas prácticas en materia de desarrollo, que en algunas partes del país todavía se piensa que la clave para atraer inversiones es disminuir los costos de producción en beneficio de las empresas, ya sea mediante el abaratamiento de la mano de obra, la exención de impuestos, la laxitud en la aplicación de normas medioambientales y hasta la entrega de terrenos para que las empresas no tengan que gastar ni siquiera en la adquisición de inmuebles.
El problema es que lo único que se consigue con este tipo de estrategias es atraer inversiones chatarra, industrias en declive, parasitarias, que evaden sus responsabilidades tributarias, generan empleos mal pagados, y que en muchos casos terminan por contaminar los recursos territoriales de forma irreversible.
Este es el caso de Sinaloa, donde la mayoría de la inversión extranjera está dirigida hacia la minería. Un sector de alto impacto ambiental y que no genera el empleo necesario para elevar la calidad de vida de las poblaciones donde se asientan los complejos extractivos.
La teoría del ciclo de vida del producto establece que la ubicación de los distintos eslabones que componen la cadena productiva global depende del grado de estandarización de las tareas que se requieren para elaborar un determinado bien.
Cuanto más rutinario sea el proceso de producción de una mercancía, menos calificación del capital humano es requerido, y mayor importancia conlleva economizar los factores básicos de producción. Por eso muchas plantas de productos estandarizados se mudan allá donde la mano de obra es más barata, como lo es el caso de las maquilladoras asentadas en el Norte de México.
En cambio, mientras más cerca está el producto de su fase de diseño e innovación, más importante se vuelven los lugares con una amplia disposición de profesionales capacitados que puedan realizar actividades con un alto grado de especialización y sofisticación, pues lo que realmente importa en esta etapa es mantener la delantera en desarrollo tecnológico con respecto a sus competidores.
Esto es lo que hace diferente a Nuevo León con respecto a otros lugares fronterizos como Ciudad Juárez o Tijuana. Monterrey es cede de dos de las universidades más importantes de México. El Tecnológico de Monterrey incluso es considerado uno de los centros de estudios más competitivos de todo Latinoamérica.
Por otro lado, y contrario a la creencia de que con la globalización la proximidad se convertiría en un aspecto irrelevante, debido a la disposición de cada vez más potentes tecnologías de información y comunicación, la realidad es que en la era del capitalismo cognitivo las ventajas de aglomeración son fundamentales y explican en gran medida porqué las industrias tienden a concentrarse en ciertos lugares.
En este sentido, Monterrey es sede de diversos clústeres de industrias como la aeroespacial, biotecnología, electrodomésticos, agroindustria, servicios médicos, nanotecnología, tecnología de la información, y otros que evidencian una gran especialización de la división del trabajo, así como procesos de generación y transferencia de conocimientos vinculados a los requerimientos de la nueva economía.
Todos estos factores son muy difíciles de replicar. Se generan a través de décadas de planificación de la vocación productiva, inversión en educación universitaria de calidad, mecanismos de gobernanza que incluyen acuerdos a largo plazo entre el sector público y privado para la modernización de la infraestructura urbana, el apoyo a la innovación, el emprendimiento y el fortalecimiento del estado de derecho.
Esa es la ruta a seguir.
Cada región puede detonar el desarrollo conforme a sus propias capacidades. La coyuntura internacional le ofrece a México la oportunidad de anidar diversas industrias de alto valor, que puedan encaminar al país en una nueva senda de desarrollo.
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Aunque para eso es fundamental la conciliación nacional. Las disputas ideológicas pueden echar por la borda esta gran ocasión. Apostemos a que las diferencias que dividen al país se resuelvan por el camino de la legalidad y las instituciones democráticas.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO.
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