He publicado dos hojas de “covidiario” en los abriles de 2020 y 2021 (https://cultura.nexos.com.mx/covidiario26-de-abril-2020/ y https://cultura.nexos.com.mx/covidiario-plus-un-ano-despues/) y, a pesar de que la pandemia no se ha ido, gracias a la vacuna puede decirse que está bajo control. Con todo, en la última semana el número de casos activos en Sinaloa pasó de 77 el lunes a 103 el domingo inmediato anterior (https://www.noroeste.com.mx/culiacan/en-una-semana-los-casos-de-covid-aumentaron-en-sinaloa-superan-nuevamente-los-100-activos-/); de manera tristemente emblemática, en importantes ciudades de China hay un repunte de contagios y nuevas restricciones desde principios de este mes (https://www.latimes.com/espanol/internacional/articulo/2022-04-14/aumentan-restricciones-y-casos-de-covid-19-en-china). Espero que la marcha de las cosas no eche por tierra la idea de dar a estas notas la denominación, acaso aventurada, de “poscovidiario”.

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Fui a una cita en un café céntrico del Paseo del Ángel culichi. Los vagabundos, enfermos mentales y menesterosos que se han hecho más visibles desde la pandemia no son como el Diógenes de Sinope, descubren a Dioniso: nos devuelven al crudo estado de una naturaleza que, cuando se humaniza, se vuelve trágica. Esa naturaleza es una “monstruosa naturaleza” (Nietzsche dixit).

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Releo la introducción a la versión en ebook del Covidiario publicado por nexos en pleno confinamiento pandémico, entre abril y julio de 2020. En esas líneas, Álvaro Ruiz Rodilla recuerda el alcance que los diarios privados tienen en situaciones extraordinarias como guerras, pandemias o desastres naturales. La relectura de lo escrito por Álvaro me revela, otra vez, una condición humana resbalando en el ritornello de la historia: más tardó la pandemia en controlarse que en irrumpir una nueva amenaza, esta vez la de la guerra y el acentuamiento de la polarización en el mundo, en América, en México. ¿Fue la pandemia, en sus momentos más dramáticos, una situación límite para la humanidad? Situación límite, sí: sin duda. Límite humano, no: eso es definitivo.

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Desde los milenaristas a Fukuyama y hasta los filósofos que vendieron muchos opúsculos sobre control biopolítico en la pandemia, el problema de quienes anuncian un epílogo en la historia es que no tienen palabras que llenen el párrafo antes del punto final. Eso me hace sospechar que no están tan seguros de nada.

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No bien salimos del confinamiento mundial cuando la invasión a Ucrania decidida por Putin, nos enfrentó brutalmente a la forzada cuadratura de la geopolítica. En estos días preparo una charla sobre Antígonas de George Steiner, imagino a Putin como el (re)celoso guardián de un supuesto interés de Estado, de una supuesta identidad profunda del pueblo ruso. Pero, ¿tiene pensamiento el pueblo? ¿No será todo interés atribuido al pueblo el eines Manns Gedanken, es decir, sólo “el pensamiento de un hombre”, como reclama la Antígona de Sófocles (en la polémica traducción de Hölderlin) a Creonte y su edicto? La alusión a la preservación de la “rusidad”, escribe Jean Meyer, ha sido convenientemente traída a cuento como tarea histórica de Moscú. La emoción romántica del siglo XIX mezclada con la inducción de una nostalgia por el poderío soviético. Eficaces ropajes de la geopolítica.

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Aprendizajes de la cuarentena pandémica: concentrarte pese a los ladridos de los perros (aunque puede funcionar como metáfora).

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Acá, en el semitrópico sinaloense, también se cuecen habas. En “El Miradero”, un restorán campestre en las afueras de Culiacán, un amigo organiza desayunos sabatinos en los que se abordan temas variados de la agenda del mundo, del país y la región. Una de ellas se dedicó al conflicto en Ucrania. El expositor, un exalumno de la Lumumba de la Moscú soviética, insistió en la recuperación de la vocación expansionista de la URSS en estos días de Putin. Leo a Mira Milosevich (https://letraslibres.com/revista/ucrania-y-rusia-de-la-revolucion-de-octubre-a-la-revolucion-de-maidan/) y entiendo que la inspiración de Putin no es principalmente Lenin sino el zarismo (Lenin enfrentó a Stalin en 1920 para unir a las naciones rusas en una federación, la URSS, que, ya se sabe, terminó siendo una autocracia centralizada). Por lo menos para la navegación emocional con sus propios gobernados, hay que postular la reunificación de la Rusia histórica, la que hasta la segunda mitad del siglo XX abarcaba Rusia (Rossiya), Bielorrusia (Belarrosiya) y la Pequeña Rusia (Malorrosiya, tierra de cosacos que corresponde a la Ucrania actual y cuya etimología significa, reveladoramente, “tierra de frontera”). Sigue teniendo mucha influencia esa gente que, como decía Gramsci, “da la impresión de traer toda la historia en el bolsillo”.

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Recogí a Bob Dylan en la inhabilitada estación de ferrocarril de Culiacán, lo llevé a conocer la capilla de Malverde, platicamos sobre la pandemia, Ucrania y los “trampas” centroamericanos que venían junto con él en el tren, y al final echamos un palomazo con The Times They Are A-Changin’. Supongo que ese sueño tuvo la culpa de que hoy me despertara más tarde que de costumbre.

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La polarización provocada por la invasión rusa es riesgosa a más no poder para todos, para Europa, Asía y el planeta entero. Otras son las polarizaciones que no cesaron ni en los peores tiempos pandémicos en todos los continentes, en América Latina y en nuestro país. Algunas de ellas, como la acicateada por la aparente tentativa de reforma del sector eléctrico en México, frustrada por la oposición en la Cámara de Diputados, no están exentas de sospechas de un hábil manejo político: esa reforma nunca tuvo posibilidades de avanzar, lesionaba la relación con EEUU y los términos del T-MEC, en ningún momento tuvo el consenso necesario ni adentro ni afuera del país. El empecinamiento del presidente mexicano, a sabiendas de lo que ocurriría, puede explicarse desde su idea de mantener la polarización y la identificación de su base de apoyo con posiciones duras e “inclaudicables”. Hacer crepitar la hoguera de las emociones, a ella tendrán que ir los nuevos y viejos “traidores a la patria”.

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Ahora que empieza el calor en Culiacán, estoy teniendo apenas mis primeros sueños con el Covid como telón de fondo. Señal de que hubo ya un reacomodo en mis capas tectónicas.

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Entre tanto, la violencia contra la mujer y los feminicidios siguen incontenibles. Hace una semana encontraron muertas a Itzel en el municipio de El Fuerte, en Sinaloa, y a Debanhi en Escobedo, Nuevo León. Cada día son asesinadas 10 mujeres y 7 son desaparecidas en México. No deberíamos vernos al espejo, dar vuelta a la llave de la ducha, revisar nuestro correo, sacar las llaves del bolsillo, abrir el siguiente cajón del escritorio sin sentir la perplejidad de este horror.

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Me estrené como sexagenario en el confinamiento hace dos años. Hoy es martes, tocó aplicar la cuarta dosis de AstraZeneca. Como escribió en un tuit José Joaquín Blanco (ahora tan arropado en su digital arrobado @josejblanco): “Cuatro vacunas Covid en un año. Pronto serán 365”.

Ronaldo González Valdés. Sociólogo y ensayista. Su último libro es George Steiner: entrar en sentido, editado por Prensas de la Universidad de Zaragoza, España.

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