Antes de la medicina moderna, pobladores de todo el mundo utilizaban sustancias que obtenían directamente de la naturaleza y, a través de rituales específicos, las utilizaban con finalidades ceremoniales, espirituales, físicas o mentales. Con el tiempo, nos hemos alejado de esas sustancias para sustituirlas por químicos más procesados, relegándolas a un plano prohibido en el que su único uso es recreativo y clandestino. Sin embargo, hoy en día, la crisis de salud mental que experimentamos, con más del 5% de los adultos del mundo que padecen depresión y otros cuantos ansiedad, de acuerdo con la Organización Mundial de la salud, ha llevado a algunos a reevaluar el uso de estas sustancias como apoyo para tratar padecimientos mentales y romper con el estigma que conlleva el tema de la salud mental en gran parte de la población. Una de estas sustancias, que podemos encontrar en los hongos “mágicos”, es la psilocibina, la cual fue aprobada en Australia para ser recetada por psiquiatras autorizados para el tratamiento de trastorno de estrés postraumático y la depresión en una medida que entró en vigor el primero de julio.
La psilocibina es un compuesto alucinógeno que provoca experiencias sensoriales intensificadas en la mente humana, especialmente visuales y auditivas; sin embargo, al indagar más profundo, se encuentra que ocasiona efectos en el cerebro que permiten a pacientes enfrentar sus miedos y traumas más profundos. Aunque la polémica no se hizo de esperar, como usualmente pasa en nuestra sociedad, en un mundo donde los trastornos mentales afectan a millones de personas, encontrar un enfoque efectivo y seguro se ha vuelto cada vez más urgente.
La psilocibina muestra promesas de brindar una nueva perspectiva en el tratamiento de estos desafíos emocionales.
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Varios estudios han demostrado que, cuando se administra en un entorno controlado y supervisado por profesionales capacitados, la psilocibina puede ayudar a los pacientes a enfrentar sus miedos y traumas más profundos. Como resultado, ha capturado la atención de investigadores y terapeutas por su potencial para ayudar a las personas a incrementar su bienestar y superar retos en su psique cuando ni siquiera los medicamentos más avanzados han podido lograrlo.
Una de las características únicas de la psilocibina es su capacidad para conectar con nuestra mente subconsciente. En un tratamiento con psilocibina, las barreras que normalmente restringen nuestros pensamientos y emociones se desvanecen, permitiendo un acceso profundo a nuestros recuerdos y patrones de pensamiento arraigados. Esto puede ser especialmente beneficioso para las personas que han experimentado traumas o que luchan contra la ansiedad y la depresión. Al enfrentar estos aspectos subyacentes, la psilocibina ofrece una oportunidad de curación y crecimiento personal. Esto se puede hacer en dosis completas, con debida supervisión o a través de microdosis, las cuales permiten que el tratamiento influya en la configuración cerebral sin la distorsión sensorial que implica la dosis completa.
Los datos son bastante esperanzadores: según un estudio realizado en 2020 por la Universidad de Yale, el 67% de los participantes con depresión resistente al tratamiento mostraron una reducción significativa en los síntomas depresivos después de recibir psilocibina en combinación con terapia psicológica. En el mismo sentido, en un estudio de la Universidad de California en Los Ángeles publicado en 2018, se encontró que una sola dosis de psilocibina redujo significativamente los síntomas de ansiedad y TEPT en pacientes con enfermedades terminales.
Adicionalmente, se han identificado propiedades terapéuticas para la psilocibina en el tratamiento de adicciones. Según un estudio publicado en la revista Journal of Psychopharmacology en 2015, el 80% de los participantes que recibieron psilocibina experimentaron una reducción en el consumo de tabaco a largo plazo. En general, se ha demostrado que la psilocibina podría ser un gran aliado para mejorar el bienestar emocional y la calidad de vida. Los resultados de los estudios son alentadores y sugieren un potencial terapéutico significativo, aunque aún queda mucho por investigar para entender mejor los beneficios y, por supuesto, los posibles riesgos de utilizar esta sustancia en el tratamiento de la salud mental.
Entre los efectos secundarios reportados, destacan efectos psicológicos intensos, malestar físico y reacciones adversas, además de la advertencia de que este tratamiento, hasta ahora considerado alternativo, puede interferir de manera negativa con otros medicamentos, lo que recalca la importancia de llevar esta terapia de la mano de profesionales. No obstante, estos efectos secundarios no se comparan con algunos de los que tienen medicamentos artificialmente fabricados que ya se encuentran en el mercado, situación que puede ayudar a difundir su uso terapéutico.
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En nuestro país, los hongos psilocibes aun son ilegales, a pesar de que se han hecho esfuerzos por reclasificarlos legalmente para abrir la posibilidad de utilizarlos como tratamiento y, al mismo tiempo, proteger el patrimonio de los pueblos que aun los utilizan como medicina tradicional. Australia ya lo logró, el estado de Oregón en Estados Unidos también.
Es un gran momento para impulsar la investigación científica en diferentes regiones que permita desbloquear los enormes beneficios que podríamos obtener de este tratamiento alternativo y que, de la mano de profesionales, podría ser la respuesta para millones que han perdido la esperanza de volver a sentirse bien y de esta manera mejorar las condiciones de la población en general.
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