Checo lo contactó la noche del 13 de mayo. Se reunieron en El Guayabo.

Sabes qué, wey, me dijeron que ahora sí estás amenazado en serio.

-¿Quién, quién te lo dijo bato?

-Alguien que se mueve en el ambiente de la clica, tú sabes entre narcos y políticos; la cosa está muy revuelta. Yo creo que debes tomar esto muy en serio, cabrón. Ora sí, parece que la lumbre está muy cerca.

-Si me quisieran chingar, ya lo hubieran hecho bato.

-¡No, pinche gordo! Si este wey me lo dijo, es porque la cosa está cerca. ¡Vete!

-Pero dime, ¿quién te lo dijo?

-No puedo, wey, debes entender que llevo riesgos; a esa lumbre yo le saco. Está cabrón.

-Está bien bato. Te voy hacer caso. Diles a esos cabrones que ya me voy, me llevaré a la familia.

-Haces bien wey. Así quedaran más tranquilos. Y yo no les voy a decir, porque no sé quién o quiénes son. La persona que me informó lo hará; lo hizo porque alguien quiso que lo supieras, y ese alguien, sabe que tú y yo somos amigos. ¿Te queda claro? –Javier dijo sí con un movimiento de cabeza.

 -Oye, si en algo te puedo ayudar, dímelo. No puedo ofrecerte mucho, pero algo es algo…¿no?

-Pinche bato. Si me gustaras, en este mismo momento te la mamaba; me cae.

¡Chále pinche Gordo, te pasas!

-Gracias bato, más que mi hermano, eres mi amigo, aunque seas muy pendejo. No me avergüenzo de ti.

Tres días después, en la funeraria y ante el féretro donde descansaba Javier, Checo cabizbajo, encorvado, con los ojos rojos de tanto llorar, interiormente desataba aquel soliloquio:

-¡Qué pasó wey! ¡¿Por qué chingados no me hiciste caso, cabrón?!

¿Te das cuenta lo que has hecho, wey? Nos dejaste huérfanos a todos los Culichis. En el mejor momento, cuando apenas ibas a empezar a vivir cabrón; tú mismo lo dijiste: la vida empieza a los 50. Apenas los habías cumplido wey. Estabas en la plenitud, pero además con un chingo de planes y metas por cumplir cabrón. Pero, no sé, no puedo entender porque preferiste dejarnos al garete como a Los morros del narco, a las doñas Rastreadoras, a las Madres con hijos desaparecidos, a los Guachos, a los pobres Policías, a los pinches Sicarios. Ya no tendrán salvación de los malos Patrones, los Jefes de la mafia y los putos Polítiqueros traidores.

¿Acaso pensaste que con tu muerte, lograbas más que con tu vida? Creíste que al morir, de veras los gobernantes tomarían la decisión de acabar con los maleantes, no creo, tú bien sabes que todos están revueltos. O creíste que al entregar tu vida removerías las conciencias de al menos a los de tu aldea: ¿Culiacán?

Lo que haya sido, y por lo que haya sido wey. Por lo pronto, hemos de tragarnos la rabia de saber que nada ni nadie podrá llenar el gran hueco que has dejado. Me quedo wey, con lo que me comentaste una vez que te pregunté: ¿qué era para ti ser periodista? Y esto es lo que contestaste:

-El estudio de la sociología y algo de filosofía en la UAS, me sirvió para entender que el periodismo es una actividad de mucho peso en la sociedad, y para que eso tenga un resultado favorable, debe ser un trabajo eficaz en cuanto a decir la verdad se refiere. Furio Colombo, un prestigiado periodista Italiano sostiene que: “De acuerdo al periodismo que respeta la verdad, el periodista, quien puede sin menoscabo de su libertad acarrear las ideas a la acción y la acción a las ideas”.

-Y ésa es, hoy por hoy, nuestra ardua tarea en el Semanario: arropar con las ideas el hecho que hemos de dar a conocer como noticia, trabajar con el hacer periodístico de investigación. Decidimos escudriñar el problema del narco para entenderlo, explicarlo, estudiarlo para aportar ideas que nos permitieran dar una posible solución a este asunto que nos ahoga en la violencia, impunidad y la barbarie desde hace más de siete décadas. 

-Por otra parte, la colectividad reclama, por eso es muy delicado jugar con la verdad, no permite desviación. Los sucesos van uno tras otro, y el tiempo devora al tiempo, dejando una rendija muy delgada para dar cumplimiento a cabalidad con el acontecer diario.

En Culiacán vivimos en lo que muchos han denominado: “el centro del huracán”, el problema del narcotráfico, algunos estudiosos ubican a Sinaloa, y en particular a nuestra ciudad como: “La cuna del narco”. Por esto, ser periodista en Sinaloa, particularmente en Culiacán, requiere de una vocación nata, porque nuestra realidad es tan dramáticamente real, que no admite medias tintas, ni cobardías, y en cambio sí una entrega total. Dejo claro, que hacer periodismo aquí, no es lo mismo que en un país civilizado, porque aquí, el periodista que dice la verdad no es bien visto, ni tan siquiera por la mayoría de los mismos periodistas; alguien hizo una encuesta y encontró que el 97% de los periodistas de Sinaloa reciben dinero, son “chayoteros”; así los denominan en nuestro mundo.

El buen periodismo es reconocido por quienes saben de este oficio, es altamente remunerado en países donde se respeta la verdad, eso indica que también el periodista es un ser respetado. Y es respetado porque al exponer una noticia y la complementa con la exposición de alguna idea para resolver el problema, les es doblemente reconocido. Esa es una tarea muy importante del periodismo, la sugerencia de ideas que sirvan para un mejor desarrollo de la sociedad. Es un privilegio poder hacer aportes, más, cuando te los toman en cuenta.

En nuestro país, los gobernantes suelen ser muy esplendidos con los periodistas que los adulan, ese tipo de “periodismo” es el que practican los “chayoteros”. Pero si no perteneces a esa línea, y haces crítica de los yerros del gobernante, te conviertes en su enemigo y te arriesgas a sufrir los castigos, tan terribles a veces, que te pueden ocasionar la muerte.

-¿Qué es lo que más te mueve o mortifica?

-La injusticia. Nuestro país rebasa los 125 millones de habitantes, según estadísticas, un poco más de la mitad son pobres, y de esos veinte, son paupérrimos. En su mayoría de extracción campesina, gente analfabeta que forma los cinturones de miseria de muchas ciudades. Esos millones son gente que ha sido desplazada de zonas rurales, donde tenía una casita de vara y techo de palma, un animalito y una parcelita para sembrar. Viene a la ciudad y se convierte en un paria, que no tiene nada, si acaso un jacal hecho con pedazos de lámina y cartón. Trabaja poco, come mal, vive en lugares insalubres, sin drenaje y ni agua potable. Eso sí, tiene una televisión donde los programas de noticias solo le muestran drama y más pobreza, no hay remedio para su situación de pobre. Eso es por causa de un mal gobierno que permite programas indignos y denigrantes, que le ratifican su condición de pobre. Como es pobre e ignorante, jamás tendrá la oportunidad de mejorar su situación. Esta situación es la que sostienen la corrupción, de ahí el consumo de drogas, la prostitución, la violencia, la injusticia y la impunidad. Contra todo esto he de luchar, ¿cómo? Exponiendo la verdad.

-Pero la televisión no nada más perjudica al pobre analfabeta, ese que no sabe del uso de la corbata.

-¡Aah, claro que no! bato. La televisión nos abarca a todos, incluso a los Fifis y Pirrurris. La enajenación es una mancha que arropa al burócrata, el artesano, al estudiante, al profesionista, al ama de casa, en suma al mediano y pequeño burgués. Éstos son también enajenados por dirigentes gubernamentales, apuntalados por líderes de iglesias, clubes, que aprovechan para conducirlos a un statu quo de oropel.  

-En relación a la verdad, ¿hasta dónde estás dispuesto a defenderla?

-Hasta dónde sea necesario. Porque si no defendemos la verdad, no tenemos la posibilidad de ser libres, y si no somos libres, somos esclavos y si somos esclavos es como estar muerto.

LEE ACÁ LA ENTREGA ANTERIOR DE ESTA SERIE: Capítulo No. 15: ‘Si no quiere problemas. Bájele’

Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO