El paseo Niños Héroes de Culiacán es uno de los espacios mejor articulados de la ciudad. Combina historia, cultura, modernidad y paisaje

Es una elegante carta de presentación para una urbe que casi siempre es mal escenificada como un paraje árido e incivilizado. 

A finales del siglo pasado se convirtió en la puerta de entrada para los viajantes que llegan del sur, por la autopista costera que viene de Mazatlán.

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Un imponente puente de acero pintado de negro da la bienvenida. Olivos negros acompañan el camino con su sombra. Al costado izquierdo un caudaloso río que avanza lento, y en el flanco derecho vestigios de antiguas casonas ilustres. 

Con el paso de los años los alrededores del trayecto fueron expuestos a transformaciones que por el buen tino de los planificadores no alteraron su funcionalidad recreativa.

Los márgenes del río se hicieron accesibles al público mediante parques y puentes peatonales que conectan ambas laderas de la ribera. Se respetaron banquetas y se edificaron teatros, recintos culturales y complejos deportivos.

Es toda una área propicia para un recorrido contemplativo, ya sea a pie, o incluso en automóvil, sobre todo los domingos muy temprano por la mañana, cuando el tráfico desaparece casi por completo y el asfalto del camino gris se escucha suave en los neumáticos. 

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Entre semana es utilizado como sendero de huida por escolares escurridizos que atraviesan deprisa el malecón para internarse con amigos y romances por la espesura anónima de la hierba litoral. 

Es un cosmos de equilibrio delicado.

La parsimonia de su movimiento contrasta con la prisa con la que transcurre el tiempo del otro lado del puente negro, allá donde desaparecen las aceras y la ansiedad de los automovilistas encuentra alivio en cada paso a desnivel. 

El Bulevar Pedro Infante es una de las zonas de mayor plusvalía en Culiacán. Lugar de asentamiento de escuelas privadas, agencias de carros de lujo, tiendas de almacén, cines y plazas comerciales a las que es muy difícil llegar caminando.

Es una avenida completamente creada por y para la especulación. Hacia allá se llevaron a propósito los servicios públicos y administrativos, encausando el crecimiento hacia el sur poniente, mediante desarrollos que nada tienen que ver con el bien colectivo.

Ahora esa lógica se ve entorpecida por la lenta circulación del malecón, donde los carros fluyen a paso lento, a la misma velocidad despreocupada con la que flota el río.

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Entonces se pretende convertir al Malecón en una nueva vía rápida. Seis carriles, ningún espacio de estacionamiento, todo para agilizar, destrabar y apresurar; cuando lo que se requiere es preservar aquellos lugares que todavía nos hacen sentir calma.

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