Los trabajadores de Sinaloa desde hace nueve meses están trabajando bajo fuego, producto de la guerra que se libra entre dos facciones del cártel de Sinaloa. Los colaboradores de empresas privadas y públicas han desarrollado estrés postraumático ante esta situación. Y no es para menos, cada día que sales a trabajar lo haces “con el Jesús en la boca” y desarrollas una especie de caparazón, para concentrarte en tu trabajo sin que, aparentemente, te afecte lo que pase fuera de éste.
Los sonidos de las patrullas, de las sirenas de la cruz roja y observar pelotones de seguridad a cada paso te hace que te des cuenta de la realidad en que vive Culiacán, pero la exigencia es clara: hay que concentrarse en el trabajo y hacer como que nada pasará; normalizar la violencia y desarrollar una resiliencia laboral a prueba de balas.
Sin embargo, laborar en estos contextos de guerra tiene un elevado costo para la salud mental y el síndrome del burnout es uno de ellos. El termino burnout también descrito como “síndrome del quemado” significa estar exhausto, desgastado por tanta carga de trabajo. No existe una definición concreta de que es este síndrome, solo se dice que se trata de estrés laboral crónico donde engloba sentimientos y aptitudes.
La presencia de este síndrome abarca síntomas físicos y psicosomáticos y destacan: dolores de cabeza, fatiga crónica, úlceras o desórdenes gastrointestinales, dolores musculares en la espalda y cuello, hipertensión y en las mujeres pérdidas de ciclos menstruales.
De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (2022) también engloba síntomas conductuales tales como: absentismo laboral, conducta violenta, abuso de drogas, e incapacidad de relajarse. Es decir, sentirte en forma permanente abrumado y sin capacidad para relajarte.
La OIT explica que, entre las principales manifestaciones conductuales de las personas con Síndrome de Burnout, se encuentran el agotamiento emocional, las actitudes negativas, la desmotivación y los cambios bruscos de humor que se suman a la apatía, la perdida de energía y el desgaste físico somatizado.
El síndrome de Burnout ha pasado de ser considerado un simple problema que se relaciona con una dificultad en el control de la vida, a ser reconocido como una enfermad asociada al empleo y estrés laboral. La organización mundial de la salud ha reconocido el síndrome de Burnout como trastorno mental, clasificación que entró en vigor el 1 de enero del 2022. Considerando lo anterior, y tomando en cuenta la diversidad de concepciones derivadas del síndrome del trabajador quemado, nos preguntamos: ¿Por qué se produce el síndrome del trabajador quemado?, las causas son múltiples y variadas, las cuales se pueden identificar desde la precariedad laboral hasta el hecho de tener una carga excesiva de trabajo o laborar en un contexto de violencia. Las principales causas son:
- Enfrentarse a jornadas de trabajo muy largas que impidan conciliar.
- Tener que desempeñar labores profesionales sin contar con los recursos o el personal necesario. Aquí se incluye la falta de seguridad laboral.
- Sufrir mucha presión.
- Presenciar un mal clima laboral durante mucho tiempo.
- No poder controlar las decisiones laborales importantes.
- Falta de expectativas laborales.
- Realizar un trabajo monótono un día tras otro.
- Sentirse aislado en la oficina o en la vida personal.Ser víctima de mobbing o acoso laboral. Dentro de este escenario entran situaciones como sufrir insultos o humillaciones, ser víctima de rumores o tener que realizar tareas denigrantes.
- Laborar en un contexto de violencia interno o externo
La presencia de burnout en el trabajo también afecta a las empresas, porque se presenta en los colaboradores ausentismo laboral, desmotivación y baja productividad, ya que el empleado que está sumamente cansado con frecuencia falta al trabajo, se incapacita por enfermedad y cuando asiste no logra rendir por la ansiedad o depresión que puede desencadenar el laborar en un contexto de violencia externa.
En suma, en Culiacán, Sinaloa los colaboradores de las organizaciones públicas y privadas hacemos un esfuerzo sobrehumano por seguir trabajando y rendir en nuestras tareas (hacer como que nada pasará y seguir con nuestras labores cotidianas), pero la realidad a cada paso nos recuerda que estamos trabajando bajo fuego y en medio de las balas. No existe eufemismo que valga para escapar de esa terrible realidad que nos recuerda a cada momento, que estamos en zona de guerra.
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