Jaime Armendáriz / Raíchali
Fotografías de Raúl F. Pérez y Patricia Mayorga
Chihuahua – Los hilos de colores marcan sobre una lona de tela los arroyos, caminos de terracería y parte del bosque de esta comunidad del pueblo rarámuri, hoy desplazada. Se refleja un entorno de alegría antes de que la violencia les cambiara todo.
Esos mismos hilos, en otra manta, también trazan el momento histórico en el que un ejido se impuso sobre su territorio. Narran, con los bordados, las heridas y el profundo dolor por aquello que el crimen les quitó, por la construcción de pistas aéreas clandestinas, el ingreso de concesiones mineras, las brechas, ríos, casas incendiadas, la localización de los homicidios de defensores indígenas y el caos que les dejó la violencia.
Todo este panorama quedó plasmado en 4 mapas bordados por integrantes de esta comunidad indígena de Coloradas de la Vírgen, ubicada en Guadalupe y Calvo en el llamado Triángulo Dorado (la sierra entre Chihuahua, Durango y Sinaloa). Sus creadoras son mujeres de esa comunidad que, al igual que sus familias, no han podido regresar. Mediante esta creación artística que les ha llevado varios años, conservan viva la memoria de un espacio que añoran volver a habitar.
Su historia de desplazamiento se agravó en el 2018 luego del asesinato del defensor ambiental Julián Carrillo Martínez. La disputa del crimen organizado por esa zona estratégica en la sierra Tarahumara impactó directamente en los habitantes con agresiones y asesinatos. Desde entonces, varias familias de Coloradas de la Vírgen viven fuera de casa, en condiciones de vulnerabilidad muy diferentes a las vividas en su territorio.
Esa situación ha mantenido a las personas de la comunidad en resistencia y resiliencia, con la constante denuncia y exigencia ante las autoridades de los 3 niveles de gobierno para resolver el clima de violencia latente que les impide volver. Esto les llevó a crear, a la distancia, mapas bordados para demostrar aquello que fue un espacio habitable y en lo que hoy se ha convertido.
Pero ¿cómo se hicieron los mapas?
Los primeros trazos estaban sobre un cartón, con el riesgo de irse borrando poco a poco. Ese primer esfuerzo lo realizó la comunidad en el 2018 como parte de un proceso realizado por el equipo de acompañamiento psicosocial de la administración estatal pasada.
En 2021, en conjunto con Raíchali, la comunidad planteó que el mapa podría rehacerse y enriquecerse con más información que sus propios habitantes tienen de su territorio, que reflejaran un antes y un después de la violencia.
El proceso derivó en un trabajo de más de 3 años, con el apoyo de la antropóloga Margarita Rivera en conjunto con el equipo de Raíchali y la comunidad, mediante talleres, reuniones, espacios para hacer líneas de tiempo, generar información y realizar los bordados.
Durante ese lapso, las y los integrantes de Coloradas de la Vírgen, lograron reunir información para formar 4 mapas: uno general de antes de la llegada de la violencia ocasionada por la división de ese territorio indígena con un ejido; y otro con la llegada de la violencia. Los otros dos plasman el centro de la comunidad antes de acabarse el bosque y la proliferación de homicidios, y el otro con el panorama desolador, cómo se encuentra hoy en día.
Durante el proceso se logró el apoyo económico del Fondo de Resiliencia de la “Global Iniciative Against Transnational Organized Crime” (Iniciativa Global Contra la Delincuencia Organizada Transnacional), con sede en Viena, lo cual derivó que en el 2024 la comunidad finalizó los mapas y fueron presentados en un espacio seguro desde su desplazamiento.
Para este año, en 2025, el proyecto logró ampliarse para que integrantes de Coloradas de la Virgen pudieran contar más sobre su historia, no sólo a través de los mapas, sino en 3 piezas de audio o podcast que se presentan de manera inédita a continuación:
“Soy de Coloradas de la Virgen…”
“Adaptarse a una ciudad…”
“La pérdida de usos y costumbres…”
Estas piezas fueron creadas por una joven de esa misma comunidad que también vive en desplazamiento desde que era adolescente, y de quién se reserva su nombre para proteger su integridad física.
“Todo esto nos ayuda a entender la situación que se ha vivido y lo que hemos pasado durante toda esta lucha. En los mapas se explica más gráficamente el antes y después de la comunidad tras la violencia, y en los podcast podemos escuchar más de la historia”, dijo la joven para Raíchali.
Un grito desesperado para conservar sus tradiciones e intentar volver a su territorio
Los mapas bordados no son sólo un proceso para contar la historia de quienes habitaban Coloradas de la Virgen, son para llamar a la indignación y exigir a las autoridades que atiendan la inseguridad que se vive en ese territorio, el cese de impunidad y que generen las condiciones de seguridad para poder volver al territorio.
Amada es una de las mujeres que apoyó en el bordado y vive desde el 2020 en el desplazamiento. En entrevista establece su intención por volver a casa, pero también expresa su preocupación por que hoy en día no pueden hacerlo.
Entre esa frustración e incertidumbre, los mapas le dan a Amada una esperanza para que más personas conozcan su situación pero, sobre todo, que las nuevas generaciones de la comunidad sean conscientes de lo que viven fuera de la sierra.
“Los niños tienen que aprender del mapa que tienen una comunidad, que conozcan el territorio y que tengan conocimiento de que las personas ajenas no deben meterse a nuestra tierra. Deben conocer por qué se lucha y que conozcan la sierra”, subraya Amada.
Con los niños se refiere a todos aquellos menores de edad que tuvieron que salir de Coloradas de la Virgen desde el 2018 cuando asesinaron a Julián Carrillo, algunos de ellos están por cumplir o ya cumplieron la mayoría de edad. Otros más han nacido fuera de su territorio. No todas las personas salieron en 2018 mismo año. Algunas, como Amada, lo hicieron hasta el 2020.
La preocupación principal es que esas niñas y niños hoy crecen en un ambiente fuera del territorio serrano y van perdiendo poco a poco las costumbres, tradiciones y cosmovisión de la cultura indígena.
Por ejemplo, desde que dejaron su territorio, no habían podido realizar sus rituales y fiestas tradicionales para pedir por el bienestar de la tierra, la naturaleza y de sus integrantes. El 12 de diciembre del del año 2022 realizaron una de sus fiestas tradicionales fuera de casa. Y en diciembre del año pasado (2024) la volvieron a hacer en compañía de otras comunidades desplazadas. Ambas fiestas fueron documentadas por Raíchali. La última, en este episodio del podcast “Raíchali Suena Así”.
El esfuerzo por inmortalizar los mapas
Margarita Rivera conoció a las personas desplazadas de Coloradas de la Virgen durante una reunión social en 2021. A partir de entonces, su trabajo fue fundamental para que esa comunidad trazara los mapas bordados con parte de su historia.
Ella es antropóloga y supo del tema de desplazamiento forzado por las coberturas realizadas en Raíchali. Por ello es que, en colaboración con este medio de comunicación, y en un diálogo y acompañamiento constante con la comunidad, se comenzó el proceso para que las personas desplazadas tuvieran herramientas para llevar sus vivencias y exigencias a términos artísticos, desde el material hasta talleres de cartografía y acompañamiento psicosocial.
Lo primero a identificar es que la comunidad ya tenía un mapa de cartón en deterioro, y una habilidad para realizar bordados en servilletas de tela y bolsas. De ahí surgió la idea de llevar a bordado el registro visual que tenían del territorio que dejaron años atrás.
Durante varias reuniones y mucho esfuerzo se comenzó a trabajar en medio de adversidades económicas y de un espacio para poder trabajar con mayor celeridad.
“Cuando iniciamos no teníamos mucha idea de qué íbamos a hacer. Se pensaba sólo en cómo pasar el mapa de cartón a la tela, pero en las pláticas y las reuniones se fueron identificando las necesidades y se vocalizaron éstas”, explicó Rivera.
El primer objetivo era dejar un testimonio para las nuevas generaciones; un segundo era poder utilizar los mapas con más personas como una prueba física de la exigencia de justicia y la solicitud a poder retornar algún día con seguridad a Coloradas de la Virgen; y un tercer objetivo era visibilizar su situación, hablar del desplazamiento y que más personas, en esa misma condición, pudieran ver los mapas y compartir estrategias de defensa del territorio.
Esos objetivos se lograron después de más de 3 años de visitas a las personas de la comunidad, con un proceso que no era sólo de bordado, sino de sanación.
“Cada vez era ir aportando porque fue un proceso también de sanación, porque las personas están en una situación sin mucho control de lo que ocurre y eso puede ser frustrante, limitante y doloroso emocionalmente. Pero el hacer algo con sus manos y ver algo transformarse, creo que ayudó a sanar muchas cosas en el camino. Hay un último mapa que demuestra tantas heridas que está vacío, y eso es como ese silencio de las heridas”, refirió la antropóloga.
A partir de ese trabajo, Margarita, oriunda de Guatemala, se interesó más por proyectos sobre metodologías participativas. Antes ya había realizado proyectos en su país sobre temas de salud, específicamente, pero a partir de los mapas con Coloradas de la Virgen se motivó a comenzar un doctorado en antropología social en la Universidad de Kansas, el cual cursa desde el 2024.
Dentro de ese doctorado desarrolló un proyecto digital para poder llevar los mapas y la historia de Coloradas de la Virgen a un sitio web, en el que está trabajando actualmente y que podría estar listo a finales de este año.
La idea es que las piezas hablen por si mismas sin que nadie las explique. Que se visibilice el fenómeno del desplazamiento sin que las personas de la comunidad tengan que exponerse pública y mediáticamente, ya que se encuentran en condiciones de alto riesgo y alta vulnerabilidad.
Con el apoyo logrado a través de Global Iniciative, se logró concluir el proyecto, las bordadoras terminaron y enriquecieron los mapas, se les logró remunerar su trabajo y éste se fortaleció con la elaboración de una línea del tiempo más robusta que sirvió de base también, para la producción de los podcast.
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