Don León Félix Rodríguez fue uno de los pocos productores de carne derivado del cerdo en Imala. A lo largo de casi 70 años crió cerdos. Tuvo su pequeña granja donde él mismo los sacrificaba para producir chicharrones, chilorio y chorizo, que vendía a los visitantes los sábados y domingos.

Con los años se hizo de vacas y también lo aprovechó para elaborar quesos, asaderas y leche bronca. Al paso del tiempo su cuerpo le fue pesando más, haciendo su oficio más laborioso. Pensando en innovar como lo demandaban sus productos, comenzó a comprar las cajas de carne para agilizar la producción.

Así continuó unos años más con su negocio, que ahora le decían emprendimiento.

Dentro de esa faena creció María Concepción Félix, entre pilares de ruedas de queso, hornos, tiras de chorizo colgando, recipientes de leche bronca hervida y chicharrones recién sacados del cazo: en el rancho.

María Concepción Félix, propietaria del Restaurante Don León

Todavía faltaba mucho para que el pueblo de Imala hubiera sido galardonado con la categoría de Pueblo Señorial. El turismo todavía se concentraba exclusivamente en las albercas y las aguas termales, donde solo algunos concesionarios de la sindicatura se beneficiaban de esa derrama económica.

Pensando en ideas para comenzar su propio proyecto comercial, María pensó: “Mi papá hace productos de rancho, pero falta un restaurante”. Lo importante en ese momento era tener la anuencia de su padre; le pidió permiso y él le dijo que sí le cedería espacio de su casa. Agradecida, bautizó su lugar de comida como Restaurante Don León.

“Nosotros empezamos con una mesita, luego esa mesita se hizo dos, tres; eso fue hace 19 años. Yo estaba desde antes que Imala se hiciera Pueblo Señorial. Nosotros empezamos con poquito, cuando nada más estaban adaptadas las albercas para los visitantes de fuera”, recuerda doña María en entrevista para Espejo.

“Ya que empezaron con programas específicos para que hubiera más afluencia, que ya se rehabilitaron las albercas de un modo. Hubo mucho auge en ese entonces. Y por lo tanto el restaurante Don León creció con clientes. Mucha gente de Culiacán me conoció también y a mi esposo, porque él recibía a los comensales y platicaban con él”, continúa.

Los platillos del restaurante de la señora María se surtían directamente de lo que su padre seguía produciendo, sin embargo, los visitantes le fueron demandando cosas más extravagantes para un rancho, como licuados o jugos, por lo que su menú fue creciendo conforme las sugerencias de sus clientes.

“Ahorita ya no está él (Don León) pero está un hijo, hermano mío, que es lo que seguimos vendiendo. El pan lo hacía una hermana, ahora lo hace una sobrina”, explica.

El restaurante seguía creciendo como algunos otros hasta septiembre de 2024, cuando el flujo de visitantes hacia la sindicatura se cortó tajantemente. Un contexto de violencia que estalló desde entonces y persiste hasta el presente hizo que casi el 100 por ciento del comercio en Imala se pausara.

El Restaurante Don León se desplaza por la violencia a Culiacán

Luego de septiembre de 2024, María intentó abrir su restaurante en dos ocasiones, las veces que el Ayuntamiento de Culiacán y Gobierno del Estado han lanzado campañas de reactivación económica para Imala, aunque después de esos días anunciados, con un gran operativo de seguridad, el retorno de los visitantes no se ha logrado.

Cerrar el negocio no fue opción y, pensando en alternativas, así como otros restaurantes del pueblo, pensó en encontrar un espacio en la ciudad y reubicar el restaurante.

Yo pensaba que no iba a funcionar por el calor, el lugar es al aire libre, no quería yo, ‘no va a funcionar’, decía yo. Aparte yo necesitaba tener mis ahorros. Mi esposo me animó, me dijo que no podíamos quedarnos con los brazos cruzados. Avisamos y la gente sí respondió”, menciona.

“Aquí llegamos hace 7 meses, pero no queríamos abrir por la situación, tenía miedo de las balaceras, aparte en Tierra Blanca, que no ha estado tranquilo. La aceptación ha sido buena, más de enero a abril, cuando todavía estaba fresco”, comenta desde su nueva ubicación, en la esquina de las calles Agricultores y Agustina Ramírez, en la colonia mencionada.

Pese a ello, comenta que no ha sido fácil, pero han sido los buenos comentarios de sus clientes más fieles los que la siguen motivando: “Sigan adelante, nos decían, porque esto va a parar (la violencia), no sabemos cuándo, pero va a parar y hay que regresar a Imala”, espera.

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