Culiacán, Sin.- Anteriormente, el Pueblo Señorial de Imala era sinónimo de un plan familiar de domingo por la mañana. Ir a las aguas termales y posteriormente llegar a sentarse a un restaurante campirano; chilorio, machaca o huevos rancheros, era un antojo que se decidía consumir desde la casa antes de partir.
Sin embargo, derivado del miedo que persiste entre las familias sinaloenses de salir de la zona urbana de Culiacán, la economía regional de esa sindicatura, así como otras, como Tacuichamona, se desplomaron. Esa parálisis comercial continúa tras casi un año de hechos de alto impacto.
“La caída fue radical, las ventas cayeron de una. Ahí no lo medimos en que bajó al 50 por ciento; 30 por ciento: fue total”, comparte Alfredo Verdugo Beltrán, cabeza del restaurante familiar El Imalazo.

Alfredo Verdugo Beltrán, copropietario del Restaurante El Imalazo.
Esta crisis económica generada por el contexto de violencia que persiste en la entidad ha orillado, por supervivencia y necesidad, a algunos restaurantes campestres a desplazarse por la violencia a la capital del estado.
“Al mes, al ver que esto no tenía para cuándo… muchas familias dependían de nosotros, nosotros mismos. Y al ver que no se miraba alivio —en la ciudad también se veía — pero a los ranchos la gente salía mucho menos”, explica.
“No cerramos, nos mantuvimos, pero no salía ni para los gastos, nos aferramos un mes con la esperanza que esto se calmara, pero también viendo la posibilidad de migrar hacia la ciudad y nos movimos rápido. Se dio la oportunidad de este lugar, aquí llegamos hace 6 meses”, precisa.
Alfredo todavía guarda esperanzas en retornar al pueblo donde nació él, sus hermanos y sus padres, reabrir El Imalazo en Imala, pero por lo pronto su nueva ubicación se encuentra sobre el bulevar Rotarimo, en la zona de Tres Ríos, entre Home Depot y Wal-Mart.
El Imalazo es rancho
“Encontramos el terreno, en lo que se acondicionó: no dejé que cayera. A pesar de la situación, la gente ha apoyado. Desde el principio recaló”, comparte Alfredo en entrevista para Espejo.
El Imalazo es un restaurante sostenido enteramente por la familia Verdugo; Alfredo, 4 hermanos, su esposa, su papa y su mamá y una sobrina, entre todos se dividen todas las áreas de este negocio, entre cocineros y meseros.
El menú es el mismo: comida regional cien por ciento de rancho. Sus productos son elaborados por ellos mismos, todo: son alimentos hechos artesanalmente, presume. Así nació luego la marca “El Imalazo”. Todo se elabora en el pueblo y todo se hace a la leña.
“Iniciamos poco a poco y bendito Dios la gente fue respondiendo muy bien. Fuimos creciendo hasta ser el restaurante más grande; la gente pensaba en Imala y decía ‘El Imalazo’. De voz en voz fue nuestra publicidad”, se jacta Alfredo.
A su llegada a Culiacán no tardaron mucho en aclinetarse de nuevo, en su mayoría de los clientes fieles. Alfredo comenta que a lo largo de estos años guardaron muchos teléfonos; primero fue a través de sus estados de WhatsApp en que muchas personas se dieron cuenta de esta reapertura, después, todo se dio de manera natural.
“Gracias a Dios que somos de andar platicando con las personas y cuando se presta, hacemos una amistad, de manera de que ya la gente, a veces, viene y ya te saluda, cambiamos celulares. También nos ayudó mucho el pago con tarjeta, que era algo que no teníamos en Imala”, menciona.
Alfredo comenta que en la actualidad, y más con la violencia imperante en Culiacán, es muy complicado abrir un nuevo negocio, por lo que le adjudica al nombre “El Imalazo”, a que hayan podido mantenerse tras esta reubicación.
Hay varios comerciantes del pueblo de Imala que siguieron en esa idea, da a conocer el joven restaurantero, desde un puesto de raspados hasta otros restaurantes campiranos que optaron por asentarse en la ciudad.
En lo que respecta a él y su familia, quisieron traerse un poco de Imala a la capital.
“Vengan, se van a sentir como si estuvieran en Imala”, exclama, informando que abren todos los días, de lunes a domingo de 7 de la mañana a 4 de la tarde.
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