Los Chapitos son uno de los grupos criminales más poderosos de México.

Herederos de uno de los imperios criminales más influyentes del país, los Chapitos están encabezados por cuatro de los hijos de Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”, cofundador del Cartel de Sinaloa: Joaquín Guzmán López; Ovidio Guzmán López; Iván Archivaldo Guzmán Salazar, y Jesús Alfredo Guzmán Salazar.

El Cartel de Sinaloa fue creado por los capos del narcotráfico El Chapo e Ismael Zambada García, alias “El Mayo”. Sus hijos crecieron juntos y aprendieron el negocio de las drogas desde una temprana edad.

A diferencia de su padre, quien creció entre campesinos en las montañas, los Chapitos nacieron en una vida de lujo, financiada por la fortuna que El Chapo acumuló con el
narcotráfico.

Y aunque muchos inicialmente los desestimaron como consentidos y privilegiados, han demostrado ser líderes criminales fuertes y hábiles empresarios.

Además, las reglas del juego han cambiado.

El Chapo fue una figura de poder en las comunidades agrícolas que rodean Culiacán, y en ausencia del gobierno, a menudo actuaba como una autoridad de facto. Cultivaba la buena voluntad y un modo de vida sostenible para los locales al comprar cosechas de marihuana y amapola, invertir en el desarrollo local, resolver disputas comunales y controlar —e incluso castigar— los crímenes menores.

A pesar de su uso constante de la violencia, la gente llegó a respetar la autoridad criminal de El Chapo, y cientos incluso protestaron por su arresto y extradición a los Estados Unidos en 2016.

A medida que El Chapo envejecía y era arrinconado por las autoridades, sus hijos comenzaron a asumir un papel más importante en el negocio familiar, en algunos casos usando métodos más excéntricos que su padre. Los Chapitos no temen usar la violencia y exhibir su poder y riqueza.

En octubre de 2019, cuando las fuerzas de seguridad mexicanas capturaron a Ovidio Guzmán López en Culiacán, los Chapitos movilizaron inmediatamente a sus fuerzas. Cientos de hombres salieron en vehículos blindados equipados con armamento pesado, como lanzacohetes. Soldados mexicanos fueron tomados como rehenes, e incluso, los sicarios de los Chapitos tomaron el control de un complejo de viviendas para familias militares. Por orden del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, Ovidio fue liberado poco después.

Los hermanos se convirtieron en “narco-influencers” publicando fotos de sus lujosos estilos de vida en las redes sociales, incluyendo ropa de diseñador, autos de lujo y armamento moderno.

Los Chapitos también han ampliado el imperio del narcotráfico que heredaron para incluir las drogas sintéticas, convirtiéndose en uno de los principales proveedores de fentanilo ilícito y metanfetamina en Estados Unidos.

Pero tienen competencia, proveniente de los hijos de El Mayo, el otro cofundador del Cartel de Sinaloa. Esta facción, conocida como “La Mayiza”, está luchando por muchos de los mismos territorios y rentas criminales que los Chapitos.

Las tensiones entre los Chapitos y La Mayiza han ido aumentando por años. Durante el juicio de El Chapo en 2019, Vicente Zambada Niebla, hijo de El Mayo, fue uno de los testigos estrella. Cinco años después fue Joaquín Guzmán López, uno de los hijos de El Chapo, quien traicionó a El Mayo y lo engañó para que fuera capturado.

Desde entonces, una enemistad sangrienta entre las dos familias criminales ha paralizado el estado de Sinaloa.

Joaquín Guzmán López se encuentra actualmente en prisión en los Estados Unidos, tras ser arrestado junto a El Mayo en 2024. Se declaró culpable por delitos de narcotráfico y de haber secuestrado a El Mayo el 25 de julio de 2024, para luego entregarlo a autoridades estadounidenses.

Ovidio Guzmán López, quien fue recapturado y extraditado a los Estados Unidos en 2023, se declaró culpable de cargos de narcotráfico en julio de 2025 y está a la espera de su sentencia.

Iván Archivaldo Guzmán Salazar y Jesús Alfredo Guzmán Salazar siguen prófugos, con una recompensa de US$20 millones por información sobre ellos.