Por Isabel Velarde
Soy Isabel Velarde. Contaré mi historia como nunca lo he hecho.
Después de 5 años de matrimonio, mi esposo y yo decidimos tener un hijo.
Queríamos un niño y Dios nos dio esa gran felicidad. Nos dio a un niño muy sano y grande.
Yo era mamá primeriza, así que con mucho miedo lo tuve, pero feliz.
Mi hijo es Germán Cabrera Velarde.
Germán siempre fue un niño muy inquieto e inteligente en verdad, tanto, que desde la primaria se aburría en clases.
Yo era feliz viéndolo crecer, incluso, cuando hacía travesuras, sí me sentía feliz, aunque preocupada por su inquietud.
A mi mente vienen imágenes de felicidad, como cuando lo llevaba a los festivales de la escuela. Era feliz. Lo sé ahora que no lo tengo.
Cuando llegamos a vivir a Guadalajara estábamos muy contentos de iniciar una nueva vida, él empezaba en una nueva escuela, con amigos nuevos, pero las cosas cambiaron de pronto. El cambio de vida, el trabajo, las distancias, todo lo que lleva adaptarse a una nueva ciudad grande fue apartando nuestros caminos. Yo me sentía muy angustiada por no poder estar más cerca de él. Pero entendía que él crecía cada día más, estaba por cumplir 18 años.
En casa disfrutábamos todo, las películas, las pizzas, las sonrisas, pero, a la vez, mi angustia crecía cada día que lo veía partir.
Hasta que un día me llamaron y me dijeron, “se llevaron a Germán”. Ese día, un 5 de marzo de 2018 él tenía 26 años. La última vez que se le vio fue en Jardines del Valle, en Zapopan.
Por Dios que desde ese día sé lo que es dolor. El dolor que atraviesa el alma sin tregua alguna. El salir a buscarlo y regresar sin saber nada, llorar hasta que duele el corazón y esperar noche tras noche en la ventana a ver si vuelve.
Jamás pensé sentir esta tristeza, una tristeza que mata.
La gente suele darte muchos consejos: algunas palabras sabias, algunas otras, tonterías.
La única verdad es que aprendes a vivir con esa espina en tu alma. Esa espina que cuando se mueve sigue doliendo como desde el primer día.
No podía vivir así y empecé a buscar a todos, sí, a todos. Me llené de coraje ante tantas injusticias, pero también me llené del amor de Dios sabiendo que solo él me lo podrá dar algún día.
Estoy muy triste por dentro, siempre me siento así.
Pero mi promesa de encontrar a mi hijo me da toda la fuerza para seguir. Esto es algo que no puedo expresar, pero es una fuerza interna que me mueve a no dejar de buscarlo.
Aprendí a vivir con esta angustia permanente, pero esa angustia se convirtió en fuerza para seguir buscando en cerros, montes, baldíos; en donde sea.
Si alguien sabe de Germán o sabe qué pasó, sepa que su mamá lo está buscando y que no parará de buscarlo. Por favor, comuníquese conmigo.
No me detendré hasta encontrarlo o saber qué pasó y si en esta vida no lo encuentro, pues en la otra lo veré.
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Realizado en el marco de la Tercera Convocatoria para Subvenciones locales para mujeres periodistas y defensoras de derechos humanos del Proyecto “Mujeres defensoras y periodistas incorporan el enfoque de derechos humanos de las mujeres en la política pública de protección integral en la materia”. Iniciativa implementada por Comunicación e Información de la Mujer A.C., el Centro de Derechos Humanos de las Mujeres, A.C en Chihuahua y Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad Oaxaca A. C, financiado por la Comisión Europea.


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