Precursora del feminismo intelectual, defensora de los indígenas, los temas sociales, políticos, económicos y por supuesto culturales, se reflejaron en su obra hasta que falleció trágicamente siendo Embajadora de México en Israel. Sus novelas más representativas Oficio de Tinieblas y Balún-Canán, trascendieron las fronteras siendo traducidas a otros idiomas.

Hemos seleccionado su libro de cuentos ÁLBUM DE FAMILIA, que contiene cuatro relatos que revelan situaciones comunes de las familias mexicanas, con un fondo de crítica y una deliciosa sátira. El primero, Lección de cocina, trata sobre una joven recién casada que inexperta y con el afán de agradar a su marido, se propone  cocinar un trozo de carne. El color rojizo de la carne la remite a su luna de miel en Acapulco…” del mismo color teníamos la espalda mi marido y yo después de las orgiásticas asoleadas en la playa; sólo que él podía acomodarse boca abajo y yo, abrumada por su peso, como abnegada mujercita mexicana sonreía a semejanza de Cuauhtémoc en el suplicio”. La carne fue arrojada al asador que protestó salpicando aceite caliente. El color y la forma fueron cambiando, el olor y el humo fueron invadiendo la cocina…”se veía tan bonita, me sentía contenta, pero luego cambió y aquel trozo de carne que daba la impresión de ser algo tan sólido, tan real, ya no existe”.  Inevitablemente surge la comparación, “mi marido también da la impresión de solidez y de realidad cuando estamos juntos, seguramente cambia y cambio yo también”

Domingo,  es el siguiente relato en el que los temas son hasta atrevidos para los años 70 en que fue escrito. Un grupo de amigos, intelectuales todos, se reúnen a comer todos los domingos, para relatar entre copas y un menú diseñado por la dueña de la casa, situaciones personales sin inhibiciones. Se habla de infidelidades y de la amistad curiosa entre la esposa y la amante, sabedoras las dos que comparten el mismo hombre. El tema de la homosexualidad también reluce en la conversación de un hombre maduro que llega a la reunión con su cargamento depresivo por el abandono del amante.  Le confiesa a la anfitriona: “envejecer a solas ¡que horror! , a esta edad, ni él ni yo podremos encontrar más que compañías mercenarias, fugaces, burlas del cuerpo”. El aborto también se comenta entre los amigos. El hombre atractivo que está casado con una actriz de teatro, se queja del intento de abortar de su pareja…”A mí también me fastidia que me hagan padre de la criatura. Pero me fastidia más que se deshaga de la criatura si yo soy el padre”.  Al parecer, la reunión se torna como un  confesionario  en el que cada quien vierte sus agobios, o pecados  .Al anochecer, todos se retiran con la triste esperanza de que “vendrá el lunes”.

Cabecita de algodón, es un cuento en el que la madre, desde su viudez, se dedicó por entero a los hijos, fomentando costumbres que a la larga les reprochaba:”No le guardas el menor respeto a la casa…o …si tu padre viviera…el día que yo te falte”. El hijo menor, Luisito, era el consentido de la madre, para ella era una maravilla de educación y superación. En cuanto recibió el título y se labró un buen porvenir en una reconocida casa de decoraciones, se cambió a vivir solo en un departamento de cierto lujo. Era tan desahogada su posición que contrató a un joven como asistente en el hogar. Visitaba frecuentemente a la madre, en compañía de Manolo, el empleado quien siempre iba bien vestido, educado, acomedido, guapo y buen cocinero. Hasta le llevaba regalitos sorpresa a la madre. Por razones que la madre no comprendía, jamás fue invitada a vivir con  su perfecto hijo, en su departamento. Únicamente las hermanas murmuraban ante las visitas del pulcro, elegante y risueño empleado del hermano: Si alguna vez tenemos novio, no se lo vamos a presentar a Manolo.

En cuanto al cuento que le dá nombre al libro, Álbum de familia, retrata con maestría y fino humor, una reunión de mujeres escritoras y muestra el mundo de las envidias, los celos, la crítica mordaz ante un premio literario internacional que una de ellas recibe. Todas asumen su feminismo, a excepción de una de ellas que proclama:”No, no soy feminista. En mi trabajo necesito contar con la confianza de los hombres y con la amistad de las mujeres”…

Dramas intelectuales que seguramente Rosario Castellanos conoció a conciencia y con los que tuvo que lidiar con su reconocido buen humor y exquisita sátira.

Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO