No se crean que esto de la calumniada (es como le llamo a mi oficio de ser escribana de columna: calumnia) está tan pelada, no es enchílame otra. Y no crean que es por el difícil ejercicio de escribir calidad, porque como lo leen no es que una escriba bien, lo que se dice bien, y es que en eso de la calidad no radica mi dificultad, porque no hay tal. Lo difícil es decidirme por el tema.
Yo quisiera escribir desde y para la esperanza, pero no crean, no me sale. Y es que seamos honestas, en esta chira de vida que a una le tocó, si de algo no junta una 3 pesos es de esperanza. Y como dice la rolita, “…se me hace que, a tu esperanza, le paso lo que a la mía”.
Y es que vean nomás la fachada: hoy que es 16, una compa trans me llama para que le apoye con una compa de ella que quiere acceder al cambio de nombre y género -y es que, en Transtornadxs, Disfóricxs y a Contrapelo, que es la colectiva trans en la que colaboro, buscamos en medida de lo posible apoyar a lxs compas trans en todo lo posible-, le pasé los datos de todo lo que necesita y puuum: la compa en cuestión, no es de acá -valiendo barriga…-, aunque vive en Sinaloa, no nació acá. Y eso lo vuelve no difícil, sino imposible (al menos por los medios inmediatos).
Y es que, el pedorro -ay dispensen la palabra, pero me emperro- argumentó que es el resguardo de las actas, una cosa que es algo así como que, para hacer la nueva acta de nacimiento, hay que tener la primigenia para resguardo (entre otras cosas administrativas). Y eso, eso es lo que impide a todos los estados hacerlo. Pero la verdad no es esa, porque papelería oficial se envían todos los días desde el interior como al exterior y podrían pedir esas actas. La verdad es que les valemos un taco de mierda. Históricamente nos han visto como nada, si nos quejamos de algo, aún haciendo todo el proceso, por lo que quieran, pero no llegamos a la justicia, y de la justicia con perspectiva trans ni pensarlo y de la reparación integral del daño, ni hablamos.
Dios guarde la hora en que nos hagan justicia, eso sería reconocernos el carácter de personas, de personas sujeta a derechos humanos.
Pretenden que lxs compas, regresen a San Juan de la Chingada, de donde salieron (en muchos casos huyendo de la violencia) corridas, desterradas. Que se jalen pa’ llá, a hacer el trámite, asumiendo que en el estado donde San Juan de la Rechingada se ubica, allí se pueda hacer el cambio, porque ni eso; no se crean que es posible acceder por medio de un trámite, en todos los estados de este país. En los que no, que son 11 (hasta donde recuerdo, la única ruta es el amparo (otro camino: caro y largo) …
Ojalá la compa de mi compa pueda por vía amparo acceder a su derecho, al menos pensando en que no sea solo ella, sino, sean lxs suficientes para que al menos la jurisprudencia nos ampare. (Si lo hace, les mantengo lo más informadas posible).
Y es que, no tendrían por qué saberlo, pero viene al caso, y es que en realidad, de dónde refregados una sacaría para irse a hacer ese trámite. La vida -aunque decir vida es una alegoría- laboral de las personas trans (gracias a las Diosas hay excepciones. ¡¡Esooooo mamonaaas!!) es bien culera. No crean que por sus (las de lxs clientes) dulces mentiras ni por sus abrazos una andaba de puta allá en el inicio del milenio en Francisco Villa casi esquina con Calzada. No. Un día les voy a contar las peripecias que me/nos tocó vivir.
Con decirles que una vez, estuve (me tuvieron) desaparecida. Mi hermana me buscó como hoy muchas madres buscan a sus hijxs por todos lados, ella platica con horror como fue buscarme entre los cuerpos de la morgue. A ella y después de ella a lxs demás les dije que había estado enferma, ella lo quiso creer (no podía con más), no preguntó más y yo, desde la gratitud pensé en que la verdad solo le traería más preocupaciones. Sin ponernos de acuerdo, mantuvimos la mentira, si me lees, hermana, no estuve enferma, luche por volver (cuando pueda hablarlo, te diré más detalles) y volví, pude volver, otras no han vuelto. Y, a ellxs a buscarles, pero ¿Como buscarles (prometo hablar más de esto) en un país donde no somos, ni nombre propio podemos tener?…
Pero bueno, es por cosas y casos como ese que se me secan el lado del seso donde me habita la esperanza.
Y es que hablar de esperanza, en un país donde la esperanza de vida de las personas trans es de apenas 35 años, es blasfemia. A mí, que casi soy cuarentona, manos les hicieron falta para pelármela, porque contra todo, y es que a veces (muchas veces) se me hacía que no la libraba. Pero nada, acá anda una de escribana y allí estás tu de leyente.
Hace días me preguntaron mis razones para escribir esta columna y hoy, una plática pasó por ese mismo punto, ya tenía respuesta y es que también me lo había preguntado.
La verdad me reconozco como una escribana pedorra, pero me sé una trans cueruda, entrona, incendiaria.
Y es que este cuero curtido a chingadazos – mi amá dice presuntuosa: “éste (porque me sigue diciendo de él) no tiene el cuero con el que nació” y es verdad, me golpearon como ajena-. Pero yo pongo mi resistencia, el aguante.
Y es eso lo que pongo (y la razón de seguir escribiendo) como valor por y para mis compas trans; para las ya viejonas y para lxs plebes; las que me miran con recelo, porque mis formas son las que son.
Yo seguiré escribiendo para que un día, tu que eres trans y que escribes con madre, sepas que puedes escribir, porque lo pior que se tenga por decir ya se me habrá dicho a mi y yo con eso puedo, a mi esos vergas no ma van a doblar.
Y esta columna es tuya, el día que quieras te la presto. Total, pior que yo no la vas a hacer.
¡¡Arremángale, hermanx!!
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