Vivimos en una época donde el software es el corazón de casi todos los sectores productivos: desde la banca hasta la salud, desde la educación hasta la movilidad urbana. Sin embargo, lo que muchas personas no ven detrás de cada aplicación confiable, segura y funcional, es el esqueleto que lo sostiene: los estándares.
Un estándar en la industria del software es mucho más que un conjunto de reglas técnicas. Es una forma de garantizar que lo que se diseña hoy pueda escalar mañana, cuando se requiera crecer un sistema, que los sistemas puedan comunicarse entre sí, y que el código que se escribe en un lugar pueda ser entendido, mantenido o auditado en otro. Hablamos de estándares como UML para modelado de software, IEEE 830 para especificaciones de requerimientos, ISO/IEC 25010 para evaluar la calidad de productos de software, o normas de ciberseguridad como la ISO/IEC 27001.
El uso de estándares no es un lujo ni una recomendación opcional, cualquier empresa seria debe de utilizarlos. Tomemos como ejemplo el sector salud en México. Desde 2014, la Norma Oficial Mexicana NOM-024-SSA3 establece que todos los sistemas de información en salud —como los expedientes clínicos electrónicos— deben cumplir con estándares específicos de interoperabilidad y seguridad. Esto permite que los datos clínicos puedan ser compartidos entre hospitales, clínicas y centros de salud, sin perder coherencia ni poner en riesgo la privacidad del paciente, en la vida real que esto no este al 100% es otra cuestión, pero el estándar ahí esta y debe aplicarse para obtener esos beneficios, particularmente la interoperabilidad (comunicación entre distintos softwares desarrollados en algunos casos por diferentes empresas).
Un caso especial es el del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que esta implementando sistemas como el expediente clínico electrónico institucional (ECEI) conforme a la NOM-024 y al estándar HL7 (Health Level 7). Esta integración estandarizada ha permitido que un paciente que se atiende en Sonora pueda ser evaluado en la Ciudad de México sin rehacer estudios o repetir diagnósticos, optimizando recursos y mejorando la atención médica, incluso si el derechohabiente se cambie del IMSS al ISSTE se podrá utilizar su mismo expediente. El IMSS tiene el segundo Expediente Clínico Electrónico más grande del mundo, con 53.7 millones de registros, 722 millones de notas médicas, 1,796 millones de recetas y 68.9 millones de incapacidades. Esta noticia se dio a conocer en noviembre del 2024 por Zoé Robledo, Director General del IMSS.
En la industria privada, los estándares también permiten acelerar el desarrollo y reducir riesgos. Empresas de tecnología que adoptan marcos como ISO/IEC 12207 para procesos de ciclo de vida del software, o CMMI (como el Departamento de Sistemas de Coppel, en Culiacán) para mejora de procesos, demuestran mayor capacidad para competir a nivel global.
El reto en México no es solo técnico, sino cultural. Muchas pequeñas y medianas empresas tecnológicas aún ven los estándares como burocracia, como algo que hará mas lento el desarrollo, más cansado su trabajo, esto es una realidad y lo expreso con conocimiento de causa y experiencia propia, cuando en realidad son una inversión en calidad, sostenibilidad y reputación. Además, las universidades deben formar a los futuros ingenieros en el uso ético y técnico de estos marcos, no como una obligación académica, sino como una herramienta esencial para innovar con responsabilidad. Este punto aún necesita reforzarse en las universidades, bastante.
Porque al final, en el mundo del software, así como en la ingeniería civil o la medicina, la diferencia entre un proyecto exitoso y uno fallido está en los cimientos. Y los cimientos del software bien hecho se llaman: estándares.
Es cuánto.
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