Los de aquí somos hijos del camino. Crecimos flanqueando la línea; el color blanco sobre el concreto. A simple vista, la perspectiva es amplia, clara y recta, pero el andar es sinuoso. La línea blanca nos atraviesa. Tendrías que haber crecido aquí para saber de lo que hablo, haber perdido amigos sobre el asfalto gris y caliente. Sobrevivir a la adrenalina que provoca divisar tu casa a lo lejos, aplastar el acelerador, dejarte ir… Aprender a serenarte. Sobreponerte a los ruidosos calibres que acechan día y noche…. Siempre la dualidad… bifurcarse… dos lados, dos historias. El norte y el sur. El sol ardiente de día; de noche las estrellas más bellas y brillantes. Unir las partes: la compasión… la desesperanza. Señalados por los del código postal, aquí somos domicilio conocido. Los de aquí nos gritamos en la calle, crecimos en el camino, entre aguas frescas y tamales, hotdogs y tacos dorados. Raspados en el verano y atole con churros en el frío. Pidiendo candy and cookis a los gringos en sus trailas, pronunciando las tres palabras que sabíamos, esperando el camión en la carretera… dándole forma a la vida. Los de aquí, los del camino, también tenemos, al menos, otra historia que contar.
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