Hay días en que no quiero poder más; días como ayer 24, que no valen la pena vivirlos.

Mucho de mi resistencia se debe a que constantemente pienso en mis sobrinas y sobrino; en esas, sus almas puras, que les tenemos viviendo en este cagadero. Como familia, originarios de la sierra, hemos hecho tantas cosas para evitarles que vivan lo que nosotros vimos por muchos años como algo normal.

Morir en día de muertos

Hace años, un día de muertos, ya noche, cuando regresábamos del panteón de Tacuichamona a Culiacán, nos desviamos un poco y pasamos al panteón de Tabalá a visitar la tumba de un primo. Desde la muerte de Orlando, mi primo; el día de muertos, cuando ya nos regresábamos a Culiacán, pasábamos a su tumba a visitarlo y de paso saludar a la familia.

Ese año, ese maldito año. Cuando llegamos, no fue difícil encontrar donde dejar el carro, casi lo dejamos frente al panteón; cosa rara, pero no nos percatamos de eso a tiempo.

El panteón de Tabalá, como muchos otros, el día de muertos se llena la entrada de vendimia, la gente nos arremolinamos en la entrada. lo mismo compras flores que un esquite o algún juguetito de esos bien hechos en china, todo de plástico, de esos que te dura más un pedo en la mano que el juguete.

Cuando nos bajamos del carro, nos gustó la idea de haber quedado bien cerca de la entrada, esto porque ya teníamos todo el día navegando al par de plebes que llevábamos. Ellas estaban, pero si recargadas de comer chucherías, pero nosotras, sí andábamos ya en lo último.

Nos destrepamos del carro Micky (8años), Lía (2años), Aleida y yo. Y, casi en automático, Micky se dejó ir rumbo a donde vio que había juguetes; una mesa a un lado de la entrada. Mi hermana, que la conoce rebien, con Lía en brazos porque no quiso caminar, se me adelanta un poco para ir tras Micky, mientras yo cierro el carro. Ya ven que cuando una deja el carro en algún lugar y más si está bien lleno, se asegura una de no tapar la salida de otros carros ni estar mal parada. En eso estaba yo, viendo que todo estuviera bien, viendo los carros de enseguida, asegurándome que no les estorbara.

Va Micky, con rumbo directo a la mesa con juguetes, del lado derecho de la entrada; como a 4 pasos, mi hermana con Lía en brazos y al final, como a 10 pasos yo; todas por casi el medio de la calle.

Mientras caminaba me di cuenta que estaba algo solo, para ser día de muertos y como las 9 de la noche. La entrada estaba algo sola, solo un grupo de hombres estaba platicando justo en la pura entrada. En vez de verlo con precaución, me agradó, al menos no tendríamos que andar correteando las plebes entre el plebero.

Mientras caminaba que no fueron ni 20 pasos en total, vi que el grupo de hombres, que eran como 8, no hablaban sino discutían o se reclamaban. Y que estaba solo porque la gente se había apartado del lugar y justo la gente estaba expectante de lo que sea que hubiera pasado allí y más, de lo que sea que pudiera pasar.

Mi hermana ni se dio cuenta, estaba bien concentrada en el par de hijas y, yo estaba unos pasos atrás como para decirle y salvo que le gritara, no me habría escuchado. Pero también, ¿Qué le habría dicho?… Oye, fíjate que, al perecer se pelearon como los perros aquellos que están en la entrada, y por eso la gente salió en verguiza del panteón, y se fue; es por eso que pudimos encontrar donde dejar el carro casi en frente del panteón y está sola la entrada porque la gente esta alrededor, a la espera de que se tranquilicen el pleito o que decidan pelear en otro lugar y poder ahora sí, poner las flores frescas en los maceteros, encender las veladoras, limpiar la tumba, rezar un rosario y contarnos historias donde lxsprotagonistas son quienes ahora descansan en paz.

Caminando y sin dejar de ver al grupo de hombres. Vi cuando de pronto, se empezaron a jalonear a uno de ellos que cargaba una playera blanca, pareciera que era él contra el resto. Pero ese mismo, pepena del cuello de la camisa a otro y ambos ahora se jalonean. No entendía lo que decían, solo se entendía que se mentaban la madre y se mandaban a la verga. Podría decirse que, se hacían el daño menor posible, porque ni un chingadazo se daban, y pues chances hubo; era como si solo se quisieran amenazar y lo de la zangoloteada y los insultos era para darle credibilidad a la amenaza. Me pareció que era un pleito como que entre compas, porque el resto, los que estaban medio alrededor, ni se picaban ni nada, si se metían era como que para “ayudar” a ambos lados; como si dijeran es pedo de ellos y pues ellos saben. Claro que todo eso es una suposición mía, ya que yo caminaba directo a donde estaban ellos y, si para habar con mi hermana habría necesitado gritar, pues para saber lo que se decíanentre ellos, necesitaba que gritaran.

Micky ya había llegado a la mesa, la había recorrido de una punta a otra, estaba justo ya en el extremo de la mesa, lo más cerca de la puerta del panteón; mi hermana, aunque también en la misma mesa, pero del lado opuesto a Micky.

El pleito me pareció que ya había dado lo máximo, ya ni se jaloneaban, ya nomás eran mentadas de madre y amenazas.

De pronto, del interior del panteón, un hombre sale, sin decir palabra alguna, saca un arma y de da un tiro en la cabeza al de playera blanca. Justo en ese momento, Micky veía a esos mismos hombres. Ante los ojos de mi sobrina, un hombre mataba a otro de un tiro en la cabeza. El hombre de blanco, calló casi en lo pies de Micky y su asesino, de unsolo paso se acerca y le descarga el arma en el pecho y la cabeza. Micky lo vio todo.

Mi hermana, vio como un hombre remataba casi en los pies de su hija a otro hombre.

Las piedras que salpicaron por las balas contra el suelo nos alcanzaron a varias personas.

Micky corrió como poseída, por el medio de la calle y en sentido opuesto a los disparos; como si fuera yegua y estuviera a la espera del disparo para salir corriendo.

Mi hermana, con una niña en brazos, no logró atrapar a Micky que corría como en estampida; vio cuando yo la atrapé y ella, se tiró al suelo y se arrastró hasta detrás del carro más cerca; pepenó a cuanto plebe paso junto a ella y de un jalón les tiró al suelo junto e ella. Yo atrapé a Micky que corría como gallina sin cabeza, se jaloneaba para seguir corriendo, solo corriendo se sentía segura. Forcejeé con ella, no me podía escuchar; nos arrastré hasta el carro. El cuero del hombro me arranque de arrastrarme y forcejear con ella.

Mi hermana me vio arrastrarme, corrió al carro y se subió. Tiré a Micky en el asiento de atrás, encendí el carro, direversa sin pensar si atropellaba a alguien, en ese momento cada quien solo veía por si mismos y salí en verguiza.

Desde el primer disparo hasta que me subía a la carretera no creo pasaran más de 5 min. Todo paso tan rápido, que cuando lo relato, me parece casi imposible que no nos pasara nada pior. Que chingados hacíamos saliendo sin control a agarrar carretera; no estábamos mejor respirando el polvo bajo los carros con la cara pegada a la tierra; porque no solo huir de allí, sin exponernos a un accidente. La verdad, no soy de adrenalina y ni de andar a alta velocidad en carro, pero eso día no fui yo, todo lo hice por instinto sin pensarle mucho.

Ya en carretera, justo en la curva que esta entre La Calera y Tabalá, a metros se me hace que ni el kilómetro del panteón, Micky tuvo un ataque de ansiedad, no estaba pudiendo respirar; jalaba aire pero este no entraba a los pulmones, gritaba y se retorcía desperada, se desmayó. Mi hermana, entró en shock, yo le hablaba y hablaba, le pedía que intentara ayudar a Micky, pero ella no oía, no se movía, solo veía para en frente.

Lía, aprovechó para hacer lo que nunca le dabamos chance: moverle a todos los botones del estéreo. Como siempre la estábamos cazando que no le moviera, ese rato le pico a todo. Pasamos del spotifais a la radio de la radio a disco y así con subidas y bajadas de volumen. Parecía sacado de una película.

Micky tirada bajo los asientos traseros, yo con la mano derecha levantándola de los pelos para que no se ahogara, mi hermana solo viendo para delante y Lía musicalizándonos el desmadre que estabamos con todo tipo de ruidos.

En La Calera me bajé al acotamiento, me bajé en friega del carro y saqué a Micky del piso del carro y le empecé a echaraire con la boca en su cara, a limpiarle la cara de la tierra y a hablarle. Mi hermana aún tiesa en el carro, viendo sin ver y Lía, ella seguía con su concierto, feliz que poder picarle a cuanto botón tiene ese tablero.

Micky volvió en sí pronto. Aunque entenderán que me pareció una eternidad. Despertó solo para llorar a gritos. En medio de la obscuridad, con mi sobrina en brazos, mintiéndole, mintiéndole al decir que no había visto lo que había visto y que todo estaba bien; allí estaba yo con una plebe casi desvanecida en brazos, una hermana en estado de shock sobre el carro y todas en medio del concierto que tenía Lía; viendo las rejas de la puerta de entrada de la fábrica de cal, estábamos en La Calera.

Le di agua a Micky, la subí al carro y le dije que se quedara recostada en el asiento de atrás y que, pronto llegaríamos a casa. Le ofrecí agua a mi hermana, ni respondió; Lía, a la que ni le ofrecí, me pidió. Retomé el camino rumbo a Culiacán, Lía seguía con su concierto, ya ni le dije que le bajara o dejara de picar botones; me reconfortaba pensar que al menos ella no fuera consciente de lo que acabábamos de ver.

Durante el trayecto, de vez en cuando le hablaba a Micky para saber como estaba, me aseguraba que estuviera respirando. Mi hermana salía del shock y decía alguna cosa y enmudecía otro rato. Lía era feliz, ya casi hasta el volante movía.

Cuando llegamos a Culiacán, me quedé un rato en casa de mi hermana mientras jugaron un rato las plebes, se que vimos algo en la tele, creo que algo de Ponis y ya algo noche me fui a descansar. Así cerramos un día de muertos.

Después de eso, con casi todo ruido fuerte, Micky entraba shock. Ese primer diciembre, los cuetes, los tiros del 24 y 31 fueron días horribles. Micky revivía ese momento siempre que oía disparos. Aunque Lía no lo “recordaba” y Abraham nació años después, Micky, Lía y Abraham comparte el temor paralizante al ruido de los disparos. Podrán imaginar como han sido los días estos en medio de esta guerra.

Tío Tony.

Un día de diciembre de hace 7 años, esperando el verde del semáforo de Pablo Macías y Benjamín Hill, a medio día, me llamó mi hermana. Tomo la llamada desde el manos libres del carro y respondo con mi todo bromista de siempre; me interrumpe y me pregunta donde estoy. Le digo que, a unas cuadras, que ya casi llego; estaba intentando explicar por qué no había llegado aún (ella me esperaba para no recuerdo qué) cuando me suelta: Mataron a mi tío Tony. Me engarroté de la impresión.

En efecto, estaba a unas cuadras, llegue en automático en cosa de unos minutos y, abrazadas lloramos por la muerte de mi tío favorito.

Mi tío Tony era eso que todo mundo merece tener en su vida, aunque sea por poco tiempo, como fue mi caso: un cariño bonito.

Cierto que, era tío político y tenía relativamente poco de ser parte de la familia. Pero, cierto también, que, en la familia, hasta los perros le lloraron. El asesinato de mi tío Tony determinó la actitud con la que ahora vivo, se lo he dicho a mi tía (su viuda) y a mi primo (su hijo) me habría encantado que aún viviera para que viera los desvergues en los que me he metido; él sería el más entusiasmado con saber las novedades de mi desparpajada vida.

A tío Tony lo mataron de un tiro (o a tiros, no quise saber) y lo dejaron tirado junto a otro vato (torturado) a las afueras de la ciudad, cerca de Santa Fe.

Cuando vi (por pendeja) la foto de cuando encontraron sus cuerpos, me dolió más que su propia muerte. No es que deseara que muriera y sí me tomó por sorpresa, pero verle tirado en el suelo con una pedorra sábana como única protección me mató.

Nosotras, que cuando bebía, le oíamos sin cansarnos mil veces la misma plática, que le llevábamos a dormir cuando se amanecía o le decíamos que se quedara a dormir sin ir a su casa para que mi tía no se la hiciera de pedo. Que para que comiera le ofrecíamos lo mejor, ya que mi tía se emputaba cuando bebía y si podía, le negaba comer.

Verle así, bajo una sábana que ni lo cubría por completo; saber que sin la menor precaución lo subieron a algún carro para llevarlo a la SEMEFO, me carcomió años.

Tengo como único orgullo saber que le despedimos como merecía, como el cabrón que siempre fue con nosotrxs.

Ustedes dirán, y ahora esta verga que se trae que nos está platicando todo eso, pues fácil: porque puedo. Naaa, mentira; en realidad es porque esta semana hemos vivido tanto en esta ciudad-cementerio que solo quería que supieran lo mucho que odio a quienes están compartiendo para el deleite del morbo, las fotos y videos de las víctimas de esta guerra.

Ese par de eventos que les narro, a nosotras nos marcó tanto; ahora imaginen el daño que se está causando en las vidas y familias de esta ciudad, estado, país.

Yo, a ustedes que comparten las fotos y videos de las víctimas buscando que se les vea lo más sangriento posible, les desprecio con toda mi fuerza; les desprecio porque a lxs familiares de las víctimas, cada que ustedes comparten sus fotos y videos, nos roban a nosotras el poder recordarles bonito a quienes hemos perdido. Nadie quiere ni merece que su último recuerdo de su papá, su hijo, hermano, esposo, etc, sea la foto y/o video de su cabeza en la banqueta de FORUM.

Se lo lavan.

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