El triunfo electoral de CSP tiene la fortaleza que los castillos de arena tienen, y su segundo piso, por el sobrepeso de la inmundicia que se le apila y el costo fiscal, económico, político, diplomático y ambiental que le genera, está a punto de colapsar.
EPN tuvo razón de lo que el 26 de octubre de 2016 dijo:

“Un presidente no se levanta pensando cómo joder a México”.

Un solo hombre no lo puede hacer, se necesita una banda de gente sin escrúpulos para hacerlo, y AMLO la organizó y la puso en los puestos claves del ejecutivo, legislativo y judicial. No me refiero a él como un ser de inteligencia superior, sino de uno cuyo vacío interno lo llenó de maldad, odio, venganza y perversidad. Pero el entorno que en el 2018 hubo fue inigualable para su triunfo, y lo supo aprovechar en su campaña electoral. Más que él, fue el peso de la coyuntura nacional contra los candidatos del PRI y el PAN y el estructural daño que esos partidos le representaban a la sociedad. Pero AMLO es historia e histeria en la soledad del rancho donde se confinó.

CSP, como titular del Poder Ejecutivo, es el eje gravitacional de la atención mediática y, por lo mismo, debe mantener los pies firmes en tierra; su triunfo electoral tiene la solidez que los castillos de arena tienen; los liderazgos del movimiento al que pertenece son judicialmente procesables y extraditables y; su base social de apoyo, principalmente la constituye una ciudadanía que sólo cree en lo que escucha e incapaz de analizar lo que hay detrás de los que recibe.

Como mandataria, debe cuidar las implicaciones internacionales de lo que dice y las consecuencias de las políticas públicas que apoya. En lo interno puede engañar a muchos, pero al cuerpo diplomático internacional y empresarial no. A CSP le compete ser prudente y consistente entre lo que dice y hace, y no tratar de ofender la inteligencia de los EEUU ni creer que tiene la fortaleza para imponerle condiciones a Donald Trump o asustarlo con el Himno Nacional.

CSP deber saber que no se puede estar a favor de la democracia cuando se refiere a los dictadores de Latinoamérica como progresistas ni que respeta la autodeterminación de los pueblos, cuando apoyó la juramentación del fraude que avaló a Maduro una servilleta de papel, contra el 80% de las actas reales que demostraron el triunfo del candidato opositor: Edmundo Gonzales Urrutia. Sus palabras son inconsistentes de sus acciones.

Frente al Primer Mundo, la asimetría política, económica e institucional de México es abismal y en deterioro, y Donald Trump tiene la soberanía para imponer a México el arancel que quiera y ratificar o no el acuerdo comercial que ese país tiene con México. Esas decisiones son independientes a lo que CSP piense, y la palabra colaboración si sumisión no sale sobrando.

¿Acaso esa forma de ser y actuar no descubre de cuerpo entero lo que CSP es? Es como la metáfora del rey que va desnudo, pero cree que va radiantemente vestido
En el mundo las dictaduras se derrumban, los totalitarismos terminan en composta y la teoría del socialismo se desvanece; en los hechos los gobiernos comunistas demostraron ser parasitario, totalitario y represores: verdaderas máquinas de destrucción. Y lo que Hitler hizo, no es nada comparable contra lo que Joseph Stalin hizo durante su mandato (segundo lugar de represión con 23 millones de muertes) y Mao Zedong con 78 millones (ocupando el primer lugar).

El libre mercado es quimera y el estatismo ignominia. Y de aquel movimiento de izquierda que en 1990 surgió y que se denominó “El Foro de São Paulo”, su fuerza ideológica, humanista y democrática se desprendió y sólo queda un puñado de dictadores. Cuba, Nicaragua y Venezuela no son ejemplos de izquierda a seguir. El presidente de Brasil sabe que Maduro es dictador y que perdió las elecciones, y en Colombia el congreso rechaza la posición ideológica de su presidente. En México, léase CSP, juega con el doble sentido de las palabras, pero con firmeza sigue el protocolo político, dogmático e institucional de los dictadores hasta constitucionalizar el absolutismo de la autocracia.

Pero busquemos la manera de hacer grande a México.

Nuestro País es parte de un continente que hace dos siglos luchó por su emancipación y cuyo liderazgo lo tiene una nación que en su adn lleva el germen de la unidad, la libertad; y que aprendió a autogobernarse para desarrollarse desde la comunidad. Una nación cuya Constitución en siete artículos supo instituir el gobierno que garantizara su grandeza entre administraciones y que a la fecha en ninguna de sus 27 enmiendas a procurado el absolutismo de la mediocridad para su destrucción.

El 20 de enero, Donald Trump asumirá la presidencia de los EEUU, y por motivos de Seguridad Nacional al haberle declarado la guerra a dictaduras, narcos estados y terroristas, México se encuentra en el ojo del huracán y a partir de esa fecha CSP sabrá lo que es el poder político, militar, institucional y económico del presidente de EEUU y el precio que tienen que pagar por seguir al pie de la letra el protocolo constitucional de los dictadores.

Por el bien de México, CSP debe dejar de jugar con fuego como lo hace y decidir si su objetivo es engrandecer a México o destruirlo, como lo está haciendo.

Independientemente de lo que ella decida, a CSP le debemos decir lo que es el sentir de millones de mexicanos hacia el gobierno y la basura que ha sido la 4t: Estamos hartos del daño que nos hace esa forma de gobernar y que en nosotros siempre recae el costo de la corrupción, mediocridad e ineficiencias;

Hartos de la desatinada ecuación algebraica en que el gobierno procura el desarrollo social y humano como si fuera función directa y dependiente de la magnitud del gasto público;

Hartos de que el sistema de partidos sea hipócrita y mezquino, y de la bajeza en la que han caído sus líderes;

Hartos de lo indiferente que es el gobierno frente a los millones de jóvenes que deambulan en el mundo imaginario donde las drogas los han llevado y de la absoluta indiferencia frente al crecimiento de los antivalores y la destrucción de la familia;

Hartos de la insensibilidad del gobierno frente a la cantidad de niños y niñas mendingando en las esquinas de los semáforos, donde ya definieron esa forma de sobrevivir;

Hartos de un gobierno que ha hecho de la administración pública un circo dantesco, donde ciudadanos sin ética ni moral de la noche a la mañana se convierten en magistrados, diputados, senadores o “funcionarios de primer nivel”;

Hartos del atropello radical y caprichoso que a la Constitución el gobierno le hace, no para engrandecer a México, sino empobrecerlo;

Y específicamente, hartos de esa basura de mentiras que AMLO instituyó como las mañaneras, desde donde se quiere vender el espejismo de la paz cuando el País colapsa.

El derrumbamiento de México es inevitable y es cuestión de meses o años, para que el entorno, la coyuntura y la realidad detonen la implosión del sistema político mexicano.

Pero antes de que eso suceda ¿Qué debemos hacer?

Hacer grande a México es nuestro propósito y en esa dirección hemos dado pasos y debemos aprender ya que no ha sido suficiente la alternancia, el voto útil ni las grandes movilizaciones en defensas del INE y de la SCJN. México va de mal en peor y, para vergüenza dentro de Occidente, se enfila a ser una más de las dictaduras de Latinoamérica.

Ahora, a nosotros nos toca dar pasos más firmes, pero debemos entender que nuestro esfuerzo ideológico no debe ser lineal, sino tridimensional e incidir simultáneamente en tres grandes ejes:

i. Cívico-político-organizacional hasta saber el sagrado perfil que debe tener nuestra división de poderes.

ii. Socio-Económico para que sepamos el vacío que debemos subsanar para que nosotros seamos los protagonistas y beneficiarios del proceso de desarrollo.

iii. Espacio-Tiempo-Territorio para identificar nuestras ventajas comparativas y todo el eslabón de cuellos de botella que hay que subsanar para convertirlas en competitivas, y que tomen la forma de clúster o sistemas de innovación sectorial.

Toda esa información no la genera las movilizaciones, sino un Comité apartidista, multidisciplinario, selectivo y del más alto nivel instituido para tal fin. Si en Sinaloa, con el apoyo de los organismos de la sociedad civil y empresarial damos el paso para su formación, una vez el cuerpo de inteligencia arme el arduo rompecabezas que significan los ejes anteriores, con su infinidad de vasos intermitentes, sabremos, por un lado, los qué y los cómo llevar a Sinaloa a un nivel superior de prosperidad e industrialización, y por el otro, definir estrategias diferenciadas con planteamientos concretos hacia instituciones específicas. No son los lideres de los partidos ni los pseudopolíticos los que lo van hacer, y demasiado ilusos sería el creer que CSP lo vaya hacer.

Para terminar.

Todas las formas de manifestación social que en México ha habido a lo largo de los siglos xx y xxi, se han centrado a factores políticos. Los problemas sociales y económicos han sido consecuencia de esa falla estructural. La llegada de AMLO al poder, fue al igual un factor de degradación política. Lo grave, es que hoy el gobierno está a punto de concentrar y centralizar el absolutismo del poder en la presidencia, con toda la fuerza que significa el tener poderes legislativos y judiciales a modo. Por ende, mientras no tengamos la división de poderes que represente al bien superior de México, me es estéril hablar de economía, valor agregado o industrialización. Y como al gobierno no le interesa debemos ocuparnos por tener el gobierno que si le interese.

Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO