Culiacán, Sinaloa.- Caminar por la colonia Ampliación 5 de febrero es apostar por ir sobre caminos de terracería gastados, con un riachuelo pestilente de aguas negras que cruza las calles como llevándote hacia donde se puede tomar el transporte público.
Se debe andar al menos unos 10 minutos, hasta llegar a una de las paradas que están bajando las pendientes de esta zona al sur de Culiacán. Otra alternativa sería cruzar la barda que se construyó en el fraccionamiento Florenza. Ahí el comité de vecinos se ha encargado de colocar obstáculos para evitar el paso de quienes habitan en la colonia enseguida. Lo que queda es una escalera improvisada que sirve para acortar el camino a otra de las rutas del transporte público.
“Se hizo la gestión para que el camión llegara hasta la tienda pero los camioneros cortaron la ruta porque las calles están muy feas”, narra Guadalupe Angulo Rodriguez de 67 años, residente de la Ampliación 5 de febrero, mientras un joven saltaba la barda en la escalera improvisada.
Si nos posicionamos en la Ampliación 5 de febrero dentro de nuestro mapa de confianza entenderíamos por qué el transporte público es una necesidad innegociable día a día. Todos los días los estudiantes requieren usar, mínimo, una ruta de transporte público, ya que la escuela preparatoria más cercana, COBAES 24, está a 2 km de distancia, y la universidad, el Tecnológico Nacional de México, está a 6 km, aproximadamente casi una hora en auto.
La dificultad para acceder al transporte público no es exclusiva de la ampliación 5 de febrero. En otras zonas marginadas de Culiacán, como el área Bicentenario al norte, la historia es la misma: calles en estado deplorable, largos trayectos a pie y un sistema de transporte público que parecería olvidarse de quienes más lo necesitan.
Una colonia alejada de la imagen que tenemos de la capital de Sinaloa; casas hechas de lámina, cartón y parches de material reciclado que poco protegen el interior de los rayos del sol, un sector marcado por la violencia y la precariedad en la calidad de vida. Un lugar en medio de la nada con escasez de servicios y urbanización: la atención médica y la universidad más cercana están a 20 minutos en auto, mientras que el centro de la ciudad está a media hora de distancia.
Para acercarse a la calle por donde transita la única opción de transporte disponible los residentes de la colonia Bicentenario deben de andar durante 10 minutos en un camino irregular de tierra caliente acompañados del hedor del basurón municipal, apenas representando el primer tramo de su trayecto diario.
¿Existe un problema con el diseño de rutas del transporte público?
La ciudad de Culiacán se ha expandido tanto hacia las zonas periféricas que las rutas de transporte público parecen no ser suficientes, esto crea una interrogante entre sí existe una coordinación entre la expansión de la ciudad con la extensión de las rutas de transporte.
La proyectista de la organización civil Mapasin, Gloria Morales, explicó que la ciudad sigue en un constante crecimiento, ya sea por la invasión de áreas o la construcción de nuevos fraccionamientos. Por otro lado, el diseño de las rutas se mantiene estático desde años atrás, contribuyendo a un ciclo de exclusión que afecta negativamente a los ciudadanos, ya que dependen en gran medida de su acceso a los recursos que el gobierno le brinda.
“Se está atentando contra el derecho a la movilidad y no porque nosotros nos dediquemos a esto, pero consideramos que el derecho a la movilidad es el más importante, porque si tú no te puedes mover, no puedes tener derecho a la educación, derecho a la salud, el resto de los derechos que tenemos como personas se nos ven coartados cuando nuestro derecho a la movilidad no se ve asegurado”, dijo Gloria Morales.
Los extremos de la capital de Sinaloa tienen una sobrepoblación que circula, en su mayoría, en líneas de camiones que se saturan por estudiantes y trabajadores, además que la falta de alternativas de transporte sujetan a una dependencia a las líneas públicas.
“no deberíamos aspirar a que nuestra ciudad dependa del carro. Ahora, eh ¿Por qué sucede esto? Tiene que ver con la planificación urbana”, comenta Gloria Morales.
No solo afecta a las zonas marginadas
La dificultad de acceso al transporte público no es una problemática que afecte únicamente a las áreas empobrecidas de la ciudad, zonas más privilegiadas como La Conquista y Portalegre cuentan únicamente con una línea que comparten con más colonias: Santa Anita, Acueducto, Urbivilla del Cedro, Urbivilla del Prado, Espacios Barcelona, Stanza Castilla, Stanza Cantabria, Stanza Granada, Prados del Sol, Pradera Dorada, Valencia, Rancho Contento, Universidad 94, Solidaridad y CANACO. Es una sola ruta para 17 colonias en las que habitan alrededor.
Según la App moovitapp, la ruta Solidaridad, con una flota de 18 unidades y frecuencia de 8 minutos y una duración de vuelta de 2 horas, consta de 27 paradas repartidas en su trayecto que inicia y finaliza en la calle Manuel Herrera Iman.
Una trayectoria que va hacía el centro y de regreso; durante todo ese camino atravesó alrededor de 9 áreas, dentro de la que, según el INEGI, habitan alrededor de 100 mil personas, es decir, todas esas personas comparten una sola línea de transporte, mientras que otras zonas más cercanas al centro de la ciudad pueden tener más de dos rutas su disposición.
El transporte público de Culiacán no sólo enfrenta una falta de cobertura en zonas marginadas, sino también una distribución desigual que termina afectando a diversos lugares de la ciudad. Reflejando una planificación que no termina de conectar con los servicios públicos.
De acuerdo con especialistas, el crecimiento de Culiacán ha sido desordenado y acelerado; mientras que la red de movilidad se ha mantenido, prácticamente, sin ningún cambio, generando un déficit de transporte que afecta especialmente a los sectores más vulnerables, limitando los accesos a la educación, salud y a un empleo estable.
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