Culiacán, Sin.- Mientras muchas infancias celebran con globos, dulces y actividades recreativas este 30 de abril, otras, como las que crecen entre cuarterías y campos agrícolas en Sinaloa, enfrentan condiciones de abandono, hacinamiento y violencia normalizada. A menudo invisibilizados por las autoridades, los menores hijos de jornaleros agrícolas indígenas viven una realidad precaria, marcada por la pobreza, la discriminación y la falta de comprensión hacia sus usos y costumbres.

Alma Acosta, activista social que trabaja con comunidades indígenas del estado de Chihuahua, expone que en regiones como Guasave se han documentado múltiples violaciones a los derechos de niños y niñas, muchas veces con el aval o la omisión de autoridades locales. Entre los casos más graves destaca el de la niña Candelaria, quien fue retirada de su núcleo familiar sin un análisis adecuado y con base en criterios que, según la activista, ignoraron el contexto cultural y social de su comunidad de origen.

Se suman el abandono de autoridades y la falta de acceso a información en su idioma.

“Se hablaba de abandono cuando en realidad había una tercera persona a cargo de la menor. La familia fue criminalizada injustamente. Además, no se consideró que los padres no hablaban castellano como lengua materna, lo cual debió haber obligado al sistema a proporcionar un traductor o intérprete, como lo marca la ley de los pueblos originarios”, señaló Acosta.

Uno de los mayores obstáculos en los procesos legales es precisamente la falta de acceso a la información en la lengua materna de las familias afectadas. Esto no solo entorpece su defensa, sino que los vuelve víctimas secundarias de un sistema que no los reconoce ni como sujetos de derecho ni como pueblos originarios con prácticas distintas.

La activista explicó que el trabajo infantil persiste en los campos, muchas veces como única alternativa para los padres, quienes ganan entre 200 y 350 pesos diarios, de los cuales hasta 160 se destinan a comida y transporte. El resto se utiliza para pagar hospedajes precarios: “No son cuartos, son tejabanes. Los niños viven hacinados, expuestos a violencia, abusos y sin espacios seguros”, denunció.

Acinados y expuestos a riesgo viven las infancias en campos agrícolas.

En estos contextos, Alma Acosta, quien también es presidenta del colectivo Chihuahua Territorio Vivo, destaca que las acciones del DIF han sido erráticas y que se han negado visitas familiares o la reintegración de menores con sus padres, incluso cuando legalmente esa debería ser la primera opción.

“Muchas decisiones se toman desde el desconocimiento. Se juzga a las familias sin entender sus costumbres. Lo que para una autoridad puede parecer violencia, para una comunidad puede ser una práctica correctiva heredada. No se trata de justificarla, sino de educar desde el respeto y la lengua propia”, afirmó.

Algunos talleres sobre crianza positiva han sido impartidos, pero también en castellano, sin considerar que ni los padres ni los propios menores lo dominan.

“No puedes obligar a un niño a hablar otro idioma ni prohibirle expresarse en su lengua. El derecho a la identidad lingüística también es un derecho de la infancia”.

La situación, sin embargo, ha empezado a cambiar lentamente. En el caso de la niña Candelaria, organizaciones de Chihuahua lograron acuerdos recientes con el DIF de Guasave y con la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes para trabajar en conjunto y buscar su reintegración con su madre.

“Estamos cerca de lograrlo, pero fue un proceso desgastante. La familia se desintegró por la presión institucional, y ahora hay que trabajar en su reconstrucción”, explicó la activista.

Alma Acosta enfatiza que el problema no es exclusivo de Sinaloa, aunque ahí se ve con mayor crudeza por la falta de organizaciones que acompañen estos casos.

“Los traen engañados, con promesas de sueldos mejores. Luego viven en condiciones infrahumanas y sin acceso real a justicia. Urge una reforma institucional que respete los derechos de los pueblos originarios y, sobre todo, que vea a estos niños y niñas como lo que son: sujetos de derechos, no obstáculos para la producción agrícola”, concluyó.

Abren Centro de Atención Infantil en Ruiz Cortines con personal de la comunidad

Abren el Centro de Atención Infantil en Ruiz Cortines

Ante la urgente necesidad de brindar mejores condiciones a las infancias jornaleras, el Sistema DIF Guasave inauguró el Centro de Atención Infantil en Ruiz Cortines, con capacidad para recibir a 100 menores al día. La presidenta municipal, Dra. Cecilia Ramírez Montoya, informó que el espacio funcionará desde las 5:00 horas y contará con personal médico, psicólogos y alimentos preparados, además de haber contratado a siete trabajadores originarios de la sindicatura, entre ellos cinco mujeres cuidadoras, un velador y un cocinero. Con este esfuerzo, autoridades locales buscan socializar la importancia de llevar a los niños a un lugar más seguro, digno y cercano a sus raíces.

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