Por Édgar Velasco / @Turcoviejo

“¿O qué queríamos? ¿Enfrentar (a la delincuencia) con resorteras y que (los policías) se vayan a hacer sus labores a pie?”. Con esta frase matadora, el gobernador Pablo Lemus remató hace unos días una declaración en la que defendía la adquisición vía arrendamiento de un nuevo lote de patrullas, acción que ha dado mucho de qué hablar porque entre ellas se encuentran tres vehículos de la marca Tesla, las famosas —y horrorosas, hay que decirlo— Cybertruck.

Hasta hace muy poco, era más fácil ver una estrella fugaz o un hada en un guayabo que una Cybertruck, ese horrible vehículo que parece un ataúd gigante con ruedas. Con entusiasmo la gente compartía los avistamientos en redes sociales, primero en Ciudad de México y luego en Guadalajara, donde en noviembre del año pasado circularon los videos de uno de esos mamotretos destrozado por un accidente vial.

Ahora las hemos visto en el centro de la ciudad con sus rótulos de la policía estatal y un letrero que dice “DRONES”, así como circulando por la Minerva como si se tratara de un spot para la marca dirigida por el magnate fascista Elon Musk.

Debo decir que no había visto el video de la declaración de Pablo Lemus. Escuché la declaración al vuelo y no fue sino hasta que me puse a redactar este texto que lo vi. Me dio ansiedad verlo: los ojos, los gestos, el ritmo al hablar… yo quiero probar lo que toma el gobernador para salir a afirmar con esa convicción y vehemencia que “nuestros policías ahora se sienten dignificados por que tienen los mejores salarios a nivel nacional, la mejor capacitación y ahora el mejor equipamiento”. Curiosamente, ese mismo día por la mañana, había yo escuchado una nota en la radio que daba cuenta de los testimonios de policías anónimos que denunciaban las precarias condiciones laborales que incluían, entre otras cosas, chalecos antibalas caducos. Los testimonios coincidían: el arrendamiento de las Cybertruck es un gasto innecesario. Una frivolidad. El sello de la casa naranja, pues.

Como muchas otras personas a lo largo de estos días, me pregunto qué tanto pueden ayudar los tres megasarcófagos en el combate a la inseguridad que impera en el estado. Me atrevo a afirmar, casi sin temor a equivocarme, que no van a ayudar en nada. O en muy poco, que no es lo mismo pero, dada la magnitud de los problemas que enfrenta el estado, al final es igual.

Por el momento, para la único que sirven esas tres patrullas es para reiterar la visión centralista con la que se toman muchas decisiones que son “en beneficio de Jalisco” y que en realidad sólo tienen alcance, si bien nos va, en el Área Metropolitana de Guadalajara. A veces, ni eso.

Considerando que son para la policía estatal, vale la pena preguntarse: ¿Las Cybertruck van a ir a patrullar a Bolaños? ¿A San Sebastián del Oeste? ¿A Colotlán? ¿A Lagos de Moreno? Según el mundo de caramelo naranja desde donde gobierna Pablo Lemus, sí. En sus argumentos se imaginó una escena: una detención en Teocaltiche en la que, usando el internet satelital Starlink con el que están equipadas las camionetas —también propiedad de Elon Musk— los agentes pueden entrar a la base de datos y verificar si las personas tienen antecedentes penales o no. Un C2 móvil por todos los rincones del estado, chaquetea el gobernador. Pero la realidad, siempre, siempre, siempre supera a la ficción.

En La Crónica, Ricardo Gómez hizo un ejercicio simple, pero esclarecedor: comparó el rendimiento de los féretros con las distancias de algunos municipios del estado. Así, documenta que las Cybertruck tienen una autonomía de entre 484 y 547 kilómetros. De aquí a Mezquitic, continúa, son 300 kilómetros sólo de ida. La camionetota se va a quedar a medio camino de regreso, si bien nos va. ¿Por qué? Porque en todo el estado sólo hay cuatro municipios con estaciones de carga compatibles, en Guadalajara, Zapopan, Tepatitlán y Puerto Vallarta. En el ejemplo usado por el gobernador, Teocaltiche se encuentra a poco más de 160 kilómetros de Guadalajara. En teoría se encuentra dentro del área de autonomía de la camioneta, siempre y cuando los agentes al volante no usen el aire acondicionado, ni vayan muy cargados de cosas, ni pongan a cargar sus teléfonos y, en una de esas, ni naveguen usando el Starlink, porque todo eso afecta el rendimiento de la batería del vehículo.

Supongamos entonces que, una vez más, están vendiendo como una solución estatal algo que es exclusivo para el Área Metropolitana de Guadalajara. ¿Ya se imaginaron al ataúd gigante atascado en el carril con reflujo de López Mateos? Yo sí: me lo imagino todos los días mientras estoy atascado en la lateral. También se lo pueden imaginar en los centrales de Lázaro Cárdenas, sin poder avanzar un solo metro, pero con todo el mundo tomándole fotos. Son sólo tres unidades: ¿cuánto tiempo va a pasar antes de que choquen a la primera y la dejen fuera de circulación? Deberíamos hacer una quiniela.

Aunque Lemus Navarro quiera venderlo como una decisión vanguardista, el arrendamiento de estos tres vehículos en particular parece más bien el delirio de un wannabe naranja que una estrategia de seguridad. No alcancé a guardar el tuit para traerlo aquí, pero hace unos días un usuario de LaRedSocialAntesConocidaComoTwitter se preguntaba qué clase de fijación tenían los políticos de Movimiento Ciudadano con Elon Musk. Seguro han de querer ser como él.

“¿O qué queríamos? ¿Enfrentar (a la delincuencia) con resorteras?”, preguntó muy indignado Pablo Lemus, el gobernador del estado número uno en desapariciones y donde las familias buscadoras salieron a enfrentar a la delincuencia no con resorteras, sino con varillas para clavarlas en la tierra. Ahí, y no en otro lugar, deberían estar puestos los recursos.