Culiacán, Sin.- La violencia feminicida en Sinaloa ha cruzado una línea de alarma: al cierre de mayo de 2025, el estado registró 32 feminicidios, dejando atrás los 31 que oficialmente documentó la Fiscalía General del Estado (FGE) durante todo 2024. Solo han pasado ocho meses, en medio de una disputa armada entre facciones del crimen organizado, y las cifras de mujeres asesinadas ya superaron las de un año entero.
Septiembre de 2024 marcó el inicio del repunte. Cada mes acumuló nuevos casos. Diciembre fue especialmente devastador. En enero, parecía haber un respiro: no se registraron feminicidios. Pero fue una calma engañosa. Febrero cerró con un repunte inquietante. Marzo mantuvo la violencia. Abril fue el mes más letal del primer cuatrimestre y, aunque mayo reportó dos feminicidios, el acumulado ya alcanzaba el total del año anterior.
La guerra no cancela la misoginia; la profundiza
El aumento de feminicidios acompaña el ascenso general de la violencia criminal en Sinaloa. En este fuego cruzado, la vida de las mujeres es más vulnerable que nunca. Priscila Salas Espinoza, activista y feminista, afirma que los agresores aprovechan este contexto para actuar con mayor impunidad.
“No es casualidad que aumenten las violaciones, desapariciones y asesinatos en un contexto de guerra. Yo sí creo en eso de ‘a río revuelto, ganancia de pescadores’. Es la oportunidad para que los machos agresores de todo tipo se salgan con la suya”, dice la integrante del colectivo No se metan con nuestras hijas.
Recordó el caso de Bárbara Astrid, de 26 años, y su hijo Dante, de 6, asesinados el 28 de diciembre por la pareja y padre del menor, Jesús Fernando “N”, en Culiacán. Al principio, autoridades vincularon el crimen con un posible ajuste de cuentas entre grupos delincuenciales. Solo tras la presión de la familia y colectivos feministas se reclasificó como feminicidio. El agresor apuñaló a ambos y luego quemó la casa como distracción. De septiembre a la fecha al menos 97 inmuebles fueron vandalizados por sujetos armados como parte de amenazas o venganzas.
Salas también advierte que la militarización del territorio suma nuevas amenazas. Datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) revelan que más de 68 mil mujeres sufrieron violencia en su comunidad por parte de militares o marinos. Las agresiones incluyen piropos ofensivos (38.2 %), miedo a ser atacadas sexualmente (10.1 %), ataques con armas (3.3 %) e intentos de violación (1.1 %).
Además, la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL) 2021 reporta que las instituciones que más violentan a mujeres detenidas son la Marina (86.4 %) y la Sedena (77.4 %). Entre las arrestadas, el 19.4 % sufrió violación sexual a manos de la Marina, y el 11.5 % por parte de elementos de la Sedena.
Mientras tanto, las estadísticas oficiales y su forma de clasificación siguen siendo una herida abierta. Hasta el 24 de abril de 2025, la Secretaría de las Mujeres (Semujeres) reconocía 19 asesinatos de mujeres, pero solo 12 de ellos fueron tipificados como feminicidios. El resto, clasificados como homicidios dolosos, se quedan atrapados en una ambigüedad legal que colectivos feministas denuncian como una estrategia para reducir las cifras y con ellas, la responsabilidad del Estado.
“El día de hoy es mucho más la impunidad y en efecto, las autoridades más bien utilizan este tipo de situaciones… Es más fácil para las autoridades decir que las mujeres son un daño colateral más de esta situación, contarnos como asesinato y borrar el feminicidio”, explicó la activista y parte de la colectiva Amapas del Norte, Cristina Tortolero.
Culiacán sigue siendo el epicentro de la tragedia. En 2024 ocurrieron ahí 23 de los 31 feminicidios estatales. En 2025, la ciudad mantiene su lugar como el punto más letal para las mujeres.
No son cifras: son nombres, historias, omisiones
Dante, Astrid, Vivian y Mary, son casos que cimbraron la indignación en la población sinaloense.
Astrid Yáñez, de 26 años fue asesinada junto a su hijo Dante, de seis, por su expareja y padre del menor, Jesús Fernando N el pasado 28 de diciembre. Astrid lo había demandado por deudor alimentario y había presionado para que no le dieran un cargo público en Culiacán, Sinaloa. El brutal crimen fue la respuesta.
Vivian Karely fue desaparecida el 22 de marzo y hallada asesinada el 8 de abril. Su familia pidió ayuda urgente, pero la Fiscalía solo respondió cuando su cuerpo apareció. El presunto feminicida, Oswaldo Natanahee “N”, fue detenido en Ciudad Obregón gracias a la presión pública, no por iniciativa institucional.
Mary Patiño, activista animalista fundadora de la organización TRAC Sinaloa, fue asesinada tras denunciar violencia familiar. En ninguno de estos casos hubo una respuesta institucional que estuviera a la altura de la urgencia.
“No basta con denunciar”, repiten las colectivas. Las instituciones no actúan, ni siquiera cuando ya hay antecedentes y procedimientos en curso.
Las mujeres como primer territorio de la guerra
Para Cristina Tortolero, líder del colectivo Amapas del Norte la violencia contra las mujeres no es un daño colateral de la guerra entre grupos criminales, sino un fenómeno estructural que se agudiza en contextos de conflicto.
“Las mujeres somos el primer territorio cuando estalla una guerra”, afirma, al recordar que el cuerpo femenino ha sido históricamente usado como instrumento de venganza y castigo, como ha sucedido en Palestina, Ucrania y ahora Sinaloa.
Pero el problema no es solo el crimen organizado, agrega, es también la negligencia de las instituciones.
“Las autoridades utilizan esta situación a su conveniencia. Cuando quieren minimizar la violencia, dicen que las mujeres solo son víctimas más del conflicto. Cuando les conviene usarlo como camuflaje para otros problemas, lo hacen”, acusa.
El abandono institucional se expresa también en la falta de tipificación adecuada. Para Tortolero, el hecho de que la Secretaría de las Mujeres no reconozca como feminicidios crímenes que cumplen con todos los criterios establecidos en el Código Penal y en el trabajo de mujeres como Marcela Lagarde, es una revictimización más.
Hay más saña. Hay más impunidad. Pero no hay más urgencia
Los feminicidios en Sinaloa no sólo han aumentado. También se han vuelto más crueles. Los cuerpos son encontrados expuestos, envueltos en plásticos, algunos presentan disparos y otros son mutilados, incluso han sido calcinados.Es violencia con saña. Violencia con impunidad. Y la respuesta estatal sigue siendo lenta, ineficaz, insensible.
“El tiempo es crucial para la vida de una mujer. Si actúas tarde, quizá ya no haya vida que proteger. Y eso es lo que no entienden las autoridades”, resume Tortolero.
Mary Patiño, estaba en medio de un proceso legal. Su agresor lo sabía . Ella ya había alzado la voz con denuncias ante el Ministerio Público. Y aun así, fue asesinada.
“Nosotros como colectivo acompañamos a Mary, en denuncias, gestiones de Fiscalía. Yo personalmente la acompañé. El punto aquí es que se han investigado las omisiones de la fiscalía desde siempre y hay una especial omisión y que no avanza en el trato de este tipo de violencia. Algo está pasando con la manera en la que se conceptualiza la violencia familiar”, dijo la activista Priscila Salas Espinoza.
En el caso de Vivian muestra otra falla estructural: su agresor ya tenía antecedentes. Ya había otra víctima antes que ella. El presunto asesino era buscado desde 2023 por el Buró Federal de Investigaciones (FBI) de los Estados Unidos de América por el homicidio con arma de fuego de su pareja sentimental en dicho país, expusieron autoridades de Sonora, tras su captura. Y aun así, pudo volver a hacerlo.
Salas no justifica a la Fiscalía y su actuar, pero en un contexto donde los delitos se han visto incrementados y la violencia recrudecida, este ente se ve superada.
“Estas condiciones pone en extrema vulneración a las niñas, adolescentes y mujeres…el Gobernador está preocupado por construir, pero no le invierte a la Fiscalía para que baje la impunidad, yo no quiero justificar a la fiscalía nunca pero entiendo que en estos momentos sus condiciones de investigación están superadas y rebasadas por muchísimo”, concluyó.
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