Culiacán, Sinaloa.– La violencia que desde hace nueve meses azota a Culiacán, derivada de la pugna interna entre facciones del crimen organizado, ha obligado a que incluso los espacios académicos modifiquen su operación cotidiana. El Tecnológico de Monterrey Campus Sinaloa no es la excepción.

Ante este escenario, el rector del campus, Richard Huett, explicó que la institución ha tenido que tomar medidas extraordinarias para resguardar a estudiantes, personal académico y administrativos, así como a su comunidad de egresados.

“No hay que negar lo que ha sucedido estos nueve meses. En el Tecnológico ponemos a las personas en el centro. Hemos tomado decisiones para cuidar a nuestros estudiantes, colaboradores, EXATEC, que van desde la programación de nuestras actividades, ajustar nuestros horarios, lo que antes era a las 9 de la noche ahora es a las 5 de la tarde”, declaró en entrevista para Espejo.

La situación de violencia, reconoció, ha obligado también a la comunidad académica a implementar ensayos y simulaciones de protocolos de seguridad para actuar en caso de que una situación de riesgo se desarrolle en las inmediaciones del plantel o en puntos sensibles de la ciudad.

Huett subrayó que más allá de lo operativo, el Tecnológico ha buscado mantener cercanía con las familias de sus estudiantes, reconociendo los temores que surgen cuando la violencia toca la vida escolar.

“Reconocemos el miedo de las familias, de los jóvenes en estos momentos, y queremos asegurar su bienestar”, dijo.

En algunos casos, las actividades presenciales han sido suspendidas y se han trasladado a modalidad en línea, como medida preventiva.

“Yo creo que actuamos como siempre en el Tec: cuidamos a nuestros públicos, ajustamos la operación del campus, pero aseguramos la formación”, apuntó el rector.

A esto se suma el esfuerzo del personal docente, quienes, resaltó Huett, han mostrado flexibilidad y compromiso para adaptar sus programas académicos a la nueva realidad, garantizando que los estudiantes no vean afectado su proceso de aprendizaje.

Pero el reto no solo es logístico. Huett reconoció que la dimensión emocional también requiere atención prioritaria, por lo que han fortalecido los mecanismos de acompañamiento, utilizando tecnología y contacto permanente con mentoras, tutores y familias.

Actualmente en el Campus Sinaloa están inscritos más de 300 colaboradores que, en distintos turnos, deben trasladarse diariamente al plantel, lo que exige una vigilancia constante de su seguridad física y emocional.

La educación no escapa al contexto violento que vive Sinaloa. El Tecnológico de Monterrey es apenas un ejemplo del grado en que la violencia ha obligado a rediseñar rutinas escolares, normalizando la alerta como parte del día a día.

 

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