Guanajuato.- Desde hace 17 años, Lidia Godínez se levanta todos los días y, después de desayunar y atender a sus hijos, se dirige al relleno sanitario de Dolores Hidalgo, Guanajuato, para empezar a laborar. Sin guantes y con equipo de protección limitado, ella y sus compañeros revisan bajo el sol, entre los escombros, para encontrar botellas de plástico, vidrio, latas y cualquier material que pueda reciclarse y vender, pues de ahí consiguen el sustento para su familia.
Lidia es una recicladora perteneciente a la Unión Lázaro Cárdenas y secretaria del Movimiento Nacional de Recicladores. El trabajo que ella realiza, aunque no está reconocido por la ley mexicana, permite extender la vida útil de los rellenos sanitarios, donde se depositan los millones de kilos de desechos de lo que consumen los mexicanos todos los días; e igualmente disminuir el impacto ambiental de la basura en el país.
En el relleno municipal, las y los recicladores se exponen a cortaduras con materiales sucios, desechos biológicos de hospitales y centros de salud –incluyendo agujas–, así como sustancias desconocidas y posiblemente tóxicas que comprometen su bienestar físico.
Es un trabajo que, dice Lidia, ha sido invisibilizado ante el gobierno y la sociedad mexicana. Por ese motivo, se han organizado bajo la Unión Lázaro Cárdenas, a manera de incidir en la agenda pública y que se legisle a nivel nacional la figura de “reciclador”.
“Estamos buscando ser visibilizados y reconocidos con nuestro trabajo”, dice.
Recicladores no tienen salario base ni prestaciones
Junto a ella, Mariana González también busca con casco blanco y un chaleco con cinta fosforescente para identificar si entre las montañas de desechos hay materiales que pueda vender posteriormente en centros de reciclaje.
Ella tiene siete años de experiencia como recicladora en el relleno sanitario, una labor que le puede retribuir entre 300 y 400 pesos en un día.
Su día empieza alrededor de las 8 de la mañana, cuando abre el relleno sanitario y empiezan a llegar camiones municipales de limpia. Durante siete horas, revisa aquellos desechos que pueden tener una segunda vida, e incluso aquellos que pueden llevarse a componer para volverse a usar, como electrodomésticos o prendas de vestir en buenas condiciones.
Como equipo de protección, reutilizan los guantes en buen estado que encuentran entre los desechos, así como botas altas de plástico. “El sueldo que nosotros ganamos no nos da como para estarnos equipando nosotros mismos”, explica.
Con seis días laborales, al mes un reciclador puede ganar entre 7 mil 200 y 9 mil 600 pesos, pero al no tener prestaciones básicas de ley, en caso de que tenga un accidente mientras trabaja o se enferme, no cuenta con cobertura médica, por lo que tiene que poner sus propios recursos para atenderse.
Sin seguro social, diario se exponen a riesgos sanitarios
Lidia recuerda que esto fue un riesgo que corrieron durante la pandemia de COVID-19, pues al estar en contacto con residuos biológicos, podían contraer la enfermedad, y a su vez temían exponer a sus familiares. A diferencia del personal médico, a ellos no se les administró equipo de protección personal.
“Creo que esa fue una de las etapas más difíciles”, recuerda. “Nosotras, como madres, vamos a casa a ver a nuestros hijos y nos reciben con un abrazo, y nosotros decir, ‘Espérense hasta que podamos asearnos para poder estar con ellos’, sí, fue algo muy difícil”.
Incluso, ella en alguna ocasión se pinchó con una aguja usada, pero al no contar con servicio médico, se trató a sí misma lo mejor que pudo.
“Lo que hacemos es sacar la jeringa y tratar de que salga lo más de sangre, para que no salga infeccioso, que pueda salir [cualquier contaminante]. Ese es el convivir día con día con las cortadas, porque es muy común el cortarse, espinarse, machucarse, ya como que nos vamos acostumbrando a eso”.
Más del 5 % de los desechos en México son reciclables, pero va a basureros
Aunque la crisis climática ha empujado a que gobiernos de todo el mundo generen nuevas políticas públicas para disminuir el impacto ambiental de las actividades humanas, en México queda pendiente analizar cómo mejorar la administración de las 108 mil toneladas de basura sólida que desecha la ciudadanía diariamente, según estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) actualizadas al 2022.
Del total de desechos sólidos, más del 5 % es material que se puede reciclar o reutilizar, como PET, papel, cartón, vidrio, fierro, lámina, acero, electrónicos, entre otros; pero no siempre se separa, por lo tanto se entierra junto con otros desechos en los rellenos.
Son las y los recicladores quienes recolectan este material reciclable en rellenos sanitarios y han dado respuestas al manejo sustentable de esta basura, a pesar de enfrentarse a riesgos sanitarios y nulos derechos laborales.
“La forma en la que gestionamos los residuos representa una crisis que se puede ver en muchos lugares del país donde se cierran los vertederos porque la comunidad se da cuenta del daño a la cicatriz que está dejando eso al territorio, la contaminación del agua, del aire cuando se incendian los lugares”, señala Guillermo Schoning, coordinador de la organización Práctica, Laboratorio para la Democracia; y asesor técnico de la Unión Lázaro Cárdenas.
Entre 135 mil y 400 mil mexicanos viven del reciclaje
De acuerdo con información de la Secretaría de Economía, al primer trimestre de 2025 había 148 mil mexicanos trabajando como recolectores de basura y material reciclable, pero el 74.9 % de ellos lo hacía bajo un esquema de informalidad.
Sin embargo, Práctica estima que esta cifra puede estar entre 135 y 400 mil personas, ya que no existe un censo gubernamental que ofrezca una medición más certera de todas las personas que se dedican –por su cuenta, o a través de uniones– a la recolección de material reciclable en calle y en rellenos sanitarios.
Schoning añade que en otros países latinoamericanos el reciclador sí es un trabajador reconocido ante la ley, por lo que en México buscan que se legisle en ese sentido.
Las políticas públicas en torno a la disposición final de residuos frecuentemente se discuten entre gobiernos, privados y organizaciones de la sociedad civil, pero rara vez consideran a los recicladores, denuncia el coordinador de Práctica, quienes son un componente central y social de la problemática. Esto da pie a soluciones de gestión de basura que, aunque puedan ser benéficas para el medio ambiente, afectan a trabajadores de este ramo.
“Se priorizan otras soluciones, incluso ambientales, que no tienen este factor trabajo, que no tienen el factor de que hay miles y miles de personas que dependen de este trabajo y que, si no están organizadas, no tienen un lugar en la mesa [de decisiones]”.
“Buscamos que nuestros derechos sean respetados”
Abel Balderas, hijo del fundador de la Unión Lázaro Cárdenas y presidente del Movimiento Nacional de Recicladores, añade que esta dignificación del trabajo también debe partir de que la sociedad mexicana tome conciencia sobre la importancia de reciclar y separar los tipos de residuos sólidos desde sus hogares.
“Cuando nosotros sacamos el material de aquí, entra a la economía circular, a la cadena que le da valor. Si sacamos de aquí ese material, lo sacamos a la industria para que se vuelva a reciclar”, explica.
“Yo creo que eso es mucho apoyo que hace el reciclador, el pepenador, y que hasta la fecha no ha sido reconocido, y no puede ser reconocido porque no lo sabemos”.
Parte de la lucha que han hecho los integrantes de la Unión por su formalización es para contar con un respaldo legal que les permita generar antigüedad laboral y protegerlos contra un despido.
En México, los rellenos sanitarios a donde se lleva la basura urbana son responsabilidad de los municipios, o de un concesionario, por lo que los recicladores dependen de su relación con la autoridad a cargo para poder entrar a los espacios y sacar el material reciclable. Es decir, no existe una figura jurídica que respalde el trabajo de separación de residuos que hacen.
“Estamos buscando que nuestros derechos sean respetados, que nuestro trabajo sea visto como cualquier otro trabajo, que contemos con una nómina, seguro médico, prestaciones de ley. Que no sea nada más ‘El de la basura’, sino que nuestro trabajo sea reconocido”, señala la recicladora Mariana.
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