Una tarde de noviembre entraste de prisa a la Preparatoria Popular Zapata. No sé qué tarea llevabas, pero estábamos en vísperas del aniversario de la Revolución mexicana y el Frente de Defensa Popular (FDP), que luchaba contra las altas tarifas del Predial en Culiacán, preparaba su entrada al desfile oficial. Corría el año de 1969 y ese movimiento irrumpió en el acto oficial. Camilo Valenzuela y Jorge Medina Viedas iban al frente del grupo de protesta y entre los activistas cercanos marchabas tú, Jaime. Nos reprimieron en la esquina de avenida Obregón y calle Escobedo, pero el reclamo popular contra el Predial se hizo presente. Así te conocí Jaime, en pleno activismo.
La actitud positiva nunca la perdiste. Hace pocos meses nos encontramos en un restaurante de comida China, contigo estaba tu hijo Jaimito (a quien tanto protegiste). El mal había invadido ya tu estimada humanidad. Fiel a nuestras costumbres, te pregunté cómo estabas. ̶ Mal. ̶ Me dijiste. Pero en tu rostro y en tu voz no había un dejo de rencor o reclamo a la vida por la situación que estabas viviendo. Hubo entereza y actitud positiva ante la adversidad en los viejos tiempos y así enfrentaste la última fase de tu vida. Ya había asomos de dificultad para comunicarte y tu voz que dominaba el pasillo de la Escuela de Economía en el viejo Edificio Rosalino, el Auditorio Ruperto L. Paliza y la Plazuela Rosales, en esa ocasión acusó cierto cansancio. Pero nada impidió para que preguntaras cómo iba la lucha por el respeto a los derechos humanos y mi suerte en esos afanes.
En los diversos encuentros de los últimos años, siempre te hice referencia a que tú eras uno de los “culpables” de que yo sea un activista en derechos humanos. Creo que nunca terminaste de creerlo, pero con la sonrisa a flor de labios siempre me decías: ̶ El alumno salió mejor que el maestro. Que este sea mi modesto homenaje Jaime: mi expresión fue sincera y de reconocimiento a tus méritos en el movimiento estudiantil de la Universidad, a tus aportaciones en el surgimiento del sindicato de maestros y el oxígeno que le diste a la lucha social y de la izquierda en Sinaloa.
En tus años y los míos en la Escuela de Economía, en cada clase y en cada lectura asomaban los economistas Harry Magdoff, Paul M. Sweezy y Paul A. Baran y su histórica publicación Monthly Review, sin disminuir los méritos de la Universidad de Berkeley, California, que dejó huella indeleble de sus pisadas progresistas en las rebeliones juveniles de 1968. En ese marco de cosas, tu y Guadalupe Meza Mendoza marcharon a cursar la maestría en la Facultad de Economía de la UNAM y luego aspiraron a realizar el doctorado en Berkeley. La UCLA no validaba aún los posgrados de la UNAM y no fue posible hacer ese doctorado en las mismas instalaciones donde Julio Cortázar daría sus famosas conferencias, llamadas ahora Clases de Literatura.
No me gustó Jaime el trato que te dieron durante el evento en que se festejó el cumplimiento de los requisitos para el registro de MORENA. Me pareció una ingratitud a tu trabajo y afanes por el logro señalado.
Quiero hacer presente ahora que la locataria del Mercadito Rafael Buelna, Adela Izábal, tiene bien grabada en su memoria aquel día de principios de los setenta que casi volabas por La calle Hidalgo rumbo a la avenida Granados, perseguido por la policía y a punto de caer en sus manos. Ella te habló para que entraras en su tienda y bajó las cortinas para que los gendarmes no pudieran detenerte. Bien decía Pepe Mujica: ̶ En más de una ocasión, el que lo aprehendan a uno depende de las piernas. Y tus canillas aguataron aquel trote y el estrés de ser perseguido.
Jaime, dejas un gran ejemplo para las infancias y adolescencias de Coyotitán, San Ignacio, tu pueblo de origen y para las de Sinaloa. Tu legado no queda en las aulas de la ahora Facultad de Economía, tampoco concluye en las calles de la ciudad que tanto amaste: Culiacán.
Tu ejemplo trascenderá a tu generación, pues las presentes no ignoran que los espacios sociales, económicos y políticos, de que ahora disfrutan, llevan un granito de arena que tu aportaste.
Misión cumplida Jaime. DEP.
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