Por: Dolores Díaz Aguirre.
Fotos: FIL Guadalajara. Fecha: 8 de diciembre, 2025
Tengo años de recorrer los pasillos de la FIL y no me puedo dejar de observar cómo cambió. Siento nostalgia al recordar la entrada tal y como se veía un tianguis cultural, pero que se fue extinguiendo.
Primero desapareció el ingreso donde se instalaban los que vendían artesanías indígenas. También era común encontrar manifestantes en contra de algún partido político o algún despliegue de personalidades. Recuerdo que cerraron la avenida Mariano Otero por un concierto de Silvio Rodríguez.
En esa época, el Foro FIL para los conciertos aún no existía: ocupaban toda la explanada donde se montaba el escenario para observar los conciertos. Incluso por la tarde se podía apreciar el ensayo, mezclado con las artesanías indígenas y revendedores de libros.
A la salida escuchabas a los jóvenes decir “me compré este libro y me lo firmó el autor” otros decían “mira lo que me robé”.
La feria del libro era una mezcla de ideologías políticas, sociales y culturales. Donde todos cabían. El lema “La FIL es de todos” se fue difuminando. Las vallas fueron cercando el acceso.
Ahora escuchas en los pasillos “el libro que quiero cuesta quinientos pesos”. Otras jóvenes dicen “aplique el tarjetazo y dije Dios proveerá y me compré el libro, total me hubiera gastado más en el envío”.
Un lujo
El acceso a la cultura en México se volvió un lujo. No solamente por el valor de la cultura. Es un debate interminable que tuve y tengo con Ernesto Piedras, mi profesor en la maestría en gestión cultural.
Debatíamos sobre la cadena del libro y el proceso que implica la distribución editorial, no sólo el valor del papel, sino el costo de producción, el pago de la maquinaria y la industria editorial. Esa gran industria de la que habla la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (CANIEM).
Anteriormente, quien controlaba el papel, lo controlaba todo. En el caso de PISA, una empresa proveedora de papel, si el comprador no era afín al gobierno, dejaban de vender a las imprentas y periódicos.
Hoy en día, el acceso a la lectura cambió porque la generación nativa digital ya no necesita del papel para leer. Sin embargo, lo sigue buscando y añorando. Le gusta tener en sus manos el libro como parte del estatus de pertenencia al capital sociocultural. No sólo como lo concebía Pierre Bourdieu, sino el acceso a la cultura.
Ahora escucho a mis alumnos decir “maestra, yo tengo ChatGPT plus”. Es decir, las generaciones nativas digitales, saben que pagando una membresía tendrán acceso a mayor cobertura bibliográfica y, por ende, a más y a más.
De igual forma, quien llega a la Feria con boleto o gafete es equiparable con el acceso ilimitado de bibliografía. Aunque no pueda comprar, tendrá acceso a la conferencias y mayor cobertura a la feria más importante de México.
Promoción de la lectura
No es novedad que la clase política siempre ha buscado tener de cerca a los artistas y escritores, intelectuales y críticos, como parte del desarrollo. No sólo para darse ínfulas de democráticos, sino también por el impacto económico y el beneficio que conlleva invertir en cultura.
Hablar de promoción lectora implica revisar los programas educativos: fomento editorial, apoyo a las pequeñas y grandes empresas editoriales. Para hablar de GRANDEZA también es importante hablar de las ballenas editoriales que terminan comiéndose a las pequeñas y locales.
Jalisco es un referente cultural no sólo por ser la residencia de la FIL, sino también por ser la cuna de creadores importantes. Por ejemplo Juan José Arreola, Juan Rulfo, José Clemente Orozco, Guillermo del Toro, Tony Guerra, María Izquierdo, Consuelito Velázquez, Vicente Fernández. Entre tantos artistas y escritores también ha visto nacer y morir editoriales como artistas y escritores.
Sin embargo, la obra queda plasmada en su obra que a la posteridad puede ser visto cuantas veces se requiera.
Pero los encuentros en la feria suelen ser memorables. Ya sea por que en ella se mezclan ideologías políticas o culturales, es posible increpar al autor sin temor a decirle si gustó o no su obra.
Pero esto no siempre sucede con la clase política en México. Por ejemplo, las madres buscadoras en 2023 estuvieron presentes con una mesa al interior de la FIL: este año no se ven. Aunque los índices de desaparecidos en Jalisco han aumentado, las mesas de diálogo y de feminismo también aumentaron.
¿Valió la pena?
También se pudo increpar al ministro Alberto Pérez Dayán cuando lo cuestionaron en la presentación de su libro una voz de mujer “ministro ¿Valió la pena, haber abierto la reforma al poder judicial?”.
Y es que, una pregunta va más allá de la reforma. Los ciudadanos observamos y callamos, pero una socióloga lo cuestionó y, a cambio, recibió aplausos de los asistentes. Luego concluyó el diálogo quizás para evitar que el ministro se fuera con un mal sabor de boca en su visita por Guadalajara.
Y es que el año pasado en la votación del 5 de noviembre de 2024, al ministro lo apoyaba un bloque de ocho ministros para votar como inconstitucional la reforma. Esta establece que los magistrados sean elegidos por elección popular. Sin embargo, el día de la votación el ministro votó a favor, la reacción sorprendió a muchos. Esto cambió el relato.
La socióloga Adriana Pineda cuestionó lo que muchos mexicanos se preguntan sobre la reforma judicial. Pero intentaron callar el diálogo con aplausos de los asistentes.
En realidad, esa era la esencia de la FIL Guadalajara: un diálogo breve, concreto y certero donde podías preguntar al autor y cuestionar su inspiración. Y tener la capacidad de réplica y escucha activa.


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