Culiacán, Sin.- En Sinaloa, la desaparición de personas ha dejado un acumulado histórico de 16 mil 192 ausencias, de acuerdo con cifras del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO). De ese total, 6 mil 931 personas continúan desaparecidas, mientras que 7 mil 542 han sido localizadas sin vida, un regreso que nunca ocurrió como sus familias esperaban. En este contexto de violencia y duelo permanente, madres buscadoras realizaron un brindis simbólico en Culiacán durante un encuentro denominado “Memoria, Unión y Fuerza”, en el Jardín de la Memoria.

FOTO: SCARLETT NORDAHL
El acto, a simple vista, luce sencillo: una mesa con bebidas y algunos alimentos que sus hijas e hijos disfrutaban antes de su desaparición. Alrededor se colocaron sillas vacías, cada una acompañada de fotografías de las personas ausentes y veladoras encendidas como símbolo de la luz que guíe su regreso. Para las madres buscadoras, esas personas son sus “tesoros”, como llaman con cariño a sus hijos e hijas, a quienes siguen esperando en casa.

Familiares se sumaron al brindis simbólico en memoria de los desaparecidos.
Rosa Nériz, integrante de la Brigada Estatal de Búsqueda en Sinaloa, explicó que esta es la segunda ocasión en que distintas colectivas se organizan para realizar este brindis, concebido como un ritual de memoria y resistencia. Señaló que durante las fechas decembrinas el dolor se intensifica porque para ellas la silla vacía en la mesa de Navidad y, en este caso, de Año Nuevo, profundiza la pena y vuelve más difícil enfrentar y procesar las emociones.
“Estamos haciendo un brindis simbólico por nuestros desaparecidos y para decirles que los esperamos de regreso a casa, de la manera que sea. Que ellos mismos nos den la oportunidad de encontrarlos, porque cuando los encontramos en una fosa sentimos que, por fin, quisieron regresar. Las sillas vacías simbolizan las ausencias, porque cada madre tiene una silla vacía que la hace sentirse incompleta”, explicó la rastreadora.
A Luz Esther Estrada Peña le hace falta su hijo Juan Carlos Cazares Estrada desde hace un año. Relató que desapareció el 20 de diciembre de 2024, cuando salió, como cualquier otro día, a trabajar como conductor de una aplicación de transporte. Nunca regresó. Desde entonces, las celebraciones decembrinas se han convertido en un recordatorio constante de su ausencia donde las decoraciones, las reuniones familiares y la música la remiten a ese día.
“Andaba trabajando de Didi mi hijo y, lamentablemente, somos muchas madres, esposas e hijos con este dolor. Mis nietos no saben que su papá está desaparecido; para ellos sigue trabajando. Aun así, mantengo la fe. Es la segunda Navidad sin él. Hemos salido adelante como familia, ha sido difícil, pero la esperanza es lo que me mantiene de pie”, compartió.
En esta ocasión, nueve sillas fueron colocadas durante el brindis. Aunque representan a las familias presentes, también simbolizan a miles de personas que siguen sin ser localizadas en Sinaloa, y a las ausencias que continúan marcando mesas incompletas en todo el estado.
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