Chínguense esta:
El 29 de enero del 2024, como a eso de las 12 del medio día, estaba yo en la USE, ya desocupada de un trámite que resultó mucho más rápido que lo que había previsto. Y como una, con dos o tres minutos de sobra no sabe que hacer: que subo al Registro Civil a preguntar por el trámite para el cambio de género (desde marzo del 2022, en Sinaloa es posible por medio de un trámite). Pues ya en el 2do piso, en la oficina, me explican como era el show y que me dicen “en medio hora” se hacía. Trakas! a la verga, dije yo. No se en Suiza (porque también allá me leen), pero en Sinaloa eso de la rapidez no es lo suyo en las oficinas de gobierno; hasta parece que les gusta vernos con la cara de culo, jorobadas, haciendo colas hasta por el más mínimo motivo. Total, que decidí hacer mi trámite, pero pa´esto, no llevaba comprobante de domicilio; pero le llamo a una de mis hermanas que vive pa´l rumbo y que me jalé como alma que lleva el diablo por esa madre del comprobante.
No regresé tan que digas tú, rápido; porque antes de eso me chingue una pizza con mi carnala y pues terminé llegando como a eso de las 3pm a la USE.
Eso sí, llegandito llegandito a echarle chingazos al trámite.
Cabe aclarar que llegué con pena ajena, en el recibo, mi carnala debía como 5mil pesos de agua, debía el agua de toda la colonia (espero que, a un año, ya no deba). Pero bueno, cómo ya era “tarde”, la funcionaria que me atendió me ayudó masizo con las copias, hacer grupitos de cada documento, a llenar el formato y todo lo posible. Fue (y es) una chulada de criatura. Pues me explica -de nuevo- rapidito a donde sacaría el turno y de allí a donde y que entregaría en cada turno y que me regresarían. Yo estaba lela, poniendo más atención que cuando dan las cartas en la lotería, se me pasó vergas un detalle.
Allá te va la jota gorda escaleras pa´abajo a cambiarse de nombre y género.
Todo pasó más rápido de lo esperado -porque a esa hora, eso sí: ya a una la despachan en chinga-, todo me hacía sentir ya entre mis dedos mi nueva acta de nacimiento. ¡Cuando traka!: Mi nombre, no podía ser mi nombre; no se podía poner. El intercambio de opiniones duro nada, pronto me dijo la funcionaria “regresa a la oficina -2do piso-, lo que ellas nos digan, eso hacemos”.
Allá te va la trans escaleras pa´arriba, ya casi me rosaba de bajar y subir escaleras.
Cabe aclarar que no crean que fue tan miel sobre hojuelas, nooo. Hay muchas cosas que no están bien en el proceso: te piden copia del acta de nacimiento, pero que esta tenga no más de 3 meses de haber sido expedida, pasándose por el arco del triunfo la ley (porque las actas no expiran). El formato donde una inicia el trámite, mezcla sexo con género, como si fuera lo mismo; cuando me toco esa parte le digo a la funcionaria: “yo vengo por el cambio de género, pero si me quieren cambiar el sexo, yo jalo, nomás le digo que en ayunas no vengo” la mujer soltó la carcajada. El trámite es cambio de nombre y género, no supe bien a bien -porque no se pudo explicar- que pasa si nomás te quieres cambiar el género, pero dejarte el nombre. Ahh, y al parecer el cambio de nombre “debe ser” un nombre que haga juego con el género nuevo, ya saben si eres hombre es Carlos, si eres mujer Martha. Como mi caso si les embonaba según ellas el nombre con el género, no hubo pedos. Y como esas muchas, no crean que poquitas.
Total, que regreso al segundo piso ya sin resuello. Entro a la oficina donde inicié el trámite y la funcionaria que me atendía me indica que pasara a un cubículo que está detrás de su escritorio; paso. Paso y saludo a una funcionaria que estaba chambiando, un buenos días de ida y vuelta, no fue más. Un par de minutos después, llega otra funcionaria -saluda- y me pregunta que si que se me ofrece, le digo que pues me dijeron que pasara y me sentara allí; me pregunta que si soy “la persona del cambio de nombre y género”, le respondo que estoy haciendo ese trámite, pero no se si sea “la persona”; dice, dame chance, y regresa cosa de 1 minuto y me suelta: “el nombre que quieres no se puede poner porque es un nombre compuesto”.
Yo, plebes; voltee a ver si me estaban grabando tipo cámara escondida y que saldrían gritando ¡SORPRESAAAAA!. No podía creer la respuesta. ¿A caso no todos los nombres son nombres compuestos o, hay un árbol de los nombres?…
No atiné a decirle otra cosa que a darle ejemplo de nombres “compuestos”; María de Jesús, María, Jesús; tres nombres distintos. Pues no, me repitió la misma negativa.
Atino a decirle: “a bueno, me darías por favor la negativa por escrito”; “tienes que mandar un escrito donde justifiques lo que estás pidiendo”, lo mandas al Registro Civil; otra vez yo: “A la verga si me están grabando, donde chingados está la cámara oculta”. Solo le digo: “oye, al parecer no me expliqué bien, solo quiero por escrito eso que me estás diciendo, pero por escrito”… solo me repite, con cierto fastidio: “tienes que mandar un escrito donde justifiques lo que estás pidiendo”… la cosa es que yo intentaba explicar lo que yo pedía y lo irreal de lo que ella me decía; puse ejemplos como: oye, pero si viniera de Choix, como me pedirías que pagara una noche de hotel para poder hacer el escrito y mandarlo y estar de regreso mañana; o si no supiera escribir, ¿Cómo le haría? y ella repetía lo mismo. Llega el momento en que le digo que eso que ella hace merece ser observado por Derechos Humanos, a lo que ella no quedito, sino con la fuerza que no había mostrado antes de dice: ¡Ve a donde quieras!, solo atino a decirle: “Si no te estaba pidiendo permiso”. Ella dice que pues no hay más nada que hablar, que ya me había dicho lo que tenía yo que hacer -y me repite: “tienes que mandar un escrito donde justifiques lo que estás pidiendo” -. Salgo del cubículo y me siento justo en la silla donde inicié el trámite.
Tomo mi teléfono y llamo a la jefa del Departamento de Diversidad y Grupos Vulnerables de la Dirección de Perspectiva de Género de la Secretaría de las Mujeres del Estado de Sinaloa: Lic. Mariel Dayana Vega Yee; como tal, ella -y en esa área- da acompañamientos a victimas de violencia. Le explico lo que acababa de ocurrir, como yo, no lo podía creer. Ya que le explique todo, dice que colgará la llamada para llamar a su vez a Registro Civil, pero hace el compromiso de volver a llamarme para el acompañamiento y seguimiento. Cuelga, quedo yo sola en medio de una oficina llena de gente.
A los minutos, me regresa la llamada Mariel, pregunta como estoy, atino a decirle que “al parecer me volví invisible”, ya no solo me violentan al negarme mi derecho a la identidad, sino ahora lo hacen invisibilizándome, como si una estuviera aquí sentada por gusto. Me explica que están viendo como resolver que se me registre, me pregunta que si quiero hacer algo más… le respondo que, quiero poner una queja ante al CEDH (Comisión Estatal de los Derechos Humanos de Sinaloa), me dice que, como yo le expliqué que todo había ido bien salvo por la ultima funcionaria, pero porque no, no solo hacía la queja hacia El Registro Civil, sino específicamente a punto donde se atoró mi trámite… le digo que sí, que eso me gustaría aun más… me recuerda que me estará colgado y volviendo a llamar para darle seguimiento, me comenta que ya está enterada sus jefas de mi caso. Cuelga no sin antes repetir que llamará.
Una vez cuelga Mariel, decido preguntar el nombre de la funcionaria para cuando realizara mi queja. Como ya la tenía en frente, pero hasta la pared, a la funcionaria en cuestión, sentada yo le digo: “Oye, disculpa, me podrías ayudar diciéndome tu nombre y cargo” … No se sorprende, pero me pregunta que si para que, a lo que le digo de mi plan de la queja. No me dice su nombre, sino que pretende aleccionarme diciendo que, lo que tengo que hacer yo es: “tienes que mandar un escrito donde justifiques lo que estás pidiendo”… yo la neta ya algo sacada de onda le digo que no voy a hacer eso, que gracias pero no es lo que planeo hacer, sino lo de la queja y para eso necesito su nombre porque no solo me quejaré del Registro Civil sino de ella porque ella es la que me mal atendió, porque hasta antes de ella -salvo por las dos que tres cosas que ya les platiqué- todo había transcurrido bien, hasta que ella me atendió. Y que creen que pasó, lo impensable: sin ni siquiera inmutarse me suelta un “no te quiero dar mi nombre” y yo volví a pensar “estos vergas si me están grabando, onde chingados está la cámara”. Pero no, la respuesta era real. Yo muy pero muy sacada de pedo le digo que le estoy preguntando su nombre y cargo porque ella me atendió, le reviso diciendo que no estamos en la cola de las tortillas o del super, en el área de verduras… me responde que “no quiere darme su nombre”. Honestamente plebes, yo ya no sabía ni que pensar, estaba saladísima de onda por lo estúpido de lo que me respondían y de la situación en general. Entramos en un alegato las dos; yo por mi parte diciendo que ella como funcionaria/servidora estaba obligada a darme su nombre porque pues me había estado atendiendo, ella insistía en que mandara el escrito pedorro que me dijo antes de ese momento varias veces y después de eso aún más veces. La cosa no dio para más, no logré que me dijera el nombre, eso sí, no crean que se fue limpia; le dije eso que creo, que por personas como ella es que están tan mal los servicios públicos. “El que creas que puedes darme o no tu nombre te retrata de cuerpo entero como funcionaria” le dije en esas y otras palabras, pero nunca una grosería. Ay jota, eso no te lo creo, dirán si me conocen, pero es ley, una grosería no dije.
Mariel me regresa la llamada, le platico lo sucedido y mis pedorros resultados para obtener el nombre de la servidora, la mujer estaba tan como yo de sorprendida de como podía estar pasando eso.
Hubo más llamadas entre Mariel y yo, en cada una, nos actualizábamos lo que ocurría; yo de la oficina del Registro Civil, ella los avances del acompañamiento por parte de la Secretaría de las Mujeres del Estado de Sinaloa. En cada llamada se agregaban agresiones. En algún momento esta funcionaria que no me dio su nombre -porque no quiso-, junto a otra se acercan a mi, bien pero bien felices, se les veía hasta en el andar el gozo de haber logrado algo. Se acercan a mi y me dice (la misma que me negó el nombre) que ya tenían la solución, “Te tenemos dos opción” me suelta; y en un papel de esos amarillos de un block de notas, pero no crean que la hoja completa, no, un pedazo que seguro arrancaron de un jalón, me enseña escritas las dos opciones (y me las lee): Ximena conx ó Ximena con equis (ese último, me dice, que es como tenía yo en Facebook; porque para eso si les dio el seso, para revisar mi cuenta). De nuevo me vino esa idea de que me estaban gravando, que había una cámara oculta. Les dije, no crean que molesta sino preocupada: “si esto es un bramo, para mí ya no es gracioso”. No dicen más y con eso entendí que en realidad lo decían en serio; viendo eso, les pregunto ¿Qué entienden por identidad?, no hubo respuesta. Yo bien molesta les reclamo diciendo que si yo, en ese momento me quería cambiar el nombre que amorosamente mi mamá y mi papá me pusieron hace casi 40 años, que chingados les hacía pensar que aceptaría que me pusieran como ellas quisieran… ¿Quieren ser mí nina? En modo bien irónico les dije. Solo atinan a decir -quesque en su defenza- que solo eran opciones y yo más me enchilo. Le reclamo que ese es el problema que ella piensen que están allí para dar opciones, que ese no es su trabajo, que su trabajo es registrar el nombre no darme opciones y agrego que justo es como el negarse a darme el nombre (a mí la vasca me dura rato, se sabe) eso es no saber ni poquito en que trabajan. Las dos mujeres se van, ahora no diré que jubilosas, más bien emperradas (al menos una de ellas, ándale esa, la que no me dio el nombre).
Otra llamada de Mariel, le actualizo lo recién ocurrido con las opciones que mis ninas me había dado, no lo podía creer, menos yo. Estando yo hablado con Mariel, llegan de regreso mi par de funcionaras favoritas y se sientan junto a mí; le digo a Mariel que me de tantita chance y deje ponerla en altavoz, que no me cuelgue, que veré que quieren las funcionarias. Dejo a Mariel en el teléfono y espero a que me digan algo mi par de funcionarias favoritas, y de la nada (sí, esa que ni el nombre sabemos) me sale con ni recuerdo que cosa, pero algo trivial, tipo el clima o algo así se casual; yo quedé pendeja pensé “Ora, que trae esta ñora” y se siguió como si nada; la paro en seco y le digo: “ a ver a ver, yo no quiero hablar contigo, sino me vas a decir nada del trámite no quiero hablar contigo, amigas no somos”, “me niegas decirme tu nombre, luego me quiere poner como tú quieres y ahora pretendes que hablemos como compas, no la chingues”. La mujer se paró y se fue a su escritorio. Nos quedamos solo la otra funcionaria, yo. Mariel -al teléfono y en altavoz- y la oficial que inició mi trámite. Porque sabrán que esa mujer estuvo allí -la pobre- viendo -muda- como pasaban las cosas y a ratos me hacía alguna platica, bien chila, bien cortés; y por eso le quiero mucho. Estábamos en eso, hablando las 4 de nada y de algo que no recuerdo cuando de la nada…
Baja del mismísimo trono que es la oficina de la directora de Registro Civil y, sin decir agua va -menos saludar o decir con permiso- que me suelta un -el primero porque hubo varios- “Que quieres ¿Problemas o qué?”. Plebes me agarro en curva, porque ni la vimos llegar. Yo sacada de pedo solo le digo “¿Qué?” porque no estaba segura de haber oído bien. Ni tarde ni perezosa me repite lo que me había dicho -pero con los ovarios en la garganta no crean que suavecito, ella no habla de otra manera al parecer- y todavía le agrega: “No sé qué es lo que quieres, te dieron opciones y no las quieres, no sé qué quieras”. Como vi que si era en serio, solo pregunto -lo mismo antes- “¿Qué entiendes por identidad?” y me responde lo mismo que las otras funcionarias, es decir, NADA. Le digo lo mismo que a las otras, que si yo me voy a cambiar el nombre que mi mamá y papá me pusieron porque creen que voy a querer que ellas me bauticen. No crean que la mujer cambio el semblante duro, de molestia, no. Me dice que desde el minuto uno que inició el trámite ha estado pendiente, pero que no se puede por que la letra “x” no puede ser nombre y que de eso ya estaban enteradas las de la Secretaría de las Mujeres. Le digo que está bien, pero que me lo dé por escrito y no van a creer, pero de allá desde su escritorio la funcionaria que no me quiso decir su nombre me repite su mantra: “tienes que mandar un escrito donde justifiques lo que estás pidiendo”… la detengo diciéndole que ya le dije que no voy a hacer eso, que no se si a ella le encanta que le digan que hacer pero a mi no. A partir de que llegó la directora me estuvieron grabando con un celular, una funcionaria que al parece ese es su principal trabajo el otro es agredir a las usuarias como yo. A la directora le digo que solo me den por escrito la negativa y con eso. Ella me dice que ya ha visto eso con la Secretaría de Mujeres, que ellas están enteradas del proceso… le interrumpo diciendo que de hecho al teléfono en altavoz está Mariel, ella se sorprende y confirma que Mariel esté al teléfono. La mujer se mega emperró, inicia con algo que yo diría que es un regaño a Mariel y una de las cosas que le dice es que ella debería estar ayudando a que no ocurrieran estas cosas -asumiendo que quien estaba mal era yo y no ellas- que como era posible que ella me estuviera solapando a lo que yo le reviré diciendo ya sin bonitos modos: “A mí, ni Mariel, ni mi mamá, ni tú, ni nadie me dicen que hacer”. Ella -Mariel- me está atendiendo porque ese es su trabajo, como tú, porque también es tu trabajo. A como llegó, se retiró, con esos mismos modos elegantes de ella. Se podría decir sin que sea una exageración que nos dejó hablando solas.
Se que ya les borré la línea del culo de tanto estar sentadxs leyéndome, pero les prometo que ya mero es lo último (de esta primera parte, sabrán las Diosas de cuantas más).
Al ratillo de que se va la directora, llega un fulano que dijo llamarse Luis. Él llegó del exterior, no sé si trabajaba en el Registro Civil, no le pregunté ni me lo dijo. Llegó hay que decir que amable, la neta. Se me acerca, se presenta con el puro nombre (pero eso era más de lo que me habían compartido todas juntas) y me pregunta que soy yo la personas que no podían registrar porque el sistema no lo permitía. Le respondo que yo estoy en ese trámite, pero que la razón de no hacer mi cambio es porque mi nombre es un nombre compuesto. El vato se sorprende y me dice que lo que pasa es que el sistema no lo permitía, que habían estado llamado al CDMX para resolver eso, pero por la diferencia de horario no había sido posible encontrar quien lo solucionara. Le respondo que eso no lo sabía, que nadie me había dicho que era un problema con el sistema, pero, pues que me dieran por escrito eso mismo: que la negativa era un problema con el sistema. De allá me gritó una funcionaria que no tenía que dar nada por escrito, a lo que yo respondo que sí y uso como ejemplo como antes de las reformas que lograron aprobar el matrimonio entre personas del mismo género, cuando dos personas del mismo género se querían casar y llegaban al registro, este les emitía por escrito la razón de la negativa. Pues no me van a creer que aún así seguían alegando que no se cuanta cosa, a ratos ni les ponía atención.
Volvamos a que Luis pues viendo que no se podría que me dieran el escrito, pues me dice que porque no regreso al día siguiente para que retomara mi trámite. Le digo que claro, solo que me den mi escrito.
En eso llega la directora y nos ve a Luis y a mi hablando, interrumpe diciendo que ya sabía yo el porque no se podía, a lo cual la desmiento diciéndole que hasta antes de Luis nadie me había dicho nada sobre el sistema. Se suelta la ñora con una letanía de sus virtudes: que llevaban cinto no se cuantas personas que le habían hecho el cambio y que solo conmigo habían tenido problema, que ella siempre ha tendido una buena relación con mi comunidad, que es más había hablado con un miembro de mi comunidad para preguntarle por mi… yo creía que plebes que hablaba de Tacuichamona, de La Estancia de los García, y pense “Ora verga, pues con quien hablaron” y, naaaada se referían a la jotiza a la comunidad LGBTTTIQA+ quedé hahahha. El vato le agrega que eso que hago yo mancha la lucha de mi comunidad, ya no pude aguantar y les dije que yo estaba como ciudadana que nadie me representaba ni estaba en representación de nadie; eso sí, viendo a Luis le reclamo: Ahh, quieres decir que tú, siendo funcionario del estado sabes más que yo que siendo trans, defensora de DDHH y acompañante solidaria de víctimas sobre lo que nos ha costado tener este derecho, estás de a tiro jodido w. Como vieron que no daba mi brazo a torcer, me dicen que ya no pueden hacer más, que las razones ya me las habían explicado y pues que hasta mañana se podría dar seguimiento. Les digo que lo entiendo, que me queda claro que el horario de atención ya se terminó y que claro que les vería mañana a primer hora. Que mañana a la hora que llegaran allí les vería porque no me iría de ese lugar.
Vieran visto como me incendiaron de coraje, como sus rostros se trastornaron, la poquísima (si es que hubo) buena atención se esfumó. Me dicen -ya casi a gritos – que no puedo quedarme allí, que tienes que irse y cerrar.
Como Mariel seguía en la línea, oyendo todo por altavoz; le digo que entiendo que ya no continuará el trámite, pero que a partir de ese momento yo estaba en una manifestación pacífica en un espacio público, cosa que es mi derecho. Vieran como enloquecieron, de todos lados me decían que no podía hacer eso, que ese no era un espacio público. Les dije las veces que me decían eso mismo, les dice que si eres un espacio público y que ya era una manifestación.
La alegata paso a que es y que no es un espacio público y que si y que no es derecho a la manifestación. Para ese punto, ya había mucha más personas, hombres y mujeres que no se de donde salieron, varias grabando. Yo le describí varias veces a Mariel la escena, el número de personas como lo que ocurría. La discusión terminó de mi parte cuando les dije: “Si esto no es un espacio público o su mi actuar es una falta o un delito, actúen en consecuencia” yo estoy aquí porque no han respetado mi derecho. Siguieron alegando, pero ya no les hacía yo mucho caso, de vez en cuando les corregía algo de lo que me decían. Tipo que no podían dejarme allí porque pues había que cerrar, a lo que les digo, cierra conmigo dentro; y como esa varias.
Ahora sí, es el último tirón. Ya aguantaron lo más como sea se chingan lo que falta.
Plebes, como me quedaba la puerta de espaldas, nunca vi cuando llegaron los policías; así como no vi cuando se fue llenado esa oficina, porque habíamos harta pipol.
Los polis los vi porque se me acercaron. Les pedí que no me tocaran, cosa que les valió riata. Le digo a Mariel que los polis me quieren mover y que a pesar que les pido que no me toquen me están moviendo con las manos. No crean que fue empujones, solo como de “buenas” pidiendo que me moviera.
Me paro de la silla y me muevo a la pared de en frente, que me quedaba la puerta un poquito más lejos, pero todo en la misma área común de la oficina. Le digo a Mariel que me moví.
Tres de los polis se acercan y digamos forman una “abrrera” un ágora entre yo y el resto de la gente en esa oficina, que para ese momento era harta pipol; otro policía, permaneció junto a la directora en todo momento. Pues un policía se aproxima más y queda entre yo en los otros policías a la distancia de poder plantarle un beso si estiraba yo el buchi o un chingadazo, que se me antojaba más lo segundo, pero, ni lo uno ni lo otro. Ese vatito, empieza a amedrentarme, casi a gritos me decía: “estas seguro (siempre en vato pues) que no te vas a salir” y yo, haciendo uso de mis ultimas palabras porque ya estaba atacadísima le respondía: NO. Él seguía, me dijo también “quieres que te saquemos a la fuerza” y como no respondía me dijo: “eso quieres, que te saquemos arrastrando”. Eso fue lo ultimo que pude soportar, solo dije (pero no solo a él para que escucharan todxs: “yo no me voy a salir por mi voluntad, ya se les dije a ellas y se los digo a ustedes, si esto que hago es una falta o una delito, actúen en consecuencia; todo esto empezó por eso, por no respetar mis derechos, apliquen la ley”. Los polis retrocedieron, se juntaron con el que estuvo siempre a un lado de la directora, éste último le dice a ella: “no se quiere salir, usted dice que hacemos”.
Sin que le temblara la voz, con los ovarios en la garganta la directora dijo: “sáquenlo arrastrando”.
No podía dar crédito de lo que oía, le dije a Mariel, cosa que era innecesaria porque ella lo oyó. Los policías se acercan de nuevo a mí, y yo inicio narrando a Mariel lo que estaba ocurriendo. Plebes, se acercan, me toman de las manos, yo me deslizo por la pared hasta el piso y otros dos me toman cada uno de un pie y allá llevan a la trans gorda arrastrando…
Como una está acuerpada y esos vergas están bien puñetas, no me podía, intentaron no arrastrarme, pero sus pedorras fuerzas no pudieron con mis tremendos kilos. Allá te voy yo, arrastrada desde el segundo piso.
En todo el trayecto me graban, me dicen cosas como que no que no me saldría, que eso quería yo; la neta yo ya iba ciega de coraje. Solo atinaba a describirle a Mariel todo esto.
Me meten a la fuerza al elevador, como no cambia me doblaron. Haz de cuenta que te compras un jamón de esos rectangular y lo usas para hacer un sándwich en con un pan de esas cuadrados, a webo que doblas una orilla. Esas orillas eran mis patas. Una cosa contoricionada me metieron a ese elevador. Cuando el elevador llega a la planta baja, se abre y casi me desnuco de putazo que me di contra el suelo.
Ya nos esperaban abajo y me jalaron. La puerta estaba abierta y saliendo apenas de la puerta, me tiran al suelo.
Allí me quedo adolorida (porque me esquinzaron el tobillo) de la cuerpa, pero mucho más de la dignidad.
Plebes! Se que está rebueno todo esto, pero tendrán que esperar una semana más. Esta calumnia ya está más larga que mi lista de pecados. La semana próxima les dejo caer la otra parte.
Comentarios
Antes de dejar un comentario pregúntate si beneficia a alguien y debes estar consciente en que al hacer uso de esta función te adíeles a nuestros términos y condiciones de uso.