Una cosa que me parece increíble es ver la ciudad tan vacía, sin vida, sin personas.

Dentro de este confinamiento, el pasado lunes fui al parque 87, muy conocido aquí en la ciudad de Culiacán. Luego pasé cerca de una cafetería que se encuentra al lado del lago del parque. Ese es un punto de la ciudad donde he visto tanta gente, tanta familia y tanta convivencia.

Ver ahora esta otra cara de la moneda, esa parte tan solitaria, me impactó. Por lo general, es un lugar cálido, lleno de vida por la gente que lo visita. Ese día solo estaban los vendedores de las tienditas y la muchacha de la cafetería, todo completamente solo.

Tomé una foto de un camino que está al lado del paseo del lago, desde una perspectiva que no había captado antes. Fue tan increíble que decidí tomar la foto. Esa dualidad, esos dos puntos de vista. Un camino que siempre veía lleno de gente, con la calidez de las risas, los gritos y la gente haciendo ejercicio, y ahora verlo vacío.

Esa postal me dejó impactado. Sentí que nos están arrebatando la vida, no solo a las personas directamente afectadas por el conflicto, sino también a las personas comunes, que están perdiendo su forma de vivir. Les están quitando la oportunidad de hacer su día a día, salir a trabajar, divertirse, estar con su familia, convivir, ejercitarse.

Es impactante ver esto desde la perspectiva de un joven como yo. Y la verdad es que tanto yo como las personas que conozco ya estamos hartos de estar encerrados por un conflicto que ni siquiera está en nuestras manos. Queremos que esto se solvente pronto y ojalá pudiéramos darle vuelta a la situación.

Me gustaría tener la capacidad de hacer algo, pero este es un terreno peligroso, un terreno desconocido. Nadie quiere jugar al superhéroe, y quien lo hace está un poco condenado. Estas situaciones de miedo, angustia e incertidumbre duelen. Afectan directamente a quienes estamos involucrados, y eso duele.

Por Anónimo