El plan que puso en marcha el gobierno de Culiacan, para reactivar la actividad comercial en horario nocturno, es una buena idea que debe ser evaluada conforme a los resultados que presente, ya que en la intención atiende una de las consecuencias de la violencia que afecta a Sinaloa y en los hechos se sabrá si es factible extenderlo a otras zonas de la ciudad y del estado.

El modelo dado a conocer por el alcalde Juan de Dios Gámez Mendívil consiste en extender los horarios de negocios que funcionan en una plaza comercial de Culiacán, garantizando la seguridad de los asistentes mediante operativos de la fuerza pública federal y estatal y midiendo los avances y lo que debe ser corregido o reforzado, según la sensación de protección o desamparo que experimente la gente.

En caso de tener buenos resultados, la estrategia será extendida a otros centros comerciales y zonas de Culiacán, hasta lograr corredores seguros para las empresas y clientes, lo cual irá avanzando en el mes de marzo en estrecha coordinacion entre los propietarios de los establecimientos y las autoridades.

El cierre de diferentes giros de negocios continúa en Culiacán con el impacto directo a la economía, el empleo y la oferta de entretenimiento y consumo que se le ofrece a los ciudadanos, además de la sensación de miedo e ingobernabilidad que emana del panorama de actividades lícitas paralizadas por el temor a sufrir ataques o amenazas de parte de la delincuencia.

Del funcinamiento o no de la plaza ancla en la cual se pone a prueba el dispositivo de seguridad para que los clientes se queden mayor tiempo durante las noches, depende la posibilidad de que la capital de Sinaloa recupere gradualmente la actividad comercial como otra condición indispensable para la construcción de paz. Es obvio que a los culiacanenses pacíficos nos corresponde confiar en estas medidas o esperar a mejores iniciativas.

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