Culiacán, Sinaloa.— En la colonia ampliación 4 de Marzo, al norte de Culiacán, no hay escrituras ni certeza legal, pero sí casas, familias y una vida que avanza como se puede.
La zona es considerada una invasión —porque se construyó sobre terrenos federales, a un costado de las vías del tren—; sin embargo, para muchas de las personas que habitan ahí, ese pedazo de tierra es lo único que tienen.
Muchas de las personas que viven ahí llegaron hace cinco o siete años. Algunas venían del sur del país, otras de colonias como Las Juntas, o simplemente se enteraron de que había terrenos libres junto a las vías del tren y se instalaron.
Evaristo Solís, originario de Chiapas y con siete años viviendo en dicha colonia, comentó para ESPEJO que, aunque han logrado hacerse de lo básico, no todo está en regla.
“El agua y la luz la tenemos, pero no la estamos pagando, estamos colgados (…) cada quien ha hecho su fosa para el drenaje, no hay red.”
Él —como otros vecinos— está dispuesto a pagar por el terreno y a regularizar su situación. De hecho, ya iniciaron ese proceso: obtuvieron una escritura pública lo que podría facilitarles el acceso a servicios como la luz, pero aún no completan el trámite.
“Queremos pagarla, ya fuimos como unas tres o cuatro veces y ellos nos mandaron al Ayuntamiento y que nos ayudaran (…) Ya la tenemos, una escritura pública nomás con eso, dicen que nos pueden ayudar a poner la luz, pero necesitamos ir. No hemos ido, apenas sacamos los papeles.”
Hasta ahora, el acceso a los servicios ha sido por su cuenta aunque ya lograron instalar postes y conexiones, la contratación legal aún no llega.
Claudia Beltrán, otra vecina, cuenta que existe un documento de la Comisión Federal de Electricidad que les permite consumir energía eléctrica de forma provisional.
“Hay una hoja firmada por la Comisión, nos dieron permiso para consumir la luz así, pero no hay contrato. Solo nos dijeron que metiéramos la mufa y que luego iban a venir”, explica. Hasta ahora, no han venido.
Claudia llegó hace siete años, junto con las primeras casas que se asentaron en el lugar —cuando aún no había ni luz ni agua—. El terreno se lo dio su suegra y desde entonces vive ahí con su pareja.
Fraudes y miedo a perderlo todo
Muchas de las personas que viven ahí han sido defraudadas; presuntos licenciados y abogados les prometieron escrituras a cambio de cuotas. Después de hacer el pago, les entregaron hojas sin ningún valor legal.
Don Guadalupe, un señor que ya pasó por otro proceso de invasión en Las Juntas, recuerda que su hija casi fue víctima de una estafa cuando una mujer —que se decía licenciada— le ofreció regularizar su terreno a cambio de un considerable monto.
“A mi hija le intentaron bajar 12 mil pesos. Yo no tuve estudios, pero, con su perdón, pendejo no soy. Le dije: ‘Aquí tiene que entrar CORETT (Comisión para la Regularización de la Tenencia de la Tierra), nadie más’”, recuerda Don Guadalupe.
Algunas familias han buscado de distintas formas sacar escrituras, actas de posesión o algo que asegure que ese es su domicilio ya que todos viven con el miedo de que un día llegue alguien y les diga que se vayan.
“Uno trata de hacerse a la idea de que no nos van a quitar. Pero si sí, ¿pa’ dónde se va uno? (…) A nosotros nos dijeron que el terreno estaba prestado por 100 años, pero si hasta nos dieron un papel falso, ¿usted cree?”, dijo Claudia.
“Esto es federal, el terreno es del ferrocarril. Mientras no lo necesiten, no te dicen nada. Pero si un día lo necesitan, te van a sacar” señala Don Guadalupe.
La falta de una escritura oficial sobre los terrenos provoca que los habitantes de colonias como la invasión 4 de Marzo enfrenten no sólo dificultades para acceder a los servicios públicos sino también obstáculos para recibir apoyos del gobierno.
“Hemos tratado de pedir ayuda, pero sin papeles no se puede” repiten los vecinos.
Además del miedo a que un día llegue alguien con un título de propiedad y los saque, también está el otro miedo: el de la violencia puesto que en la colonia no hay bardas altas, ni rejas, ni policías cerca. Si algo pasa, el barrio queda expuesto.
“Uno vive aquí insegura por lo de las balaceras que ha habido. Estamos a la intemperie de cualquier cosa” reconoce una vecina.
En la invasión 4 de Marzo hay casas con árboles de ciruela, vecinos que se avisan si alguien limpia un solar ajeno, familias que levantan sus techos sin esperar a que el Estado les regale nada. Solo quieren pagar por lo que ya construyeron. Quieren papeles que sí valgan y reclamar su lugar en la ciudad.
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