Culiacán, Sinaloa.- Desde hace nueve años, el Colectivo Taramari Sinaloense a través de colectas y organización comunitaria han logrado mantener activos dos comedores escolares que actualmente benefician a 52 niñas, niños y jóvenes, desde nivel preescolar hasta telebachillerato.
Lo que comenzó como entregas ocasionales de despensas, hoy se ha convertido en un proyecto que sostiene la alimentación de decenas de menores rarámuris con los comedores de Cuitaboca y Santa Magdalena.
“Desde hace tres años ya no entregamos despensas a cada familia. Ahora, las colectas van dirigidas a mantener los comedores: ahí comen los niños, los maestros, las madres que cocinan… y eso ha hecho toda la diferencia”, explica Hortensia López Gaxiola, una de las responsables de la iniciativa.
Ella recuerda que en 2016 se unieron al trabajo que había iniciado el profesor José Román Rubio, quien visibilizó la situación de los tarahumaras en Sinaloa con una manifestación en la que decenas de personas de origen tarahumara tomaron las escaleras de la Catedral, exigiendo el cumplimiento de sus necesidades.
“Lo primero que vimos fue que el alimento era prioridad. A partir de ahí empezamos a organizar colectas para apoyarlos”, cuenta.
Comida, comunidad y cuidado
Los comedores no solo alimentan, también unen: las mamás preparan los alimentos y los papás ayudaron a construir la hornilla y las instalaciones básicas.
En un entorno donde muchos abandonan la escuela por falta de condiciones, el comedor ha sido una motivación para seguir estudiando. Hay niñas y niños en kínder, primaria, secundaria y telebachillerato que asisten con la certeza de que ese día —al menos— comerán bien.
“Las madres de familia manifiestan que es de gran ayuda para sus familias, lo valoran y lo cuidan.”
Este fin de semana realizaron una colecta más, con la intención de abastecer los comedores para el semestre que viene.
Sin embargo, Hortensia reconoce que el contexto económico actual —provocado por la violencia en el estado desde hace poco más de nueve meses— ha golpeado al proyecto, y teme que esta vez no logren alcanzar el objetivo marcado.
“Siempre que hay dificultades, terminan afectando más a quienes menos tienen. (…) La baja recaudación nos pone en riesgo de no lograr lo que planeamos para este semestre”, dice con preocupación.
Por eso, hace un llamado urgente a quienes puedan apoyar:
“Aunque crean que es poquito, lo que aporten acá se convierte en mucho. De poquito en poquito se sostiene este proyecto, acá hacemos rendir todo”, aclara Hortensia.
El Colectivo Taramari Sinaloense estará recibiendo donativos de comida no perecedera —arroz, frijol, lenteja, atún, leche en polvo y más— en Librerías de México, hasta el 30 de junio, de 9:00 a.m. a 5:00 p.m.
Aunque la distancia y las condiciones puedan parecer barreras, la solidaridad sigue abriendo camino en lo alto de la sierra.
Y mientras lleguen arroz, frijol o lentejas, en las cocinas de Cuitaboca y Santa Magdalena seguirá hirviendo la esperanza.
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