Texto y fotos: Iván Pérez Téllez
En Cuacuila, Huauchinango, Puebla, los instrumentos de labranza reciben una discreta ofrenda en reconocimiento a su labor. Sin ellos, no se podría trabajar la tierra.
La ofrenda sucede cada 15 de mayo, cuando las principales herramientas de las labores agrícolas —como el machete, la coa, las palas o incluso los lazos— reciben, en gratitud, collares de flor y adornos de mano —xochikoskatl y xochipare, respectivamente—, ornamentaciones propias de toda festividad masewal, humana o no humana.
Si bien se preparan atoles de chocolate o masa, el alimento principal que se ofrece es el pichi, una suerte de pozole dulce que consiste en maíces reventados cocidos con piloncillo. Esta comida es completamente ritual; que se sepa, no se realiza fuera de esta festividad.
Herramientas humanas
La idea interesante detrás de esta festividad es que los instrumentos agrícolas realizan una labor; no son solamente herramientas, literalmente: trabajan. Y si bien en general no reciben ningún trato ritual, este día son agasajados y tratados, de algún modo, como personas no humanas. Como se hace con los santos o con las divinidades vernáculas en otras fechas del calendario ritual —cuando se les encienden algunas ceras, se les enflora y se les coloca comida, pan y atole—, a las herramientas, además, se les reúne y se les deja descansar ese día. No existen exégesis locales que hablen de que son personas de manera explícita; aunque se puede considerar, por ejemplo, que tal machete es “flojo” y por eso su dueño no avanza al desbrozar su terreno. Todos estos instrumentos están asociados, en principio, al ámbito masculino y a su labor de género por excelencia: la agricultura.
En el ámbito femenino, sin embargo, algunos utensilios son igualmente descritos en la narrativa local como seres feroces que esperan la destrucción del Cristo-sol para devorar a las personas humanas. En un relato nahua, el comal, el metate y su metlapil, la olla y un jarro platican entre sí y se quejan por el maltrato que reciben por parte de los humanos —sobre todo por quemarlos, machacarlos o romperlos— y, en venganza, aguardan pacientemente a que el sol se apague para devorarlos. Solo el jarro-xaloaboga por los humanos, por haber sido tratado con delicadeza. Según este relato, cuando el sol muera, el comal se transformará en águila, el metlapil en víbora y el metate en jaguar-tekuani; es decir, aflorará su naturaleza profunda de objetos-animal.
Trabajo para comprender la existencia
Algunas otras pocas “cosas” reciben también un trato especial, parecido al que se les da a las divinidades. Por ejemplo, el 30 de noviembre, día de San Andrés Apóstol, las mazorcas reciben xochipare y xochikoskatl en el granero donde se encuentran depositadas; además, a algunas de ellas se les coloca ropa nueva —por ser las protagonistas de esta fiesta—, se les dispone comida y ceras. A las mazorcas se les suele vestir con papel oropel, de modo análogo a cuando se elaboran los depósitos de las divinidades conocidas localmente como nenenkame.
Este 15 de mayo también, por supuesto, es la fiesta de San Isidro Labrador, y los masewal festejan con misa y todo lo demás. Lo otro es un asunto discreto, doméstico, pero muy presente en cada hogar nahua. La noción de trabajo, como lo hizo notar Marie-Noëlle Chamoux, es fundamental para comprender la existencia en términos masewal. Todo lo que existe trabaja, pero la noción de trabajo o tekitl excede por mucho la idea de producción o ganancia; sino que, gracias a él, se consigue reproducir la vida misma.
Finalmente, la relación que guardan los pueblos masewal con sus herramientas agrícolas es de reciprocidad y reconocimiento. Más que un asunto sagrado —idea judeocristiana que los antropólogos suelen usar sin cuestionar demasiado—, se trata, en breve, de reconocer el tekitl de otras sociabilidades no humanas o, como en este caso, de reconocer el trabajo de ciertos objetos híbridos que poseen algún grado de agencia y que los masewal reconocen como parte fundamental de la labor agrícola y, con ello, de la reproducción del orden-caos cósmico.
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