Culiacán, Sinaloa.- En el Plan Municipal de Desarrollo 2025-2027 —presentado el 30 de abril— se integraron propuestas ambientales como instalar infraestructura verde y acercar las áreas naturales a todos los rincones del municipio, esto bajo el discurso de que dichas acciones formarían parte de su labor en la construcción de espacios de paz. Sin embargo, ¿Cómo funcionan estos parques como espacios de paz?
Durante el mandato del actual presidente municipal, Juan de Dios Gámez Mendívil, se ha mencionado con frecuencia su enfoque en la construcción de espacios de paz, ya que —al finalizar el cabildo abierto del 30 de abril en Aguaruto— destacó la importancia de estos para la cohesión social y el bienestar de los ciudadanos.
“Los parques, unidades deportivas, la infraestructura en las calles, genera un entorno más seguro de convivencia”, señaló en aquella entrevista.
¿Cómo puede florecer la paz dentro de las áreas verdes?
Según Lilia López Cisneros, directora de Parques Alegres, los parques son espacios donde los grupos vecinales pueden crear comunidad y promover la armonía ciudadana, ya que cuentan con un lugar común para la recreación y se unen en torno a un objetivo compartido: mantener un parque en buenas condiciones.
“Les da identidad, los empodera y les ayuda a crear una comunidad unida. (…) Se convierten en espacios de convivencia que promueven el trabajo en equipo”, enfatiza Lilia López.
Parques Alegres brinda acompañamiento a más de 400 parques en Culiacán, cada uno con un Comité Vecinal responsable de su mantenimiento y de organizar actividades en el lugar. Esta labor busca promover que la ciudadanía se apropie de los espacios públicos y fortalecer la convivencia, la participación comunitaria y la unión social.
“El parque es suyo; ellos son quienes se encargan de cuidarlo, lo que también les da un sentido de identidad y, al trabajarse de manera colectiva fomenta el trabajo en equipo y el liderazgo entre los comités” explica Lilia.
Además, no solo se mejora el entorno, sino que —en palabras de Lilia— incluso puede incrementarse el valor del patrimonio de la zona.
Sin embargo, cuando estos espacios desaparecen, también se pierde una parte importante del cuerpo vecinal. Tal es el caso de los parques de Finisterra, un área verde que fue eliminada tras la llegada inesperada de maquinaria, sin previo aviso a la comunidad.
Los niños, acostumbrados a pasar ahí sus tardes, ya no cuentan con ese espacio para jugar, correr o simplemente estar al aire libre. A esta pérdida se suma la preocupación por la pequeña fauna silvestre que habitaba la zona, lo cual ha provocado un sentimiento colectivo de desánimo y tristeza.
“Antes sembrábamos, íbamos y escuchábamos en las tardes los pajaritos, por ejemplo, y les dábamos arroz a las palomitas. (…) Ahora no hay ninguna sombra, entonces sí, pues, de un ánimo cabizbajo”, dijo Lidia Villagarcía, presidenta del comité de vecinos de Finisterra.
Hoy en día, los vecinos que un día se unieron con el objetivo de tener un espacio verde, donde llegaron a cultivar cosechas, ahora buscan de manera unida recuperarlo tras su pérdida.
“Vinieron a hacer un atropello, y eso no se vale” concluye Lidia.
En resumen un parque se convierte en un símbolo de paz cuando los vecinos lo cuidan de manera activa y participativa, y hacen uso de estos espacios de manera recreativa, pero su desaparición puede causar una herida profunda, como en Finisterra, donde no solo se perdió el espacio, sino también se arranco de raíz la paz que allí había florecido.
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