Culiacán, Sin.- El Gobierno del Estado de Sinaloa anunció que intervendrá directamente casas, portones y bardas en el espacio público que permanecen con pintas, iniciales o mensajes vinculados a grupos del crimen organizado. Son fachadas que llevan más de un año exhibiendo estos símbolos sin que sus propietarios hayan presentado denuncias o solicitado algún tipo de apoyo.

La Fiscal General del Estado, Claudia Zulema Sánchez Kondo, informó que existen 157 inmuebles registrados con este tipo de afectaciones. Solo unos cuantos cuentan con denuncias abiertas. Detalló que estos casos podrían derivar en procedimientos por apología del delito y daño doloso, porque no solo se trata de propiedad deteriorada: estas marcas refuerzan la idea de control territorial y aumentan la sensación de inseguridad entre la población.

Reducir esa percepción es uno de los objetivos de la intervención estatal. Aún se trabaja en definir presupuesto y mecanismos de coordinación con los municipios, y se buscará contacto directo con los propietarios para avanzar en cada caso.

La ciudad marcada

En Culiacán, una ciudad donde la guerra entre dos facciones del crimen organizado se ha visto más activa desde septiembre del 2024, las huellas de esa violencia siguen ahí, visibles sin necesidad de buscar muy a fondo. Basta caminar un par de cuadras para identificar portones perforados, bardas con iniciales y casas donde nadie volvió después de un ataque. Incluso podría trazarse un recorrido completo con estos puntos: un mapa silencioso de episodios que no quedaron del todo atrás.

Durante un recorrido realizado por ESPEJO en octubre, se registraron varios inmuebles con impactos de bala. Comerciantes de las zonas afectadas aseguran que, tras el cierre de los locales dañados, disminuyó el movimiento y aumentó la desconfianza. Aunque el enfrentamiento haya sido meses atrás, el ambiente no se recupera con rapidez.

“Más que incomodidad, da miedo verlo. Yo no estuve cuando atacaron esa casa, pero siempre pienso que me pudo haber tocado. Es la realidad que vivimos. Ese día no había clases, las suspendieron por otra razón y pasó eso, fue durante el día. Pero ni modo, así nos toca salir; no nos podemos detener por esto, tenemos que seguir trabajando”, relató una mujer que prefirió el anonimato, cerca de la casa dañada en Villa Satélite.

Las marcas permanecen, y no por descuido. Según testimonios de vecinos, lo que evita que sean borradas es el miedo a una posible represalia.

— ¿Entonces nadie puede quitar esas pintas?

— Nombre, ¿quién las va a quitar? Si nosotros lo hacemos, nos tablean. Dicen que qué andamos metiéndonos donde no debemos, son capaces de matarnos. Hasta cámaras nos querían poner, no nos dejamos, pero andamos con cuidado. Y tenga cuidado usted también, porque si la ven aquí me van a preguntar quién era y a qué vino. Nomás se para alguien y enseguida vienen a preguntar qué querían. Lo digo porque ustedes, los periodistas, están en peligro. Dios la bendiga”. Conversación entre un reportero y un transeunte cerca de una pinta.

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