Los últimos datos del INEGI sobre la actividad industrial en México evidencian el estancamiento y, más recientemente, contracción en la producción de la manufactura a nivel nacional.

El más reciente resultado del Indicador Mensual de la Actividad Industrial (IMAI), publicado el 12 de diciembre y correspondiente al periodo de octubre de 2025, muestra un repunte de 0.7% a tasa anual, principalmente impulsado por la construcción. Sin embargo, la manufactura tuvo una variación de -0.3% mensual, y -1.4% a tasa anual.

De entre los subsectores que componen la actividad, los que mostraron mayor debilidad a tasa anual fueron la industria de la madera (-7.2%), fabricación de prendas de vestir (-7.0%), fabricación de productos de cuero (-6.4%), fabricación de insumos textiles y acabado de textiles (-5.7%) y la fabricación de equipo de transporte (-5.4%).

Los datos históricos muestran que, en el caso específico de la manufactura en México, su producción creció de forma constante entre finales de 2021 y finales de 2022, en un efecto rebote después de las afectaciones ocasionadas por la pandemia global de coronavirus, que dejó estragos en una gran variedad de industrias.

Sin embargo, a partir de 2023 el sector fluctuó en un rango acotado, connulo crecimiento. Posteriormente y desde el inicio del 2025, se aprecia un deterioro productivo que ha llevado al indicador a niveles similares a los que se tenía en 2022, cuando la recuperación post pandemia iba a medio camino.

¿Por qué ha caído la producción manufacturera en México?

 

Estos resultados se enmarcan en un entorno de incertidumbre global debido a cambios en las políticas exteriores del principal socio comercial de México: Estados Unidos, desde que el mandatario Donald Trump ocupa la Casa Blanca.

Con una política caracterizada por utilizar los aranceles como principal vía de negociación, a modo de coaccionar a terceras naciones, Estados Unidos ha marcado la agenda geopolítica global en el último año.

De acuerdo con el análisis del Instituo Baker para la política pública, la aplicación de nuevos aranceles, particularmente los dirigidos a bienes automotrices, metálicos y manufacturas con insumos del exterior, ha elevado costos de producción y debilitado la competitividad de las plantas instaladas en México.

A ello se suma la incertidumbre provocada por la revisión obligatoria del T-MEC en 2026, que mantiene en pausa decisiones de inversión de largo plazo por parte de empresas asiáticas, europeas y estadounidenses.

La combinación de estos factores ha frenado la llegada de nuevo capital extranjero y limitado la expansión de cadenas productivas, justo en un momento en el que México aspiraba a consolidarse como destino preferente del llamado nearshoring.

El deterioro del clima de inversión por las reformas internas impulsadas por la administración federal, particularmente en materia judicial y regulatoria, también ha abonado a este ambiente de cautela.

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