Para gran parte de la población mexicana el aguinaldo no es un ingreso extra, sino un salvavidas financiero. Antes de que el primer peso toque la cuenta bancaria, ese dinero ya tiene diversos destinos: deudas acumuladas, pagos atrasados y las secuelas de un consumo que, a menudo, rebasa nuestras capacidades.

Posadas, cenas, intercambios, viajes, regalos y el clima emocional propio de diciembre transforman este derecho laboral en el combustible de un mes marcado por el gasto intensivo. Bajo este escenario, ¿cómo podemos aprovecharlo de manera estratégica para evitar que derive en un nuevo ciclo de endeudamiento?

El aguinaldo en México: panorama general

El artículo 87 de la Ley Federal del Trabajo (LFT) establece que las personas trabajadoras tienen derecho a recibir una cantidad de dinero equivalente, como mínimo, a 15 días de salario, el cual debe pagarse antes del 20 de diciembre. Quienes no hayan cumplido un año de servicio, sin importar si se encuentran activos o no al momento del pago, deberán percibir la parte proporcional de esta prestación. Por ley, está prohibido pagarlo en especie, mediante mercancías, vales, fichas u otros mecanismos que pretendan sustituir la moneda en curso legal.

En México, cuatro de cada diez personas ocupadas reciben aguinaldo, siendo la informalidad la que explica parte de esta brecha, según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), con base en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) correspondiente al tercer trimestre de 2025. Cifras del portal de estadística en línea Statista coinciden con este dato, 42 % de los encuestados afirma haberlo recibido —según su página actualizada el 18 de diciembre.

Aunque en 2024 se presentó una iniciativa para incrementar esta remuneración a 30 días, todavía está pendiente su aprobación en el Congreso. En contraste, quienes laboran en el gobierno federal reciben el equivalente a 40 días. La discusión sobre ampliar esta prestación evidencia su importancia como estímulo económico, de acuerdo con un artículo de Gaceta UNAM.

La dispersión del aguinaldo siempre genera impuestos, a menos de que el pago sea inferior al equivalente de 30 unidades de medida y actualización (UMA), es decir, a 3,394.20 pesos.

La Ley del Impuesto sobre la Renta (ISR) establece el tratamiento fiscal del aguinaldo. De acuerdo con el artículo 93, el monto equivalente hasta 30 UMA se encuentra exento del pago de impuestos. Sin embargo, cuando esta prestación supera dicho límite el excedente sí está sujeto a gravamen, por lo que el aguinaldo solo genera ISR cuando rebasa ese umbral.
El peso de la tradición y el consumo

Para Carlos Alberto Martínez Castillo, doctor en Desarrollo Económico y exministro de Asuntos Económicos de la Embajada de México en Estados Unidos, la rapidez con la que se gasta el aguinaldo no es solo falta de disciplina; es una tormenta de factores culturales y la falta de inclusión financiera.

En el país, el calendario gregoriano y las festividades cristianas convergen un maratón de celebraciones conocido como “Guadalupe-Reyes”. Desde el 12 de diciembre hasta el 6 de enero las familias enfrentan una carga ininterrumpida de gastos. Esta “cultura consumista” ha transformado celebraciones sentimentales en un mes de dispendio que suele nublar el juicio financiero, dice el experto en conversación con El Sabueso.

“Está la trampa de los ‘meses sin intereses’. El consumidor mexicano se queda con deudas, un compromiso que ya llega ‘cobrado’ al momento de recibir el aguinaldo, por ejemplo, desde el Buen Fin. Hay estudios que sustentan esta lógica, donde los individuos admiten incurrir en deudas para aprovechar ofertas”, señala.

Tal como indica Ipsos, empresa multinacional enfocada en investigación de mercados y consultoría, en su estudio “El Buen Fin 2025”, 70 % de los encuestados admite incurrir en deudas para aprovechar las ofertas. Entre las principales razones por las que los mexicanos realizan compras en esta época —evento comercial realizado a mediados de noviembre­— está la percepción de que es la temporada con más descuentos en productos y servicios (60 %), así como la amplia participación de negocios que ofrecen promociones especiales (53 %).

La mayoría de los artículos con mayor intención de compra son los del segmento moda, es decir, ropa, zapatos y accesorios. Las tarjetas de crédito son el principal instrumento para financiarlas, lo que refleja una mayor dependencia, especialmente entre las personas de 45 a 74 años; alrededor del 26 % realiza sus compras en efectivo.

“Los errores más comunes incluyen gastar el aguinaldo en promociones que no representan un verdadero ahorro. Estas prácticas, vistas desde el Buen Fin, no solo disminuyen nuestra capacidad para ahorrar, que deberíamos tener con el aguinaldo, sino que generan problemas financieros a comienzos del año; después ya no alcanza ni para el pago de servicios básicos, lo que lleva a un estrés económico”, añade Martínez Castillo.

Deudas primero, ahorro después: la “fórmula” para aprovechar el aguinaldo

Para que el trabajador perciba este ingreso como una herramienta de seguridad financiera, y para que el manejo responsable de este recurso se convierta en un hábito durante toda su vida laboral, el especialista propone una jerarquía de prioridades que separa el gasto de la inversión:

-Saneamiento de deudas: lo primero es pagar créditos adquiridos y eliminar atrasos para proteger el historial crediticio.
-Inversión en el futuro: el pago de colegiaturas o el abono a créditos hipotecarios no son gastos, son inversiones reales en educación y patrimonio.
-Reserva de emergencia: se recomienda destinar, idealmente, 50 % del aguinaldo al ahorro. Una parte sustancial es vital para enfrentar un arranque de año que suele incluir alzas de precios y un panorama laboral incierto.

El 4 de diciembre pasado, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) emitió una lista de consejos para administrar el aguinaldo. Entre ellos señala que este pago también puede ocuparse para dar mantenimiento a la casa.

Impermeabilizar, pintar y remodelar son acciones que ayudan a mantener en buen estado el hogar y conservar su valor. En el caso de las ventas a meses sin intereses, la Profeco sugiere primero hacer cuentas para saber si se tiene la capacidad de pago. También recomienda no hacer compras de pánico; lo mejor es planearlas.

En resumen, el especialista refiere que el fondo del problema va más allá del aguinaldo. En México persiste una baja educación financiera y una escasa promoción del ahorro desde edades tempranas. Para ejemplificar este caso, la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) elaboró, con información del Banco de México y de las páginas electrónicas de las instituciones financieras al 24 de marzo de 2025, una tabla que muestra las cuentas de ahorro disponibles para niñas y niños. Algunas tienen un monto de apertura desde 0 o 1 peso hasta 500 pesos.

“Cuando empiezas muy joven a ahorrar, solamente requieres 5 % de lo que ganas si tienes más o menos 18 años de edad. Si ya tienes 30 años, ya debes destinar 20 % de tu ingreso al ahorro. Si andas ya por los 40 o 50 años, ya tienes que destinar la mitad de tu ingreso. Y si ya estás arriba de los 60 u 80 años, y nunca has ahorrado en tu vida, tienes que dedicar 80 % de tu ingreso al ahorro”, concluye el economista.