Escuinapa, Sinaloa.- Luego de los hechos de violencia ocurridos en el municipio de Escuinapa, las familias están intentando realizar su vida con normalidad, pero la incertidumbre de que esto se vuelva a repetir continúa en el ambiente.
De acuerdo con el relato de una ciudadana de dicho municipio, durante años los hechos de violencia se habían percibido como situaciones aisladas, pero después de lo ocurrido el miércoles 17 y domingo 21 de diciembre, la percepción cambió y ahora se teme salir a la calle y quedar en medio de una balacera.
Según lo mencionado, niñas, niños, adolescentes viven en estrés postraumático, mientras que los padres de familia no cuentan con las herramientas para saber qué hacer en este tipo de situaciones.
“Los niños y la gente adulta está muy temerosa de que es que no sé si al ir a comprar el mandado me vaya a tocar un enfrentamiento o aquí en la vuelta de las esquina (…) sí está mucho esa tensión en la sociedad”, explicó.
Tanto los enfrentamientos, bloqueos y balaceras que ocurrieron el miércoles 17 de diciembre en la cabecera municipal, como los bloqueos carreteros que ocurrieron el domingo 21 de diciembre, tomaron a la población por sorpresa, demostrando la falta de protocolos ante estos hechos.
Frente a ello, la colectiva Orquídeas Moradas de Escuinapa, compartió un posicionamiento señalando que la violencia vivida en el municipio no puede minimizarse con llamados a la calma, sino que debe haber protocolos de prevención claros, apoyo psicológico a las familias y reparación del daño.
La colectiva exigió a las autoridades estatales y municipales:
1. La revisión, activación y publicación inmediata de protocolos reales de actuación ante hechos de violencia armada, con coordinación municipal y estatal, accesibles y comprensibles para la ciudadanía.
2. Atención psicológica gratuita, urgente y especializada, coordinada entre municipio y Estado, para niñas, niños, madres, padres y comunidades afectadas por estos hechos.
3. Reparación integral del daño para las personas que perdieron sus hogares, bienes y patrimonio, garantizando apoyos suficientes, dignos y verificables, no solo promesas o apoyos simbólicos.
4. Comunicación institucional clara, oportuna y coordinada entre los distintos niveles de gobierno durante situaciones de riesgo, priorizando la protección de la vida por encima de la imagen pública.
5. Presencia efectiva, visible y coordinada de Seguridad Pública y Protección Civil, tanto municipales como estatales, durante los momentos críticos y no únicamente después de los hechos.
6. Reconocimiento público de las omisiones institucionales, porque sin asumir responsabilidades no es posible corregir ni evitar que estos hechos se repitan.
La ciudadana criticó que mientras la violencia ocurría no existió comunicación oportuna de parte de las autoridades, lo que obligó a las familias a organizarse mediante redes comunitarias tratando de resguardarse de los hechos.
“El impacto más profundo no siempre se mide en cifras oficiales. (…) Se mide en madres y padres que hoy viven con ansiedad, miedo constante y síntomas de estrés postraumático, en comunidades enteras que quedaron sin servicios básicos y en personas que no sabían si salir, quedarse, cerrar sus negocios o huir”, señaló la colectiva.

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