Óscar Noé Medina González, conocido como “El Panu”, fue asesinado el día 21 de diciembre en la Ciudad de México, en un restaurante de la Zona Rosa, cuando estaba con otras dos personas.
No es cualquier persona, sino un compadre y el jefe de pistoleros de Iván Archivaldo Guzmán Salazar, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, y líder de “Los Chapitos”, quienes mantienen una afrenta criminal contra Ismael Zambada Sicairos, “Mayito Flaco”.
La Fiscalía de la Ciudad de México confirmó el asesinato cuatro días después. Su identidad fue confirmada por medio de peritajes de huellas dactilares.
El Panu ha sido identificado por autoridades de Estados Unidos como el principal operador de seguridad y mando operativo cotidiano del grupo encabezado por Iván Archivaldo Guzmán Salazar y sus hermanos.
Medina González no solo coordinaba la protección personal de los líderes de la facción, sino que supervisaba a los mandos regionales dentro y fuera de Sinaloa, dirigía a grupos de sicarios desplegados en distintas zonas del país.
Su radio de acción se extendía por Sinaloa, Sonora, Baja California y otras entidades del norte de México, que son estratégicas para el control territorial, las rutas de trasiego de armas y drogas, sobre todo metanfetamina y fentanilo ilegal.
Su ascenso, según versiones difundidas por autoridades y reportes periodísticos, se consolidó tras la caída de otros jefes de seguridad, entre ellos Néstor Isidro Pérez Salas, “El Nini”, quien fue detenido en un operativo especial en Culiacán, y luego Jorge Humberto Figueroa Benítez, “El 27” o “La Perris”, asesinado en el municipio de Navolato por el Ejército. Ambas bajas colocaron a Medina González en una posición clave dentro del organigrama criminal.
Para la Drug Enforcement Administration (DEA), “El Panu” representaba una pieza central en una organización a la que atribuyen gran parte del ingreso masivo de fentanilo a Estados Unidos. El 4 de abril de 2023, un gran jurado federal del Distrito Sur de Nueva York presentó cargos en su contra por empresa criminal continua, conspiración para la importación y distribución de fentanilo, lavado de dinero y posesión de armas de alto poder, entre otros delitos.
El nivel de peligrosidad atribuido a su rol llevó al Departamento de Estado de Estados Unidos a ofrecer una recompensa de hasta 4 millones de dólares por información que condujera a su captura o condena. Su inclusión en las listas de los más buscados respondía, según Washington, a su supervisión directa de sicarios, operaciones de tráfico a gran escala y violencia dirigida contra fuerzas del orden y grupos rivales.
En el último año, “El Panu” se convirtió en una figura clave en la guerra interna que enfrentan Los Chapitos contra Ismael Zambada Sicairos, alias “El Mayito Flaco”. Ese mismo papel lo convirtió también en uno de los objetivos prioritarios dentro del conflicto para el gobierno mexicano.
En esa confrontación, la facción de Los Chapitos ha sufrido golpes importantes. Entre las bajas se encuentran Humberto Figueroa, “La Perris”; Luis Ángel Canobbio Inzunza, “El Güerito”, identificado como jefe de seguridad y financiero; así como otros colaboradores cercanos, como Kevin Alonso Gil Acosta, “El 200”.
Asesinado junto a su pareja, hija de un miembro del gabinete de Rubén Rocha
El reporte de la Fiscalía General de la Ciudad de México señala que su pareja es una joven de nombre María José Rojo Zambrano, quien es hija de Adolfo Rojo Montoya, político sinaloense que fue dirigente estatal del PAN, alcalde de Salvador Alvarado y actual subsecretario de Turismo en la administración del gobernador morenista Rubén Rocha Moya.
En el lugar fueron asegurados 19 indicios balísticos, incluidos casquillos calibre 9 milímetros y .45, así como un cargador abastecido. El cuerpo presentó 28 lesiones, 27 de ellas provocadas por impactos de arma de fuego en rostro, cabeza, tórax y extremidades, según los dictámenes periciales.
Inicialmente, María José Rojo Zambrano identificó a su pareja como Óscar Ruiz Domínguez, declarando que habían llegado a la capital el 20 de diciembre de 2025, hospedándose en un inmueble rentado en Naucalpan. La mujer aseguró también que mantenía una relación de seis años con la víctima, que se comunicaban únicamente por Telegram y que él se dedicaba a la compra-venta de bienes raíces, sin conocimiento de amenazas o antecedentes penales.

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