Ya casi nadie compra casa para vivir. Eso quedó en los espectaculares viejos, aquellos donde salía una familia sonriendo en el jardín. Ahora los anuncios ya no prometen “tu hogar soñado”, sino “tu inversión”. Comprar vivienda se volvió algo así como jugar a la bolsa, solo que con paredes: compras un depa, lo dejas vacío y esperas a que “suba”. Si preguntas por qué nadie puede pagar renta, te dicen que “así funciona el mercado”. ¿En qué momento dejamos que la idea de hogar fuera reemplazada por la de “oportunidad financiera”?

Lo curioso es que las políticas que podrían frenar esto – regular rentas, construir vivienda pública, limitar la especulación – aquí se consideran radicales, casi comunistas, cuando en realidad son políticas normales en países considerados capitalistas, pero que han avanzado en materia de vivienda: Singapur, Viena y los Países Bajos.

Singapur: La ley prohíbe comprar para inversión

Singapur es todo menos socialista, sin embargo su política de vivienda es manejada por el Estado el cual controla más del 85% del suelo. Esto le permite decidir dónde se construye y a qué precio. Los complejos de vivienda pública (HDB) los construye el mismo gobierno y más del 80% de la gente vive ahí.

Acá viene lo importante: No se puede comprar vivienda pública “para invertir”. La ley exige a sus ciudadanos vivir ahí. No pueden comprar departamentos para rentarlos, tampoco pueden revender antes de los 5 años de adquirir el inmueble. Comprar dos casas se castiga con impuestos altos.
Singapur no deja que la vivienda se convierta en negocio financiero, sino que apuesta por una distribución.

Viena (Austria): vivienda como servicio público, no como negocio

Viena lleva cien años bajo la misma lógica: la vivienda no puede ser un producto de mercado, porque cuando lo es, expulsa a la gente.

Más del 60% de la población ocupa vivienda pública o cooperativa sin fines de lucro. Lo mejor: son viviendas dignas, amplias, con patios, servicios y transporte. Nada de “casitas para cumplir”. Se construye de manera que sus ciudadanos, sin importar su estrato social, tengan acceso a los mismos servicios. El truco está en que el Estado no compite con el mercado: lo obliga a comportarse. Construye tanto y tan bien que las inmobiliarias privadas no pueden inflar precios sin limite.

Además, mantienen gran parte del suelo en manos públicas. No se vende. Se usa para vivienda accesible. Por eso la ciudad es de las mejores del mundo para vivir. No porque sea rica, sino porque tiene prioridades claras.

Países Bajos: cooperativas gigantes que no buscan lucro

Los Países Bajos funcionan como un sistema de housing associations: cooperativas privadas, pero sin fines de lucro que manejan millones de viviendas.

Por ley no pueden especular ni inflar precios. Tienen límites estrictos para las rentas y deben reinvertir todo en vivienda.
Bajo esta lógica, tener varias casas para rentar es mal negocio: impuestos altos, regulación estricta y competencia de cooperativas que ofrecen vivienda barata. No existe “comprar para rentar”. Simplemente es un mal negocio.

Estos tres países descubrieron algo básico: El mercado inmobiliario sin control destruye las ciudades porque fomenta la gentrificación y la crisis social. No esperaron a que el “mercado se autorregule”, sino que lo frenan, lo moldean y lo domestican. En pocas palabras: Usan herramientas de izquierda para corregir fallas del capitalismo

…Y México?

Estas medidas se ven lejanas gracias a que domina una visión muy neoliberal:

La vivienda es un crédito (Infonavit)
El mercado decide los precios
La vivienda pública es casi nula
No hay control de rentas
Airbnb se expande sin frenos
Terrenos públicos se venden a privados
El discurso inmobiliario es 90% financiero y 10% humano

Urbanísticamente, México sigue el modelo de Estado Unidos y Reino Unido: justo los peores ejemplos de acceso a vivienda.
Una ciudad como CDMX puede tener más de 150 mil inmuebles vacíos mientras miles de personas no pueden ni siquiera pagar una renta. No es una falla cultural, es lo que pasa cuando no hay regulación.

Al final, la pregunta no es si México puede hacer lo que hicieron Singapur, Viena o Países Bajos. Claro que puede. La pregunta real es a quién le conviene que NO lo haga. Porque la crisis de vivienda no es un accidente: es un negocio. Y mientras la idea de “vivir” se sigua vendiendo como “invertir”, las ciudades serán para quienes pueden pagar el juego y no para quienes las sostienen.

Tal vez lo verdaderamente radical no sea regular a las inmobiliarias, sino seguir creyendo que esto es normal. Invitarnos a cuestionarlo no es rebeldía: es supervivencia urbana.

Fuentes, pa que luego no digan que ando fantaseando

Singapur
– BBC News — “What the world can learn from Singapore’s public housing model” (2020)
(Explica datos clave: 80% población en HDB, propiedad estatal del suelo, créditos y reglas)
-The Economist — “Why Singapore Has the World’s Best Public Housing” (2019)
(Aborda los 99 años, la tierra estatal y la política anti-especulación)

Viena
-The Guardian — “How Vienna cracked the affordable housing code” (2019)
(Habla sobre el 60% de vivienda social y el sistema de cooperativas)
-Bloomberg CityLab — “Vienna Is the Capital of Social Housing” (2020)
(Ahí hay datos sobre historia, calidad y costo accesible)

Países Bajos
-Financial Times — “How the Dutch Social Housing System Works” (2022)
(Explica el papel de las cooperativas (housing associations), regulación y límites de ganancias)
-Government of the Netherlands — Housing Policy Overview (sitio oficial)
https://www.government.nl/topics/housing
(Define legalidad, auditoría y reglas de vivienda social)

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