El bordado ha sido siempre un asunto de memoria, de legado, de un hilo infinito que ha sido la escritura silenciosa – o silenciada- y también ha sido resistencia. Habría que regresar a Penélope, quien cada noche desbarataba el tejido, y de esta manera logró ganar tiempo, lo de ella fue esperar, en aquella historia esa fue la resistencia posible, y si hoy algunas – no todas- podemos salir al “mar” es por las Penelopes que resistieron como pudieron. En Argentina les quitaron todo menos los hilos, así que bordaron en su pañuelos los nombres y fechas de nacimientos de sus hijos, y de esta manera enunciar, afirmar la existencia de ellos.
El bordado ha sido la resistencia ignorada, pero la memoria es peligrosa. Quitaron las letras, los nombres, pero no los hilos. Y a partir de esa idea, junto con otras imágenes y mujeres, escribí una obra para colocar el silencio de mi bisabuela en lugar que poco tenía que ver con la derrota. Este texto se estrena pronto y se me ocurrió compartir de donde sale esta obra porque es el resultado del convivió con otras mujeres.

Foto: Teresa Díaz del Guante
Mi abuela bordó las orillas del mar, es el título de la obra.
Primera puntada: tome tela, aguja e hilos.
Hace algunos años, Elina Chauvet tenía un proyecto de bordado llamado “Confianza”. Ella llegaba a un lugar, colocaba una mesa, acomodaba hilos y bordaba. En una ocasión se puso en el malecón, a la altura de Olas Altas; la imagen es ahora la portada de uno de mis libros: es Elina bordando frente al mar. Con cierta perspectiva yo pensé que Elina estaba bordando el mar. La imagen pasó mucho tiempo conmigo, me parecía hermosa.
Segunda puntada: no olvide el rostro.
Tiempo después en una marcha se me ocurrió preguntarle a Martha Beatriz Vega, desde cuándo buscaba. Estábamos en las escalinatas de Catedral en Culiacán, ella me sonrió y me dijo: “desde antes que tú nacieras yo ya andaba con cartulinas exigiendo que me regresaran a mi esposo”… Entonces esta mujer primero había buscado su esposo, el tiempo hizo notar la ausencia del padre, y la ausencia hizo del desaparecido un abuelo. Martha tiene un dulce gesto y una cabellera blanca, para mí era imposible no pensar en ella como en una abuelita de la Plaza de Mayo. La foto de su esposo era muy diferente a las otros, este es un desparecido en blanco y negro, sin embargo, el monstruo es el mismo. Ese día entendí que la ternura también es revolucionaria.
Tercera puntada: traza el rostro como si fuera suyo el desaparecido.
Conocí a Mariel Yee en las marchas de Sabuesos Guerreras, acabemos rápido, su apodo es: la gritona de las marchas, y esto lo supe porque Inés – la señora que borda- me lo dijo. Es imposible no ver a Mariel: su cabellera rosa, es alta, su voz retumba cual megáfono. La vi apropiarse de los nombres de todos, la vi volver grito los murmullos, pero también estaba Inés con sus bordados, y no por ello menos ruidosa. Inés lleno de hilos las ausencias, las nombró, e hizo de eso, una puntada para la memoria, pasó el hilo dos veces como resistencia al olvido.

Foto: Teresa Díaz del Guante
Cuarta puntada: los dolores se heredan.
No es casualidad que mi bisabuela se llame Dolores, en el nombre llevó la penitencia. Una Yaqui casada con un español que no le dio buena vida, entonces un día decide tomar a sus dos hijas: Teresa e Isabel, y cruzar la frontera. La costura, los hilos, le dieron sustento. Mi bisabuela huyó, aunque a mí me suena más a exilio. Dejó todo lo que entendía por mundo, por familia, llegó a otra tierra sin nada, lo suyo era el silencio, nunca aprendió inglés, pero tampoco a desahogarse porque esto que cuento, es lo único que sé. Luego vino facebook y después de una larga certificación familiar, un desconocido que al parecer es mi tio, me dice que su abuelo en su lecho de muerte reconoció haber tenido dos hijas, mis abuelas.

Foto: Teresa Díaz del Guante
Quinta puntada: mapas de la vergüenza.
En España, hicieron un mapa, un trazo de todas las fosas comunes de la Guerra Civil. Pienso muchísimo en lo que dice Mirna Medina: “Caminamos sobre muertos”, también pienso mucho en lo que dice la creadora escénica Ingrid Bravo, ella dice que si en cada lugar donde se encuentre el cuerpo de una mujer asesinada, este país fuera una primavera. Creo que lo hermoso nunca fue tan brutal, es que el país entero sería un gran jardín.

Foto: Teresa Díaz del Guante
Sexta puntada.
Me es imposible no pensar en el papel que las mujeres han jugado en este mundo. Es que en cada puntada previa, cada mujer ha estado para remediar, para zurcir pero no para desgarrar. Hablemos de eso, de cómo históricamente las mujeres hemos tenido resolver un problema que no ha sido causado por nosotras, pero hablemos también de que cada generación ha encontrado su propia forma de resistir, y justo ahí, nació la obra Mi abuela bordó las orillas del mar…
Este es un texto en el cual me puse como premisa, no enunciar la violencia, aunque claramente esta se percibe, pero hacerlo así me iba a permitir escribir una obra desde la ternura, desde el cuidado, y más que del bordado, de nuestras abuelas. Yo creo que el silencio de nuestras abuelas, empujaron el grito de muchas que hoy salimos a las calles. Me parece que es hora de reivindicar la ternura, pero también todas las formas.
Esta obra se estrena pronto, así que sirva este texto como una invitación a ir al teatro. La cita es el viernes 21 de noviembre a las 5:30 PM, en el Teatro Antonio Haas, Mazatlán, Sinaloa.
Comentarios
Antes de dejar un comentario pregúntate si beneficia a alguien y debes estar consciente en que al hacer uso de esta función te adíeles a nuestros términos y condiciones de uso.